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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 9 DE MARZO DE 2011

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Control permanente en el Hacho
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Es algo que me agrada poder resaltar, aunque he tenido que dejar sin publicar la columna que tenía preparada desde hace días, para hoy, abordando este problema.

En nuestro propio periódico El Pueblo de Ceuta se habían dado pelos y señales de lo que estaba sucediendo en el Hacho, donde, entre la maleza, había una serie de escondites en los que un grupo de subsaharianos se ocultaban y observaban todos los movimientos, en torno a la planta de Urbaser, para saltar, a las primeras de cambio, e introducirse en alguno de los camiones, con la intención de así poder llegar a la Península.

El trabajo por parte de la Guardia Civil ha dado sus frutos y con estos primeros controles exhaustivos, de momento, han sido varias las huidas que se han frustrado y que, con toda seguridad, estarían programadas para dar el salto definitivo.

Hace un par de días hubo la primera de las batidas, hacía falta ya, una vez que se ha decidido cortar esta situación, de raíz, con el establecimiento de un control permanente, hasta que esté erradicado este problema, para ciento y un días, y que significaría otro foco de atracción desarticulado.

Y es que la Guardia Civil ha activado un control permanente en el Monte Hacho y muy cerca de la Planta de Transferencia de Urbaser.

Con esto se desarticula ese acoso diario que se daba por parte de los inmigrantes, sin papeles, cuando trataban de colarse en alguno de los camiones.

La labor, que a nadie se le olvide, no ha sido fácil. El hambre da fuerzas a la imaginación para intentar superar las dificultades, sean las que sean, que se presentan, por muy complicadas y grandes que se presenten, por lo que los subsaharianos han recurrido a todo, tratando de despistar a los propios guardias civiles y a todo aquel, que se hubiera acercado a ese lugar.

Riesgos ha habido, pero para todos, y muy especialmente para la Guardia Civil, esto que no se le escape a nadie, además de que en algún momento, en la huida hubo situaciones tensas, al quedar acorralado alguno, por lo abrupto del terreno.

Ahí ya se entra en otro terreno y ahí la Guardia Civil, mejor que nadie, sabía como tenía que actuar y actuó de forma que se evitó algún problema mayor, como podía haber sido que el inmigrante cercado y sin una posible salida se hubiera lanzado al vacío desde esa zona del acantilado.

Aquí se cumplió con el deber, primero tratando de impedir la escapada, luego sabiendo por donde se tenía que abordar todo el problema y, por último, “echando una mano” al subsahariano que no tenía más salidas.

Se ha abordado un problema que era muy complicado, un problema en un terreno que sólo era conocido, a medias, por quienes querían salir de Ceuta, como fuera.

Desde ahora, con ese control permanente, en un lugar emblemático como es el Monte Hacho, una de las posibles zona de escapatorias o de fuga, de manera clandestina, se ha cerrado y lo que falta por saber es cuando y por donde va a comenzar otra ruta alternativa, al estar esta cerrada, para que pueda permitir lo que esta ha truncado, cuando era el punto más débil por el que se podía salir de Ceuta, sin ser vistos, y esquivando todo tipo de controles, primero en Ceuta y luego, a su llegada en Algeciras
 

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