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OPINIÓN - VIERNES, 4 DE MARZO DE 2011

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

¿Quién no teme a los bicicleteros-porculeros?
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Incomprensible escena : sobre las seis de la tarde del pasado martes, Plaza de la Marina, rincón mágico y apacible en el corazón de Ceuta, personas mayores, niños, mascotas, palomas y gorriones… Se diría que Ceuta ha cumplido mi sueño de convertirse en una ciudad de la ruta “Slow” que es, a nivel europeo lo “más” de la calidad de vida y del “ecochic”. Las ciudades “Slow” atraen al turismo de nivel más que la miel a las moscas. Apacibles, serenas, sin demasiada contaminación acústica, con escasa contaminación ambiental, lugares amables con un fuerte sentimiento ecológico y una clara apuesta por la cultura y por la belleza en todas sus representaciones…

Pero ¡Que Slow ni que coño, con perdón! Un grupo de muchachos con bicicletas, de esos a los que aquí llaman eufemísticamente “menoresss…” con mucha “ese” al final y que, en otros puntos son muchachos normales y corrientes, en pandilla, sin cascos protectores y sin que las bicicletas cumplan con las condiciones para circular, nada de luces de posición, todo de “aquella manera”. Gritos, carreras, riesgos de atropello, una pareja de guardias les indican educadamente que allí no pueden estar correteando. Y flipo. Porque la autoridad no parece reparar en que ni llevan cascos, ni llevan luces y están molestando. ¿Qué cual hubiera sido la actitud policial en cualquier ciudad andaluza? Identificar a los muchachos y pedirles las facturas de las bicicletas y visto lo visto de que andaban alborotando, llamar ¡pitiklin, pitiklin! Al furgón y empezar a cargar “Pásense con las facturas de compra y se las devolvemos”.

Parece que aquí prima el Slow a la hora de erradicar molestias, porque en la Península no te has dado cuenta, piden papeles, no hay papeles y ¡al furgón! todo lo que pillan, motos, bicicletas y grúas para los coches ¡y venga multas!.

Pero aquí todo en plan relax y a la media hora, los mismos bicicleteros se dedicaban a porculear bajando a toda velocidad por el Paseo del Revellín, asustando a los transeúntes, velocidad y gritos en plena zona peatonal. No diré que me imaginé idéntica escena en la malagueña calle Larios sencillamente porque es imposible. “Eso” no puede pasar. Los ciudadanos se les hubieran abalanzado para quitarles las bicicletas y tiene que llegar la policía para que la cosa no pase a mayores.

Recuerdo que hace un par de años un hombre, con la cabeza perdida, irrumpió en coche por Larios precisamente, hubo heridos por atropello y cuando el conductor llegó al final de la calle peatonal ya le seguía una muchedumbre para detenerle, le bajaron del vehículo, le dieron de palos y la policía tuvo que acudir a rescatarle. Los comportamientos incívicos suelen comportar una muy mala reacción ciudadana y la gente se amotina muy pronto, se subleva, reclama sus derechos, se enrabieta y reacciona. Aquí para mi sorpresa, se limitaban a apartarse y a bajar los ojos, nadie lanzó patadas a los bicicleteros para detenerles, todo muy Slow, aunque no atropellaron a ningún paseante porque se apartaban de un salto. Los muchachos crecidos y sobrados, gritos y velocidad. ¡Que ciudad tan extraña! En Marbella no hubieran dado la primera pedalada cuando hubieran tenido a los guardias a la vera pidiendo las facturas de los cacharros, porque las autoridades sienten y presientes cuando un grupillo va a liarla y entonces utilizan normas, leyes, ordenanzas y reglamentos para evitar conductas de riesgo. Evitar y erradicar. Porque si a unos tipos se les intervienen las bicicletas, se les identifica, se les causan todo tipo de esas pequeñas molestias que son un tributo a pagar para el desarrollo de una armónica y maravillosa convivencia ciudadana, se les hace ir y venir a la comisaría o al cuartel en busca de sus vehículos y se les hace entender que, la sociedad tiene mil y un intríngulis para bloquear comportamientos incívicos, entonces esos bicicleteros, si recuperan sus máquinas previa demostración de que les pertenecen y tras pagar las multas correspondientes, jamás vuelven al lugar de sus experimentos. Nunca. Porque nadie quiere problemas gratuitos.

Porculear a los ciudadanos sin coste alguno, puede resultar muy entretenido, porque muchos jóvenes tienen latente el germen del gamberrismo, natural en esas edades. Pero cuando el “porcuelo” tiene consecuencias desagradables, molestas, incordiantes , que si documentación, que si facturas, que si nos llevamos las bicis, que si esta bici va sin luces de posición, que si multa por circular por calle peatonal, los tipos, “allí” no vuelven.

¿Incordios y pierdetiempo para la Policía? Sí, pero es la única manera y la sola técnica disuasoria para evitar que, cualquier lugar de la ciudad pueda convertirse en un circuito, los ciudadanos se asusten y se irriten y se irriten por dos más uno si aprecian impunidad en las conductas. ¿Ceuta ciudad “Slow”? Sí, si se ponen los “yogurines de acero” del conjunto de la Policía, en sus manos está el que no nos “porculeen” requisito irrenunciable para convertirnos en tremendamente trendys y declaradamente lugar “slow”.
 

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