PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - JUEVES, 10 DE MARZO DE 2011

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

En Ceuta, sin cantar bajo la lluvia
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Definitivamente no. No está el tiempo para cánticos ni para elegantes bailoteos en plan Ginger Rogers y Fred Astaire, mayormente por los peligros intrínsecos que supone el circular por las aceras ceutíes. Sí, por las aceras, algo que me ha sorprendido desagradablemente ya que de donde yo vengo hace mucho que los conductores, por mor del civismo, la convivencia, los derechos humanos y la prudencia más elemental, tienen muy asumido el que, cuando llueve al estilo del sur, que es siempre un poco en plan “gota fría” hay que “extremar las precauciones” y rodar a velocidades mínimas, no para evitar accidentes, hacer acuaplaning y tal, sino para no duchar a los viandantes que van por las aceras cuando el vehículo pasa, a marcha regular, sobre los charcos.

En Málaga, al menos y en Marbella, doy fe, el conductor trata de no salpicar, cierto es que durante años las broncas incalificables y los altercados entre el transeúnte empapado y el responsable del baño, eran de órdago. De perseguir al coche para pillarle en un semáforo y liarse a pelear con el conductor, llegando en ocasiones a las manos. Y también a los pies. Y también a los cabezazos y todo salpimentado por los insultos más escabrosos y con reclamaciones sobre el terreno de dinero para llevar la ropa mojada al tinte.

Bueno, Andalucía es Andalucía, auténtica, racial y coherente. Porque educar a los ciudadanos en la más genuina conciencia cívica es un imperativo ético para la sociedad. Y se conduce a ritmo de tortuga, por civismo y por no meterse en grescas. Pero aquí la gente es más educada y más paciente, será por las loas a esa preciosa y lacrimosa virtud que es “la tolerancia”, así que parece que ha de “tolerarse” para evitar “la crispación” que los automovilistas ignoren los baches convertidos en estanques, los desniveles que son lagos de agua sucia y cualquier otro accidente topográfico que pudiere aparecer en la calzada y fuera susceptible de llenarse de agua y convertirse en un charco.

Nada de nada. La marcha no se aminora, se supera el obstáculo acuático a velocidad “normal” y quienes van por la acera, malamente resguardados de la lluvia por un paraguas que oscila a los embates del levante, acaban comprendiendo que, ni el paraguas, ni la capucha, ni la madre que los parió, sirven para nada. Porque lo que no consigue la borrasca lo culmina el primero que pasa pisando el acelerador y el transeúnte va a acabar, de cualquier forma, empapadito y corriendo en busca de un paracetamol. ¿Experiencia directa? El pasado fin de semana, en la esquina del parador, de cara al precioso paseo marítimo y esperando el verde en el semáforo, fueron dos chapuzones consecutivos antes de huir y esperar al semáforo a una distancia prudente. Y ayer martes, ola de salpicadura de charco en plena Gran Vía.

Cierto es que, la gente, aprende con la experiencia, pero no se puede incitar a la ciudadanía a una política de respuesta visceral y de bronca ; tampoco concienciar a los conductores es cosa de un par de días. Por eso lo más adecuado sería rellenar los baches, tapar con firme los agujeros, espiar los lugares donde se forman charcos, charcas e incluso lagunas en miniatura y parchearlo como buenamente se pueda. Sobre todo de cara al turismo y a los visitantes, porque si mojan a un autóctono siempre puede resignarse y alargarse a su domicilio para un cambio de look, pero si le pilla a un turista se tiene que pasar el día entero chorreandito, sobre todo si es un visitante de los que voy-que vengo en el barco grande y en estos días, poniéndose a morir con el levante. En estos días y lo que nos queda, porque tenemos la borrasca y el sistema nuboso metido en lo alto de los inexistentes cuernos del toro de Osborne (los melillenses lo tienen, nosotros no porque no nos deben considerar lo bastante guapos) la borrasca mediterránea con ramalazos atlánticos dando lugar a escenas de gran belleza cromática en el exterior y escenas de inenarrable cabreo y hartazgo psicológico, irritación por aquello de que el tiempo no nos es favorable, anhelo de primavera y encima saliendo a airearse como quien sale a las trincheras, semiagazapados y espiando con desconfianza a los vehículos que se acercan. ¿Aminorará la marcha en el charco? ¡Parece que aminora, no me aparto! Pero no aminora y aunque te apartes todas las aceras de Ceuta no son las de la Gran Vía y los pronósticos apuntan a que, mas de uno y más de dos, retornaremos a nuestro hogar helados y enfurecidos tras la ducha de agua y de barro. ¿Comprenden como resulta inadecuado cantar bajo “esta” lluvia? Y menos aún bailar a los Fred Astaire, es que, esta lluvia no motiva artísticamente, a la vista está.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto