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sociedad - DOMINGO, 6 DE MARZO DE 2011


imagen del faro de punta almina. reduan

REPORTAJE / Faro de Punta Almina
 

Destellos en el horizonte

Desde que en diciembre de 1855 el
Faro de Punta Almina alumbrara por
primera vez las costas ceutíes, su
función como sistema de ayuda a la navegación desafía al paso del tiempo
 

CEUTA
Paulina Rodríguez

ceuta
@elpueblodeceuta.com

En una época de tantas, y tan rápidas, transformaciones, resulta alentador comprobar que hay tradiciones que desafían al implacable paso del tiempo. Han pasado muchos años desde aquel frío diciembre de 1855. En la primera noche de aquel mes se encendió “por vez primera, y seguirá alumbrando en lo sucesivo, desde la puesta hasta la salida del sol, el nuevo faro de luz de eclipses, establecido en la cúspide del Cerro de los Mosqueros”. Nacía, de esta forma, el imponente Faro de Punta Almina.

Dos siglos, muchas barcos, tormentas y nieblas han trascurrido. Pero la silueta del faro permanece inquebrantable y, en la actualidad, son tres apasionados del mar quienes se encargan del mantenimiento de las instalaciones. Personas a quienes les ha unido una mezcla de trabajo y devoción por un oficio que atrapa. Santiago Tortosa, murciano de nacimiento y ceutí de adopción desde 1988. El caballa Francisco Alarcón, el único de los tres que no reside en el faro y, por último, el gallego Jorge Lureiro.

Cada uno de ellos se reparte todas las funciones que deben realizarse diariamente. Tortosa se encarga de la parte administrativa. Realizó la oposición para formar parte del cuerpo técnico de Señales Marítimas en 1986. Dos años después le surgió la oportunidad de cambiar su vida en Murcia por una nueva en Ceuta. No la desperdició e, incluso, cuando en el año 1992 se promulgó la Ley de Puertos pudo optar por abandonar su puesto de farero. La decisión de continuar no le costó nada, “vocación de funcionario no he tenido nunca”.

De pequeño admiraba profundamente a su tío, marino de guerra, y aunque no siguió exactamente sus pasos sí ha conseguido trabajar en algo tan vinculado con el mar. Desde que él llegó sólo han tenido dos problemas graves y el motivo fue igual en ambos casos, “los mayores enemigos de un faro son los rayos, son auténticas bombas”. Una de estas tormentas provocó un incendio en la instalación eléctrica y el servicio tuvo que suspenderse... pero sólo una noche. Al día siguiente el haz de luz volvió a ejercer su función de guía.

Para evitar esos contratiempos, a principios de la década de los 90 quedó instalada un sistema de protección denominado “jaula de Faraday” que recubre todo el edificio. También en esa época se vivió un momento determinante como fue comenzar a depender de la Autoridad Portuaria de Ceuta, en lugar de la Demarcación de costas de Andalucía, “la inversión y la atención han aumentado, además del grado de compromiso”.

La función de un faro continúa siendo extremadamente útil a pesar de la irrupción de las nuevas tecnologías, “no conozco ningún faro que haya dejado de estar operativo, de hecho, se siguen encendiendo y construyendo algunos nuevos”. No obstante, de forma paralela se han desarrollado otros sistemas de ayuda a la navegación como el “GPS diferencial”. Aunque en Ceuta no hay instalaciones físicas de esta tecnología, la red que recorre Tarifa o Málaga si alcanza las costas ceutíes. El GPS ha sustituido a los radios faro que sí eran “tecnología obsoleta”. Los sistemas visuales, por el contrario, “no están cuestionados”.

Tortosa sí lamenta la retirada paulatina de las sirenas de niebla. Fue una decisión a nivel nacional que, en opinión del farero, tendría que haber contemplado “casos particulares”. Las habituales nieblas de agosto en Ceuta justificaban el mantenimiento de la sirena de Punta Almina, que dependía del propio faro. La necesidad hizo que tuviera que instalarse una menor en la bocana del Puerto.

La sensación de estar contemplando un mecanismo fascinante aumenta cuando Tortosa muestra la joya de la corona del faro, la óptica de “cristal de roca tallado y bronce”. Un magnífico artilugio que data de 1917, fecha en la que se construyó en París. De cerca impresiona y aún más lo hace su coste, “de valor incalculable ya que ni se fabrican ya”. Actualmente es una de las más grandes que continúan en servicio en España, “hay un par de ópticas de dimensiones similares y en Canarias se encuentra una con un tamaño algo mayor”. Sin embargo, la gran mayoría suelen ser más pequeñas y baratas. Su calidad y rendimiento está a prueba de bombas, “el motor inglés no falla y, además, tenemos uno de reserva”. La óptica flota sobre una cuba de mercurio que debe ser limpiada en una operación “tóxica y peligrosa”.

Cada atardecer, como se viene realizando desde hace 156 años de manera ininterrumpida, se reproducirá el mismo ritual: Una luz saldrá de la lámpara de forma unidireccional y se concentrará en un haz que barrirá todo el horizonte. De esta forma, “el marino tendrá la apariencia de un destello”. Más de 180 faros en España cumplen con esa misión imperecedera. Una figura reconocible en muchas de las ciudades costeras, una tradición marinera sin visos de desaparecer. Las costas ceutíes volverán a alumbrase hoy con la luz que surge del Faro de Punta Almina.
 

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