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OPINIÓN - DOMINGO, 13 DE MARZO DE 2011

 
OPINIÓN

De tertulia con Fatima Hamed

Por Nuria de Madariaga


Opino que a la política Fatima Hamed y a esta escribidora, nos unen más cosas que nos separan. Pertenecemos a opciones distintas, eso es evidente, pero antes que nada somos mujeres y madres, después abogadas y siempre perpetuas agobiadas por los problemas que agobian al mujerío. A toda la peña femenina.

Por eso una improvisada tertulia en una cafetería, acompañadas por otra abogada linda, con los pelos rizados y una sonrisa de oreja a oreja, nos sirve para intercambiar pareceres, compartir inquietudes, aunar extremos y antes que nada, no tocar la política. Aunque Fatima, que es mucha Fatima pese a la expresión inocente que se gasta, no puede dejar de preguntarme en plan zumbón “¿Vas a votar a Caballas?” le respondo con acritud “Ja,ja,ja, cuando seas la lideresa me avisas”. Porque esta joven no es consciente de su carisma, en absoluto, incluso se ruboriza cuando le digo que tiene una gran responsabilidad porque es un auténtico referente para muchas niñas y luego me confiesa la felicidad, el contento que la embargó aquella vez que su hijo, a la vuelta del colegio le dijo “Mamá, hay una niña en mi clase que dice que de mayor quiere ser como tú”. Y no era ni vanidad ni presunción, sino un toque de alegría porque, esa pequeña en concreto, quería ser abogado.

Siempre he dicho que la mayor honra para un pintor es pinar una virgen y que el pueblo le rece; para un médico sacar adelante a un niño enfermo y que le aparezca un día en la consulta llevándole a su hijo para que le salude y para una madre el que un hijo o una hija se sientan orgullosos de ella y la tomen como ejemplo. Porque el mejor patrimonio para los hijos no son los ladrillos ni los dineros, esos se pueden `perder o te los pueden quitar, el mejor patrimonio es el ser un ejemplo a imitar, porque ser guiado en el camino no tiene precio.

La joven política me regañó, porque dice que ataco a Mohamed Alí y yo le aclaro que nadie ataca sin motivo y que si ellos no se meten en líos, dejan de atacar a trabajadores y no se empeñan en seguir crispando, yo no me sentiré provocada ni experimentaré la molestia moral de tener que responder.

¡Pero a mi Fatima que no me la toquen! Porque nos enzarzamos a hablar del fracaso escolar y sus motivos, de la necesidad de que a todos los niños les hagan los test para determinar el coeficiente intelectual y las pruebas para diagnosticar si existen hiperactividad o déficit de atención. ¿Quieren que les hable de un hiperactivo famoso? Pues lo fue en su niñez el gran psiquiatra Rojas Marcos que pasó por todos los colegios de Sevilla acumuló en su expediente escolar tantos suspensos que no cabían más en las calificaciones ¿Diagnóstico? Gamberro y sinverguenza. Más adelante, con los adelantos, hiperactivo, tratamiento, carrera, becas, doctorados y Director General de Salud Mental de Nueva York.

Todos, absolutamente todos los niños son recuperables, a no ser que tengan coeficientes muy bajos y en ese caso incluso también porque los coeficientes se suben con nutrientes neuronales y medicina ortomolecular. Fatima lo quiere probar todo, bosquejamos en plan apresurado las pinceladas de un programa educativo. Y de ahí pasamos a otro tema y nos enredamos con la psicología y las patologías de los maltratadores, la joven sabe latín y parece que lleva un viejo en la barriga de cómo explica los temas, de cómo se implica emocionalmente, de cómo le gustaría encontrar soluciones y luego materializar esas soluciones en medidas aplicadas que no aplicables.

Parece que nos han dado cuerda porque la mezcla de madres y abogadas hecha humo, todo nos afecta, todo nos alcanza, le pregunto “Niña ¿Tu crees que, si el Príncipe, en vez de ser el Príncipe fuera una urbanización de mansiones llenas de pijos de Qatar con el jeque dueño del Málaga a la cabeza habría racismo?” Reconoce que no y ríe hasta las lágrimas cuando le relato el espectáculo de ese estadio de La Rosaleda hasta los topes y el jeque de Qatar entrando en el palco con su secretario, vestidos con trajes de Versace, guapísimos ¡Poderío! Y la afición desgañitándose “¡Qué viva nuestro jeque! ¡Que viva el moro!” Y luego, en la puerta, formando un multitudinario y respetuoso círculo en torno al Ferrari del jeque y haciéndose lenguas de que es el presidente con más clase de todos los clubes de España.

Racismo no. Es peor, es más cruel, es que, a los pobres, no les quieren ni en sus casas. Me gusta esta chica, por como es. Es mi contraria política, es de otro club, pero compartimos preocupaciones, nos angustian los mismos temas, nos gustaría aplicar distintos métodos a problemas de siempre. Si tuviera que elegir a una hija, creo que la elegiría a ella.

Pero sin pañuelo. Si se quiere tapar la cabeza que se fije en las elegantísimas qataríes que llevan unos tocados, unos turbantes y unos cascos lujosísimos en la cabeza que crean moda. ¿Ven? Por las discrepancias entre pañuelo o tocado qatarí sí que podríamos discutir. Y muy en serio.
 

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