Es algo que me agrada poder
resaltar, aunque he tenido que dejar sin publicar la columna
que tenía preparada desde hace días, para hoy, abordando
este problema.
En nuestro propio periódico El Pueblo de Ceuta se habían
dado pelos y señales de lo que estaba sucediendo en el
Hacho, donde, entre la maleza, había una serie de escondites
en los que un grupo de subsaharianos se ocultaban y
observaban todos los movimientos, en torno a la planta de
Urbaser, para saltar, a las primeras de cambio, e
introducirse en alguno de los camiones, con la intención de
así poder llegar a la Península.
El trabajo por parte de la Guardia Civil ha dado sus frutos
y con estos primeros controles exhaustivos, de momento, han
sido varias las huidas que se han frustrado y que, con toda
seguridad, estarían programadas para dar el salto
definitivo.
Hace un par de días hubo la primera de las batidas, hacía
falta ya, una vez que se ha decidido cortar esta situación,
de raíz, con el establecimiento de un control permanente,
hasta que esté erradicado este problema, para ciento y un
días, y que significaría otro foco de atracción
desarticulado.
Y es que la Guardia Civil ha activado un control permanente
en el Monte Hacho y muy cerca de la Planta de Transferencia
de Urbaser.
Con esto se desarticula ese acoso diario que se daba por
parte de los inmigrantes, sin papeles, cuando trataban de
colarse en alguno de los camiones.
La labor, que a nadie se le olvide, no ha sido fácil. El
hambre da fuerzas a la imaginación para intentar superar las
dificultades, sean las que sean, que se presentan, por muy
complicadas y grandes que se presenten, por lo que los
subsaharianos han recurrido a todo, tratando de despistar a
los propios guardias civiles y a todo aquel, que se hubiera
acercado a ese lugar.
Riesgos ha habido, pero para todos, y muy especialmente para
la Guardia Civil, esto que no se le escape a nadie, además
de que en algún momento, en la huida hubo situaciones
tensas, al quedar acorralado alguno, por lo abrupto del
terreno.
Ahí ya se entra en otro terreno y ahí la Guardia Civil,
mejor que nadie, sabía como tenía que actuar y actuó de
forma que se evitó algún problema mayor, como podía haber
sido que el inmigrante cercado y sin una posible salida se
hubiera lanzado al vacío desde esa zona del acantilado.
Aquí se cumplió con el deber, primero tratando de impedir la
escapada, luego sabiendo por donde se tenía que abordar todo
el problema y, por último, “echando una mano” al
subsahariano que no tenía más salidas.
Se ha abordado un problema que era muy complicado, un
problema en un terreno que sólo era conocido, a medias, por
quienes querían salir de Ceuta, como fuera.
Desde ahora, con ese control permanente, en un lugar
emblemático como es el Monte Hacho, una de las posibles zona
de escapatorias o de fuga, de manera clandestina, se ha
cerrado y lo que falta por saber es cuando y por donde va a
comenzar otra ruta alternativa, al estar esta cerrada, para
que pueda permitir lo que esta ha truncado, cuando era el
punto más débil por el que se podía salir de Ceuta, sin ser
vistos, y esquivando todo tipo de controles, primero en
Ceuta y luego, a su llegada en Algeciras
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