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OPINIÓN - LUNES, 14 DE MARZO DE 2011

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Una visita al cementerio de Ceuta = Amarga decepción
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

La historia del pasado de las ciudades se palpa en su patrimonio artístico y dentro de ese apartado se encuentran los cementerios. Nada les voy a contar que no conozcan acerca del arte funerario, ni de las maravillosas visitas guiadas por esos camposantos que son lugar de reposo de quienes fueron en cada lugar, un libro abierto de la historia.

No son actividades “macabras” sino referencias obligatorias para el nuevo turismo cultural que no se centra en “playa-paella-tinto de verano”. En el cementerio de Barcelona, mientras los guías explican los maravillosos monumentos funerarios, toca un cuarteto de cuerda. Son visitas extraordinariamente emotivas porque ese arte en especial es muy valorado. Y no son solo los personajes célebres que descansan entre las avenidas de cipreses y las rosaledas, sino la belleza de los grupos escultóricos, la exaltación del arte sacro, el paisajismo, la idea de misticismo y de recogimiento, todo un entorno de belleza buscado para honrar el recuerdo.

El camposanto del pueblo malagueño de Torre Bermeja, donde Antonio Gala tiene su sepultura en propiedad, es BIC, bien de interés cultural. Y esa es la clave: la cultura y la historia reflejadas y escritas en las tumbas. Lógico que me esté refiriendo a lugares donde se aprecian el arte y la cultura, el camposanto granadino, en su parte histórica es bellísimo, muy similar al antiguo cementerio de San Miguel de Málaga, este último víctima de la cultura del “ladrillazo”, asolado y sustituido por un horroroso parque temático de la muerte llamado Parcemasa por no sé que chanchullo, colmenas de lápidas, absolutamente impersonal y exaltación de “los fallecimientos en serie” deprimente. Pero el ladrillo es el ladrillo y el cemento es el cemento, ya me entienden.

¿Un ejemplo fascinante de cementerio histórico? El de Melilla. Lo he recorrido palmo a palmo, hay nichos, como en todos, pero es más “cultura de enterramiento” que la tierra vuelva a la tierra. Alucinante. Arte funerario a nivel de los lugares con más solera y aún más, monumentos espectaculares, emotiva belleza en las lápidas de tantos niños víctimas de la epidemia de fiebres de principios del siglo pasado, héroes de las guerras de África, militares ilustres, ciudadanos abolengosos, belleza, belleza y belleza… Cipreses en todos los camposantos que son como Dios manda porque el ciprés es el árbol de la paz en nuestra tradición cristiana y al tiempo el árbol que da la bienvenida al peregrino y peregrinos son los descansados que encuentran su reposo en ese lugar. Avenidas de cipreses, rosales, jazmines y buganvillas en los muros, madreselvas. En el cementerio melillense está escrita en piedra y en mármol la historia gloriosa de una ciudad gloriosa y se honra la memoria de los héroes que fueron y que siempre serán. Y entrando, a la derecha, entre las primeras sepulturas, una de piedra caliza del siglo XIX donde reposa una niña llamada María Josefa, nunca la conocí pero cada vez que voy, de año en año, la visito porque murió muy pequeña y sus padres le compraron la sepultura. Mis más encendidos elogios para Juan José Imbroda, mi gratitud como española por haber sabido conservar, amar y respetar la historia (al menos hasta el 2008 cuando acudí por última vez, lo mismo a día de hoy han entrado las máquinas y han hecho una escabechina “a la ceutí”) y mi deseo de que siga conservando la belleza y la magia mística de ese lugar tan maravilloso.

Sí, me encuentro muy sensibilizada con el tema porque, el domingo acudí con mis amigos Juan José Tusset y con Gabriela la veterinaria, a recibir mi dosis de espiritualidad en el cementerio de esta ciudad. Y salí espantada. Mucho cemento, nada de tierra pisada, cemento puro, duro y descarnado. Mucho nicho, bueno, es una cultura y algunos tienen buenos trabajos en las lápidas de mármol, pero yo pedía ver “la tierra y la historia” ¿Dónde están los héroes, los santos, los guerreros y los ilustres? ¿Por donde se va a los monumentos de arte funerario? Cemento y… se lo juro a ustedes por mis descansados ¡plantas tropicales!. ¿Plantas tropicales en un camposanto y plazoletas de cafetería de Torremolinos? Eso y cemento. Monumento a los regulares en burda imitación al “peine de los vientos”, cemento. Llegamos a la tierra y unas escasas filas de sepulturas todas con idéntico crucifijo como si se les hubiera enterrado en serie. Y otra cosa de hormigón con muchos pinchos para arriba, vamos, como las maravillosas esculturas clásicas de Madrid o de Barcelona o de Valencia, o de Granada o ¡coño! De Melilla.

Lógico que me proponga hacer un minucioso reportaje en unión de los de mi peña, porque si conté allí diez enterramientos históricos auténticos creo que conté muchos ¿Adonde han ido a parar los otros? ¿No existían en Ceuta enterramientos de los siglos XVIII y XIX? ¿Saben el valor que puede alcanzar en subasta en Nueva York una lápida “auténtica” en piedra o en mármol de cualquier enterramiento anterior al XIX? Y no digamos si es de tema histórico o militar. Ni un ciprés. Frías avenidas de cemento con unos árboles plantados, muy tipo nueva urbanización de VPO, plantas tropicales, cemento y más cemento. Un lugar frío, prefabricado, sin ni un álito de espiritualidad, la muerte en serie en determinados rincones, más historia en los nichos con algunos buenos ejemplos de escultura en mármol, pero ¿Dónde están los enterramientos históricos y las obras de arte funerario? Valen una fortuna y no tan solo por las cotizaciones que pueden alcanzar en subasta, sino porque representan la historia de un pueblo, el reflejo calizo o marmóreo de su pasado.

Era un camposanto yermo, irrespetuoso con los descansados, sin alamedas de cipreses ni rosaledas y con unos pasamanos chillones de centro comercial cutre. Éramos tres espectadores helados por el impacto, somos por ahora tres los investigadores que vamos a preguntar:

¿Quién “ha perpetrado” el estropicio?

¿Y donde están los brocantes y los objetos y adornos funerarios de las sepulturas? Porque ya saben que, alrededor de las tumbas se colocaban vasos de mármol, de piedra, metal o de cerámica a modo de maceteros, jarrones de distintos estilos, macetones antiguos y muchas esculturas menores en mármol, piedra o cerámica, lo clásico, angelotes, querubines, arcángeles, vírgenes y crucifijos de todas las épocas y mucho candelabro. Y ese camposanto está pelado. Quedan cuatro objetos sin valor, puramente testimoniales y bastante deteriorados. Cierto es que los siglos deterioran los múltiples objetos de arte funerario que acompañan por respeto a las tumbas, pero ahí permanecen, sé que a veces algo ha acabado en museos, pero lo normal es que nadie toque ni ánforas, ni vasos, ni jarrones, ni candelabros, ni sagradas imágenes, ni los bellos crucifijos. En Ceuta no hay nada. ¿Cómo es posible?. Lógico que, para honrar a los descansados nos sintamos obligados a realizar una investigación histórica sobre el cementerio, a recabar testimonios, rebuscar en los archivos, remover antiguas fotografías. Queremos saber que ha sido de la historia de Ceuta. Queremos preguntar si los seres que descansan en ese lugar inhóspito merecen plantas tropicales y cemento o rosaledas y cipreses.

A mi amiga Gabriela le dio ansiedad, los tres nos encontrábamos ofendidos y tristes, por eso debemos saber quien o quienes “han perpetrado” que no realizado esa apoteosis del cemento y del mal gusto, para dirigirles un público y severo reproche. Y que de paso nos cuente donde se encuentran la historia de Ceuta y los objetos de decoración funeraria… ¡Que amarga decepción!.
 

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