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OPINIÓN - JUEVES, 10 DE MARZO DE 2011

 
OPINIÓN / COLABORACION

Sentimiento cofrade tras la cámara

Por Jacobo Díaz Portillo


No cabe duda que es una enorme satisfacción la consecución de cualquier premio, sin embargo, para mí, cofrade SIN FRONTERAS, aficionado a la fotografía, la plasmación gráfica en papel de una de mis fotografías es mucho más que ganar un premio, puesto que un cartel de Semana Santa está siempre por encima de un simple concurso fotográfico donde se premia la habilidad, la experiencia y los conocimientos prácticos de fotografía, porque aquí el fotógrafo debe ser ante todo COFRADE, haber vestido la túnica nazarena o haber sentido el peso de la trabajadera, para de esta forma sentir profundamente la Semana Santa, y así conseguir así que el objetivo de su cámara capte siempre la belleza, la devoción y el sentimiento cofrade del pueblo ceutí. Fue Joaquín Romero Murube, el finísimo escritor sevillano, quien afirmó que «la Semana Santa de toda la geografía mística española es uno de los temas más difíciles, esquivos y delicados que se pueden tentar y medir la autenticidad de todas las plumas». Y también por qué no, se podría decir ahora de las cámaras fotográficas... La Semana santa, por su naturaleza intrínseca, es difícil de fotografiar, se huele, se palpa, se percibe, se contempla, se gusta, se siente, se reza, se vibra, se llora, se canta, en definitiva es una vivencia personal. ¿Se pueden fotografiar las vivencias personales?. Os puedo asegurar que la Semana Santa es un auténtico desafío para la autenticidad de la visión y de la medida de la fe en Cristo resucitado del fotógrafo. Por otro lado, debo de confesaros que la fotografía en la Semana Santa es para mí, no solo un reto, sino un instrumento de oración, mediante el cual también se puede estar más cerca de Dios.

Me considero un COFRADE SIN FRONTERAS, pero ser COFRADE, es una condición que no siempre está bien visto en algunos foros, pero como sevillano que soy, nacido en la tierra de María Santísima, creo que como dijo el eterno pregonero D. Antonio Rodríguez Buzón en 1956 «ser cofrade es uno de los atributos más profundos y hermosos que una persona de fe puede tener y ostentar».

El hecho que haya sido elegida una de mis fotografías, supone para mí una doble satisfacción, por una parte, y si me permiten ustedes la expresión, mediante esa fotografía me convierto en el pregonero gráfico del sentimiento cofrade del pueblo caballa, que un año más sacará a la luz el cartel de Semana Santa, y por el otro el hecho que sea la primera vez que tomo fotografías en Ceuta, con la gran suerte de que una de ellas sea la que anuncie la llegada de la cuaresma y la víspera de la semana Santa del 2011.

La fotografía que se presenta como cartel el pasado miércoles de ceniza y que fue titulada como «las tinieblas del viernes santo», tiene para mí un elevado índice de impacto así como un enorme valor sentimental, pues representa el momento álgido de la muerte del redentor.

¿Quién no siente un escalofrío por todo su cuerpo, quién no siente en su alma la pena, cuando en los albores de la agonía de la tarde del Viernes Santo, cuando la luna se cubre y se llena, en la penumbra que queda de ese contraluz iluminado por los póstumos rayos de la tarde, se pasea con majestad suprema el Cristo de la Buena Muerte en su misericordia plena?

Y en esa tarde del Viernes Santo, el fotógrafo cofrade busca a Cristo en las esquinas, y siente su amor en cada rincón de la Ceuta cofrade, lo encuentra en los Remedios, lo sigue hasta la plaza de los Reyes, en la calle Real, y al final del paseo de Revellín, agotado por la marcha y por la esclavitud de su tarea, reza en silencio…


«Déjame descansar en esa altura

de tu dulce costado dolorido

tengo lleno de polvo mi vestido

y el corazón cargado de amargura.

Pero al contemplar por mi objetivo

la luz que emana de tu figura

siento mis dedos dormidos

y crece en mi una hermosura

de claveles en mi pecho estremecido

y correr por mi sangre un encendido

manantial sin riveras de ternura.


Cristo de la Buena Muerte pendiente del madero,

ayúdame a seguir siempre detrás de tu figura,

no me dejes solo que tengo miedo

de no poder captar tu hermosura,

y encender mi cámara no puedo

en la sombra y las tinieblas del camino.

Señor tú estabas siempre a mi lado,

con tu rostro lleno de ternura

y yo sin saberlo te buscaba

por la sombra y el sendero del destino,

y tú me esperabas desvelado,

lleno de amor y de cariño,

qué alegría Señor haber llegado,

para ver tu espalda desnuda

y en la calle haberte encontrado,

cuando la luz de la tarde se hace oscura

como la lanza del romano a tu costado,

y grabar por mi objetivo

la sombra que emana de tu figura,

siendo mi retina tu testigo

y mi ceguera mi pecado».

Solo me queda desear que esta fotografía trasformada en cartel sea del agrado de todos los ceutíes, que tenga una vasta difusión y anuncie a todos que Cristo va a empezar a caminar por las calles caballas, caminemos todos juntos a su encuentro por el sendero de su amor.
 

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