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OPINIÓN - SÁBADO, 5 DE MARZO DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Mohamed Alí se ha apartado de su camino
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

La primera vez que yo hablé con Mohamed Alí, creo que fue para entrevistarle. Y ya ha llovido desde entonces. Me contó que procedía de una familia humilde, que se había sacrificado muchísimo para que él pudiera hacer la carrera de abogado. Y me dijo que la había terminado con honores.

Cuando le pregunté por el éxito que había obtenido en las urnas, comprendí perfectamente que estaba ante una persona educada, preparada, y rebosante de ilusiones. También con la cabeza repleta de deseos que trataban de salir a la superficie sin orden ni concierto. En suma: la mente de Mohamed Alí estaba llena de ideas que adolecían de falta de control y que comenzaban a ser víctimas de su impaciencia por alcanzar cuanto antes la meta que se había propuesto.

De sus palabras, rápidamente deduje que la figura del presidente de la Ciudad se le había atragantado. Que en vez de celebrar su éxito en las urnas, como líder de la UDCE, lo que hacía es martirizarse pensando en que Juan Vivas había obtenido una mayoría aplastante, al frente de una derecha rancia, cuyos militantes tenían todas las trazas de ser cavernícolas.

En aquel momento, le recordé que los partidos estaban necesitados de militancia. Y que la militancia, una vez conseguida, no se alimentaba solamente de discursos. Y que él estaba viviendo un momento espléndido por la fuerza que le proporcionaba ser el jefe de la oposición. Su respuesta, más o menos, fue que había llegado a la política para convertirse en el principal valedor de la izquierda en esta ciudad.

Entonces, dije para mis adentros: vaya, he aquí un hombre dispuesto a hacer prevalecer sus ideales por encima de cuestiones materiales. Y a partir de ese momento mantuve un interés especial en seguirle los pasos. Tuve mucha suerte, claro que sí; porque el líder de la UDCE salía todos los días en este medio. Y me fui empapando de lo que pensaba en cada momento.

Pronto, quizá jugando con la ventaja de haber descubierto, años atrás, que en la cabeza de Alí reinaba la anarquía, comprendí que estaba ante un político que si bien había obtenido el éxito con facilidad, principiaba a dar muestras de no merecerlo. Aunque sabiendo que es mucho más difícil merecer los éxitos que obtenerlos, tampoco opiné de él severamente. Y además, por qué no decirlo, me cae la mar de bien. Sentimiento al que él ayuda con el buen trato que siempre me ha venido dispensando.

Para mantener el éxito se requiere disciplina y trabajo. La disciplina de Mohamed Alí, como político principal de un partido muy importante en Ceuta, no ha existido. Alí ha sido un hombre que nunca ha sabido realmente lo que hacer con el poder que le otorga estar al frente de la segunda fuerza más votada en una ciudad donde la convivencia no sólo es necesaria, sino que es vital por razones obvias. Y él viene jugando con fuego.

A Mohamed Alí, desgraciadamente, el éxito le ha apartado de su camino. Al margen de las camballadas que haya podido dar en esa búsqueda de pactos, el desvarío de este hombre se produjo cuando tuvo la desgraciada idea de aceptar una alianza con el PSPC. Con el único fin de formar pareja con otro sujeto que odia a Vivas más que él. El rencor es tóxico y perdedor.
 

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