El representante del Ministerio Fiscal en la ciudad solicitó
ayer la pena de 16.200 euros de multa para una mujer que
ocupó el banquillo de los acusados del Juzgado de lo Penal
por un delito de denuncia falsa contra su ex marido por
malos tratos. Hechos que ella misma reconoció bajo el
alegato de haber estado “bebida” y tener la “sensación” de
que había sido él, que estaba en Ferrol, tal y como acreditó
la Policía.
Una denuncia falsa de violencia de género fue la que sentó
ayer en el banquillo de los acusados a una mujer que admitió
el delito que le imputaba el portavoz del Ministerio
Público, por el que pide una condena cuantificada en 16.200
euros para la imputada.
Petición que no compartió la letrada de la defensa al
entender que su cliente había reconocido que se había
equivocado al estar bajo los efectos del alcohol y presentar
un cuadro psiquiátrico alterado tras el proceso de divorcio
hacía cuatro años. Aún así, será la magistrada del Juzgado
de lo Penal número uno de la ciudad quien resuelva el
conflicto en la posterior sentencia.
Los hechos denunciados tuvieron su origen en la agresión
sufrida por la acusada el pasado uno de diciembre, alrededor
de la una de la madrugada, cuando una persona se presentó en
su domicilio y le propinó un puñetazo en la nariz que le
produjo la fractura de la misma, según la versión dada por
la misma. Acto seguido, llamaría a la Policía Local
denunciando el incidente de violencia de género contra su ex
marido al que dijo haber visto y luego desmintió. “Creía que
era él, había bebido y no puedo explicar por qué, en ese
momento, tuve la sensación de que era él cuando hace cuatro
años que ya no estamos juntos”, declaró ante el tribunal.
Uno de los agentes que acudió al domicilio tras recibir la
alerta del 112 acreditó que la acusada llevaba el rostro
ensangrentado y que la ropa estaba tirada por el suelo,
acreditando lo que parecía un escenario de malos tratos.
Pero tanto este, como otro agente de dicho cuerpo,
manifestaron no haber notado indicios de alcoholismo.
Un funcionario del Cuerpo Nacional de Policía, en calidad de
testigo, explicó el proceso mediante el cual se había
localizado al ex marido de la encausada en Ferrol.
“Procedimos a localizarlo en los cuarteles de la ciudad y
notamos que pasaba algo raro cuando no estaba en Ceuta, sino
en Ferrol. El propio Ejército corroboró que estaba allí y el
mismo se personó en un cuartel de la Guardia Civil para
identificarse y dar sus huellas dactilares, por lo que no
nos cabía duda de que no estaba en Ceuta porque, al ser de
madrugada, no había tampoco ningún medio de transporte para
haberse alejado”, relató el secretario que dirigió las
diligencias policiales añadiendo que “se hicieron tantas
diligencias porque la declaración de ella era totalmente
creíble”.
Para cerrar los interrogatorios tanto de la Fiscalía como de
la defensa, el forense del juzgado comentó que era “difícil”
explicar que había ocurrido aquella noche descartando el
“delirio” y la constatación de que hubiese bebido ya que
ninguna prueba lo había demostrado. Además, de un informe de
otra forense se desprendió que la lesión pudo haber sido
causada pro un golpe con una puerta. Por ello, el forense
alegó que si no se constataba la ingesta de alcohol, no se
podía acreditar que la acusada tuviese alteradas sus
capacidades intelectuales ya que el “trastorno reactivo” que
padecía por la separación no era sinónimo de la perturbación
de sus facultades cognitivo-bolitivas.
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