La representante del Ministerio Fiscal en la ciudad solicitó
ayer la pena de 3 años y 4 meses de prisión y una multa de
9.152 euros para una mujer que ocupó el banquillo por un
delito de tráfico de drogas que ella reconoció bajo el
alegato de que “la vida de mi madre dependía de mí”,
justificando su actuación en que procedía de Paraguaya y
estaba en España “sin papeles ni trabajo”. Circunstancias
que la defensa aprovechó para pedir que la condena de su
cliente fuese inferior.
Los agentes de la Guardia Civil detuvieron el pasado 4 de
febrero, sobre las 20:00 horas, a una mujer en el embarque
de pasajeros de la Estación Marítima que llevaba adosadas a
su cuerpo un total de 300 cápsulas de resina de hachís que
sumaron un peso exacto de 2.974 gramos, casi tres kilos de
la droga.
Por tales hechos, la representante del Ministerio Fiscal en
la ciudad solicitó una pena de tres años y cuatro meses de
prisión y una multa de 9.152 euros mientras que la defensa
pidió a la jueza de lo Penal que redujera la condena por las
circunstancias personales alegadas por la acusada que, si
bien reconoció el delito contra la salud pública que se le
imputaba, manifestó que necesitaba dinero y no tenía
trabajo. “La vida de mi madre dependía de mí porque necesita
ser operada. Viene a España desde Paraguay para conseguir
dinero y ahora me encuentro sin empleo y sin papeles”,
justificó la procesada.
Según el relato de la misma, había acordado con un
madrileño, al que había conocido limpiando un bar,
desplazarse hasta Ceuta, donde estuvo durante tres días con
los gastos del viaje pagados por ella misma. Su objetivo era
trasladar la sustancia estupefaciente hasta Madrid, donde le
pagarían 1.500 euros por el pase de dos kilos de hachís. Sin
embargo, en el pesaje de la sustancia intervenida, tanto en
las básculas de la Guardia Civil como del perito, arrojaron
los casi tres kilos. “Yo no pensaba venderla, sólo
trasladarla, aunque no tenía el teléfono del encargado
porque todo fue a la prisa por la necesidad urgente de la
operación de mi madre allá en Paraguay. Por eso vine y me
iba sola, sin pertenecer a ninguna red ni organización”,
añadió la imputada.
Por su parte, los dos agentes de la Guardia Civil declararon
en calidad de testigos que la detenida no había puesto
ningún tipo de resistencia en el cacheo y que habría
colaborado con la Justicia manifestando desde el principio
que iba a desplazar la droga. El debate se inició en el
juicio durante el interrogatorio a la perito por el peso de
la droga, que la acusada esgrimió que 400 gramos eran para
consumo propio, y que no sería posible que fuese más de lo
que había pactado. La experta, sin embargo, aseguró
taxativamente que “la báscula no tiene ningún margen de
error porque la calibro siempre a través de pesas”.
Finalmente, la jueza dejó el caso visto para sentencia.
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