Creo que nadie me podrá achacar
que yo no haya destacado, cada vez que se me ha presentado
la oportunidad, las cualidades con las que Mohamed Alí
irrumpió en la política activa de Ceuta: su tierra. Es más,
de verle tantas veces figurando en las páginas de este
periódico, defendiendo sus políticas y sus puntos de vista,
haciéndose el artículo y arremetiendo contra decisiones
tomadas por el Gobierno local, llegué a pensar que el líder
de la ya extinta Unión Democrática Ceutí formaba parte del
consejo de Administración de esta Casa. Y hasta me atreví a
preguntar al respecto, con cierta ironía, todo hay que
decirlo, para salir de dudas.
Y se me dijo, entonces, que Mohamed Alí, al igual que todos
los políticos, sin importar las siglas a las que
pertenecieran, tenía todo el derecho del mundo a hacer uso
de este medio. Que las páginas de El Pueblo de Ceuta estaban
siempre dispuestas a recoger el vivir diario de la política.
Y mucho más, en el caso de Alí, por ser el líder de la UDCE
-siglas que, desgraciadamente, han perdido su identidad en
todos los sentidos-, segundo partido más votado.
Por tal motivo, a medida que he ido leyendo u oyendo, cada
jueves, desde hace ya su tiempo, los ataques perpetrados
contra esta Casa por parte del innombrable que se ha
apoderado del caletre de Alí, he llegado a la siguiente
conclusión: MA, abogado, licenciado con honores, es un
ingrato; una persona no merecedora de confianza; alguien
acostumbrado a dar camballadas por sistema.
Pues bien, si tan mal comportamiento viene teniendo Mohamed
Alí hacia nosotros, habiendo sido un político magníficamente
tratado por el periodista que estaba encargado de seguir sus
pasos, más bien casi a su disposición, cómo me voy a
extrañar que haya arremetido contra la Televisión Pública,
porque así se lo imponía el guión escrito por parte de la
persona que ha sabido usurparle su voluntad a cambio de…,
algún día se sabrá. Persona que yo cito, últimamente, cual
el innombrable.
Los jueves son los días en que el innombrable, entiéndase
como secretario general de CCOO, suele bajar a la tierra,
convertido en profeta, para darnos a conocer decálogos de su
sabiduría. Y el jueves pasado, tocaba mencionar a Cristina
Díaz, quien gerencia la Televisión Pública. Para tacharla de
comisaria política al servicio de RTVCE, “una herramienta
propagandista del PP”.
Vaya par de cretinos. A buena hora mangas verdes salen ambos
personajes clamando contra la televisión pública. Semejante
estupidez, merece recordar esta historia que, aunque muy
conocida, nunca pierde interés: Iba a Madrid Manuel
Ortega -Caracol el del Bulto, padre de Manolo Caracol
y mozo de espadas de Joselito- y, al bajarse del
tren en Atocha, a donde con tantas dificultades habían
llegado, la locomotora le pegó un rebufo de vapor en el
andén. Y el del bulto, respondió así: ¿Ahora me vas a ronear
de vapor? –protestó don Manuel-. ¡Esos cojones… en
Despeñaperros.
Los cojones que le han echado Alí y el sindicalista a
Cristina Díaz, el jueves pasado, los podían haber lucido
cuando González Bolorino manejaba a sus anchas RTVCE. Pero
es de dominio público que al sindicalista de CCOO, en cuanto
oye el nombre de MGB, se le aflojan los esfínteres y se hace
caca y pis en los pantalones. ¿Por qué será…? Por nada
bueno. Créanme.
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