No cabe duda que es una enorme satisfacción la consecución
de cualquier premio, sin embargo, para mí, cofrade SIN
FRONTERAS, aficionado a la fotografía, la plasmación gráfica
en papel de una de mis fotografías es mucho más que ganar un
premio, puesto que un cartel de Semana Santa está siempre
por encima de un simple concurso fotográfico donde se premia
la habilidad, la experiencia y los conocimientos prácticos
de fotografía, porque aquí el fotógrafo debe ser ante todo
COFRADE, haber vestido la túnica nazarena o haber sentido el
peso de la trabajadera, para de esta forma sentir
profundamente la Semana Santa, y así conseguir así que el
objetivo de su cámara capte siempre la belleza, la devoción
y el sentimiento cofrade del pueblo ceutí. Fue Joaquín
Romero Murube, el finísimo escritor sevillano, quien afirmó
que «la Semana Santa de toda la geografía mística española
es uno de los temas más difíciles, esquivos y delicados que
se pueden tentar y medir la autenticidad de todas las
plumas». Y también por qué no, se podría decir ahora de las
cámaras fotográficas... La Semana santa, por su naturaleza
intrínseca, es difícil de fotografiar, se huele, se palpa,
se percibe, se contempla, se gusta, se siente, se reza, se
vibra, se llora, se canta, en definitiva es una vivencia
personal. ¿Se pueden fotografiar las vivencias personales?.
Os puedo asegurar que la Semana Santa es un auténtico
desafío para la autenticidad de la visión y de la medida de
la fe en Cristo resucitado del fotógrafo. Por otro lado,
debo de confesaros que la fotografía en la Semana Santa es
para mí, no solo un reto, sino un instrumento de oración,
mediante el cual también se puede estar más cerca de Dios.
Me considero un COFRADE SIN FRONTERAS, pero ser COFRADE, es
una condición que no siempre está bien visto en algunos
foros, pero como sevillano que soy, nacido en la tierra de
María Santísima, creo que como dijo el eterno pregonero D.
Antonio Rodríguez Buzón en 1956 «ser cofrade es uno de los
atributos más profundos y hermosos que una persona de fe
puede tener y ostentar».
El hecho que haya sido elegida una de mis fotografías,
supone para mí una doble satisfacción, por una parte, y si
me permiten ustedes la expresión, mediante esa fotografía me
convierto en el pregonero gráfico del sentimiento cofrade
del pueblo caballa, que un año más sacará a la luz el cartel
de Semana Santa, y por el otro el hecho que sea la primera
vez que tomo fotografías en Ceuta, con la gran suerte de que
una de ellas sea la que anuncie la llegada de la cuaresma y
la víspera de la semana Santa del 2011.
La fotografía que se presenta como cartel el pasado
miércoles de ceniza y que fue titulada como «las tinieblas
del viernes santo», tiene para mí un elevado índice de
impacto así como un enorme valor sentimental, pues
representa el momento álgido de la muerte del redentor.
¿Quién no siente un escalofrío por todo su cuerpo, quién no
siente en su alma la pena, cuando en los albores de la
agonía de la tarde del Viernes Santo, cuando la luna se
cubre y se llena, en la penumbra que queda de ese contraluz
iluminado por los póstumos rayos de la tarde, se pasea con
majestad suprema el Cristo de la Buena Muerte en su
misericordia plena?
Y en esa tarde del Viernes Santo, el fotógrafo cofrade busca
a Cristo en las esquinas, y siente su amor en cada rincón de
la Ceuta cofrade, lo encuentra en los Remedios, lo sigue
hasta la plaza de los Reyes, en la calle Real, y al final
del paseo de Revellín, agotado por la marcha y por la
esclavitud de su tarea, reza en silencio…
«Déjame descansar en esa altura
de tu dulce costado dolorido
tengo lleno de polvo mi vestido
y el corazón cargado de amargura.
Pero al contemplar por mi objetivo
la luz que emana de tu figura
siento mis dedos dormidos
y crece en mi una hermosura
de claveles en mi pecho estremecido
y correr por mi sangre un encendido
manantial sin riveras de ternura.
Cristo de la Buena Muerte pendiente del madero,
ayúdame a seguir siempre detrás de tu figura,
no me dejes solo que tengo miedo
de no poder captar tu hermosura,
y encender mi cámara no puedo
en la sombra y las tinieblas del camino.
Señor tú estabas siempre a mi lado,
con tu rostro lleno de ternura
y yo sin saberlo te buscaba
por la sombra y el sendero del destino,
y tú me esperabas desvelado,
lleno de amor y de cariño,
qué alegría Señor haber llegado,
para ver tu espalda desnuda
y en la calle haberte encontrado,
cuando la luz de la tarde se hace oscura
como la lanza del romano a tu costado,
y grabar por mi objetivo
la sombra que emana de tu figura,
siendo mi retina tu testigo
y mi ceguera mi pecado».
Solo me queda desear que esta fotografía trasformada en
cartel sea del agrado de todos los ceutíes, que tenga una
vasta difusión y anuncie a todos que Cristo va a empezar a
caminar por las calles caballas, caminemos todos juntos a su
encuentro por el sendero de su amor.
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