Está claro que no tenemos remedio
y que si el país va a pique, desde dentro, no desde fuera,
lo empujamos un poco más para que se hunda antes. Es un país
de irresponsables, así como suena.
Y es que ese hundimiento es lo que parece que se busca desde
AENA, en estos momentos cruciales, en los que el paro está
tocando los cinco millones, y en los que todo lo que se haga
para salir a flote sería poco.
A nadie se le oculta que hoy, la única “industria” que
podría tirar del país para arriba, es el turismo y AENA, que
lo sabe, ha visto el momento ideal para que eso, también, el
turismo sea un fracaso este año.
En el fondo, para todo este movimiento puede haber poderosas
razones, que desde fuera de AENA no acertemos a comprender,
como el intento de venta del casi 50%, pero eso no quiere
decir que, por narices, vamos a imponer nuestra santa
voluntad, sin más.
Y sería curioso que la base fuera, simplemente eso, la venta
o la privatización, en gran manera, con lo que quedaría
claro que hay quien prefiere estar en organismos, si son
estatales, mejor que en ese mismo lugar si es privado, o
privado en parte.
Por ahí pueden y deben ir la mayor parte de los tiros, y
desde ahí se han elegido, con ganas de hacer daño, los días
de huelga, muchos días, para trocear lo más granado de los
días fuertes del turismo, desde abril a agosto.
Muchos días en pocos meses, concretamente 22 días,
comenzando con la Semana Santa, en sus días centrales, con
la Copa del Rey en primer lugar y con todo el movimiento que
esos días debería haber.
No estamos, pues, en los mejores tiempos para los
transportes aéreos, por un tipo de problemas o por otro y es
que el lío de los controladores está medio aparcado y ahora
sale este otro conflicto que viene a sumar el daño a lo que
había habido anteriormente.
No está teniendo demasiado éxito el ministro Blanco, que no
termina un conflicto y ya le tienen montado otro. El
Gobierno, en el año que le queda, si es que anticipa las
elecciones, lo mejor que podría hacer, desde ahora, sería
cerrar las puertas oficiales y poner un cartel en cada una
de ellas diciendo:” No estamos operativos, seguimos mirando
hacia las estrellas”.
No queda otra cosa, hoy hay lo que hay y si nos hemos pasado
en esas leyes tan bonitas, de la progresía barata,
dejándonos aplaudir por la “legión” que sigue, a ver si cae
algo, o si hemos preferido el perfume de los botafumeiros
trincones, ahora habrá que aguantar cuando, la parte
contraria, la que busca lo positivo y no lo simplemente
ideal, diga también lo que piensa y lo que afecta a otros
muchos.
Las cuentas siguen sin cuadrar, los números pueden ser
trucados, pero cuando no hay, ni siquiera, números no sé de
donde van a poder tirar, aunque sólo sea para justificarse.
Y ya me dirán como va a aplaudir uno sin trabajo, él y su
familia, alguna de esas leyes tan “progres”, si ha llegado
el plazo de la hipoteca y no hay de donde tirar para poder
pagar. Así estaban las cosas y ahora, con esta huelga que se
programa, con toda seguridad que se van a poner mucho peor.
Se ha “volado” mucho, se han puesto, en pocas ocasiones, los
pies en el suelo, cosa que en época de bonanza puede servir,
pero en época de crisis no lo puede aprobar nadie, ni
siquiera muchos del entorno del Gobierno.
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