El presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, y la
consejera de Bienestar Social, Mª Antonia Garbín,
homenajearon ayer a tres mujeres trabajadoras del Centro
Asistencial por sus años de dedicación tras haberse jubilado
recientemente, lo que aún no se creen, después de tanto
tiempo. Sus nombres son Antonia López García, Ana Santos
Priego y Mª Jesús Ramírez Méndez.
Ana Santos nos contaba que este homenaje “ha sido una gran
alegría, una gran sorpresa porque yo no me esperaba esto, he
sido muy bien acogida en mi trabajo, al que he dedicado 42
años, para mí ha sido un encanto trabajar con los niños, en
la casa cuna, en el Centro Asistencial”. Es por ello que “me
da mucha pena jubilarme”, de hecho “aún creo que estoy de
vacaciones, porque 42 años son toda una vida y he recibido
mucho de ellos”, nos aseguraba.
Antonia López, por su parte, decía que “ha sido lo más
maravilloso que me ha pasado en la vida, he tenido ratos
malos, pero más buenos que malos. He estado con ancianos,
con niños, 29 años muy feliz, he tenido muy buenas
compañeras, nos hemos llevado muy bien”, nos contaba
emocionada, bromeando con que “Mª Antonia Garbín y el
presidente nos han dado las gracias por lo bien que nos
hemos portado”.
La tercera homenajeada, Mª Jesús Ramírez, relataba que ahora
“realizaremos una vida de ama de casa, vienen unos años más
tranquilos. Yo he estado trabajando con los niños también 27
años, nos han dado mucho cariño, hemos tenido nuestros ratos
buenos y malos, pero ha sido nuestra casa”, destacando que
“el Centro Asistencial hace muy buena labor” y “seguiré
yendo por allí”, aunque también reconoció, pese a que de
cierta pena jubilarse que “es una felicidad llegar ya a esta
edad”.
De todos estos años, “no hay nada malo que destacar, hemos
pasado ratos muy buenos, los niños nos han dado mucho
cariño, aunque ahora ha cambiado todo, antes éramos como
padres para ellos”, nos aseguraba Ramírez, comparando con
que “ahora hay más educadores y se han repartido más el
trabajo”.
Con el paso del tiempo, nos contaron que han recibido la
visita de niños que ya están casados y con hijos, pues
“hemos criado muchos, hemos sufrido muchos problemas con
ellos y hemos llorado mucho con ellos”, nos relataron
emocionadas. Es el sentir del deber cumplido.
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