Las grietas y ruinas invadían hasta hace apenas tres años el
antiguo Hospital de la Cruz Roja, uno de los edificios de
Melilla con mayor carga histórica y emocional para los
habitantes de esta ciudad. El paso de los años y el
vandalismo al que se vio sometido durante su cierre y
abandono sometió a este inmueble a un deterioro que le hizo
correr un serio peligro de desprendimiento. Una
rehabilitación integral de dos años y medio y una inversión
municipal de casi 1,6 millones de euros han posibilitado que
los melillenses recuperaran ayer el antiguo Hospital de la
Cruz Roja tal y como fue concebido en 1914 como uno los
mayores tesoros patrimoniales de esta ciudad.
La Ciudad Autónoma de Melilla ha recuperado el antiguo
Hospital de la Cruz Roja, un inmueble que ha pasado de estar
prácticamente en ruinas tras años de abandono y vandalismo a
ser hoy uno de los edificios nobles más importantes del
patrimonio histórico y arquitectónico melillense.
El presidente de la Ciudad Autónoma, Juan José Imbroda, y la
práctica totalidad de su Gobierno inauguraron ayer este
edificio histórico, que ha sido rehabilitado completamente
tras dos años y medio de obras y una inversión cercana a los
1,6 millones de euros.
El edificio, de 2.073 metros cuadrados construidos, 170 de
terrazas y 1.388 de espacios libres exteriores ajardinados,
será destinado a partir de los próximos meses a las
dependencias de las consejerías de Hacienda y Presupuestos y
de Contratación y Patrimonio.
La intención de la Ciudad Autónoma es que, antes de que el
inmueble empiece a funcionar como dependencias de la
Administración local, los melillenses puedan comprobar el
resultado de las obras. Para ello, desde el próximo martes y
hasta el día 27 de marzo, el Hospital de la Cruz Roja
albergará una exposición sobre el avance que ha
experimentado Melilla en la última década.
El arquitecto que redactó el proyecto, Manuel Ángel Quevedo,
puso ayer en valor el resultado de las obras de
rehabilitación de este inmueble, que estaba muy deteriorado
por el paso de los años y el vandalismo que sufrió durante
los años en que estuvo ocupado por inmigrantes irregulares.
El objeto de las obras ha sido, por lo tanto, recuperar y
rehabilitar el edificio principal del antiguo Hospital de la
Cruz Roja tanto en su fachada exterior como en los espacios
interiores, respetando al máximo los elementos originales
del inmueble, como cimientos, arcos de cámaras bajo suelo,
muros perimetrales, pilares y dinteles, entre otros.
También se han recuperado otros que se habían perdido con el
tiempo, como la estructura metálica que coronaba el torreón
central, con una nueva campana de avisos, y el antiguo
reloj. En total, según los cálculos del arquitecto, ha sido
posible recuperar alrededor del 80 por ciento del edificio
primitivo.
Asimismo, ha sido necesario incorporar nuevos acabados
interiores por no ser recuperables, como las solerías de
mármol, los estucados de los soportes y las balaustradas del
hall del inmueble, así como toda la carpintería.
Quevedo destacó que otro de los retos que presentaba este
proyecto era adaptar este edificio histórico al siglo XXI y
hacerlo funcional. Para ello, se han llevado a cabo las
canalizaciones de telecomunicaciones, energía y
climatización de manera discreta para respetar la nobleza
del inmueble, y se han eliminado prácticamente todas las
barreras arquitectónicas instalando rampas y un ascensor.
El arquitecto subrayó la complejidad de la obra porque se ha
realizado “con mucho detalle”. Como ejemplo, la mayor parte
de la balaustrada de la escalera principal se ha conseguido
recuperar reconstruyéndolos a base de sacar moldes de los
pocos elementos originales que quedaban. Además, ha sido
necesario grapar las numerosas grietas que tenía el edificio
por el hundimiento que había sufrido la estructura.
Por todo ello, Quevedo subrayó que “hoy [por ayer] es un día
bonito para Melilla” porque “un edificio que empezó a
proyectarse en 1914, casi 100 años después vuelve a estar de
nuevo para que dure todo el siglo XXI en beneficio de todos
los ciudadanos”. Imbroda, en su discurso durante la
inauguración, subrayó que la evolución que ha experimentado
este edificio noble simboliza “lo que se ha venido haciendo
en Melilla en los últimos años, que es dar servicios e
infraestructuras nuevas a los melillenses y respetar al
máximo el patrimonio”.
Imbroda felicitó a los responsables de este proyecto y puso
de relieve el “precio barato” que ha conllevado al final
estas obras de rehabilitación “para todo lo que se ha hecho
y la rentabilidad social” que va a tener este edificio a
partir de ahora.
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