Tetuán amanecía ayer sábado
virtualmente “tomado” por las fuerzas de seguridad mientras
en Xauen las Fuerzas Auxiliares, dependientes del ministerio
del Interior, mantenían posiciones en la antigua Plaza de
España (hoy Mohamed V) y la explanada de El Parador, entre
la empinada medina “andalusí” y a la sombra de la vieja
alcazaba. En todo Marruecos se vive una alerta continua, el
país está en calma pero da la impresión de que los agentes
sociales impulsores del cambio están esperando para mover
ficha el desenlace de la caída del sangriento régimen libio
y la marcha o ejecución del fanático y criminal de guerra
Gadafi, tenebroso personaje ligado al terrorismo
internacional y que el mundo llamado civilizado, con
Occidente a la cabeza, si tuviera un ápice de vergüenza ya
debería haber quitado de en medio hace tiempo.
Bien sé lo que escribí el domingo pasado y en lo que me
mantengo. A ver, el corrupto e incompetente Primer ministro
Abbas El Fassi estaba hace dos viernes virtualmente
dimitido, pero como bien dice un popular refrán de este
bello país “si vives en Marruecos no te extrañes de nada”.
Los movimientos a favor de un cambio renovador y profundo
son amplios, pero no menos fuertes son las resistencias y el
opaco entramado istiqlalí, junto al de los nuevos
cortesanos, se resiste a emprender la marcha abandonando sus
prebendas. Pero créanme cuando les escribo que el conjunto
de los marroquíes de a pie, gente amable, sufrida y
trabajadora, están hasta la coronilla de los Fassi y de los
Fihri, de los Fihri y de los Fassi, de su prepotencia, redes
clientelares y corruptelas varias. Y es que como clama a los
cuatro vientos la presidenta de la Asociación Marroquí de
Derechos Humanos, Khadiya Ryadi, “Este gobierno no tiene más
credibilidad”. Y de seguir al profesor Mohamed Darif, los
marroquíes tampoco creen más en los partidos políticos que,
el pasado 20-F, siguieron en sus poltronas dejando en la
calle a los ciudadanos, la gente, el pueblo…, ese pueblo que
respeta a su joven Soberano y en el que éste debería
apoyarse para, dando un enérgico golpe de timón, virar hacia
un puerto seguro. Porque la persistencia de la situación
actual es lo que seguirá dando alas a la desestabilización.
El pasado 22 de febrero el príncipe Mulay Hicham, primo
hermano de Mohamed VI, advertía en Le Monde: “El cambio debe
operarse y se operará, pero no será instaurado de arriba
hacia abajo. El comandante de abordo tiene necesidad de un
copiloto, el pueblo marroquí”. Punto pelota.
Hasta el momento solo la Unión Socialista de Fuerza
Populares (USFP) y sectores del Partido de la Justicia y el
Desarrollo (los islamistas parlamentarios del PJD) han
mostrado su solidaridad con los manifestantes del 20-F,
reclamando cambios estructurales y una reforma de la
Constitución. No tengo duda de que en breve habrá un nuevo
gobierno. Mientras, hoy domingo y mañana lunes se reúne en
su sede rabatí del barrio de Los Naranjos el Consejo
Nacional del PJD, con una semana de antelación a la fecha
prevista. Curioso. Entre los temas a tratar, la “luz verde”
para la posible inclusión de alguno de sus líderes en un
eventual nuevo gobierno así como la preparación de una
posible moción de censura a su secretario general, Benkirán.
Por otro lado, los “tractoristas” del Partido de la
Autenticidad y la Modernidad, del ambicioso y ubicuo El
Himma, siguen enfangándose: el alcalde de la vecina ciudad
de Tánger, destacado miembro del PAM y hermano del oscuro
Ilías El Omari, quién podría estar siendo investigado a
fondo por la DGED de Mansuri, está torpedeando la puesta en
marcha de una reunión para auditar los gastos de la baladía
(ayuntamiento). Visto.
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