Así es la contradictoria realidad de la antidocencia. Una
profesora-tutora, en el curso 2009-2010, de dicho centro
educativo, que se debiera de entender como responsable de la
formación de personas, al hacerle entrega a J.D.M.R., alumno
de dicho Centro, de sus notas finales, en el mes de junio
del pasado curso, presumiblemente, fue la victimaria
generadora, que ha ejercido, con humillación un tácito
sometimiento, presionando y vejando al alumno aludido, en lo
que se suele denominar bullying (acoso en general), agravado
dicho hecho, por la tácita y presumible complicidad
silenciosa de algún docente concreto, dentro de dicho ámbito
del Centro educativo. El objetivo final, como en la mayoría
de los acosos, es que dicho alumno abandonase, en este caso,
su curso de Cocina, el 2º y último.
Pero, asimismo, el Sr. Director del Centro señalado y el Sr.
Director del Ministerio de Educación en Ceuta, que se les
presupone, por normativa, la obligación de intervenir para
dar solución a los conflictos o problemas que se les
plantean, han guardado un significativo y lamentable
silencio. Con esa “omerta”, ese espaldarazo silencioso,
tejen la lista de, presumible, complicidad de tal injusta,
vejatoria, incoherente y humillante acción. Es más, estos
responsables han expresado con su silencio su desinterés por
la situación del alumno, ya desde que este padre les remitió
sendos escrito, apenas comenzado el curso 2010-2011, pero ni
tan siquiera han optado por hallar una solución, una salida
para el alumno, o una justificación a tal canallesca
actuación, ellos son los, presuntos, responsables indirectos
de la no continuidad del alumno con su curso, no han
demostrado ni un atisbo de dignidad en los respectivos
ámbitos educativo o administrativo. El alumno, lo sigue
siendo, habida cuenta que no ha renunciado en momento alguno
y está matriculado y aceptado reglamentariamente en el
Centro.
La asistencia del alumno a sus clases no sería tarea
sencilla para él, se tornaría dificil y podría comportar una
nómina cuyo veredicto final, cuya resolución en la
evaluación última, en todas las hipótesis, ya estaría
decidida previamente. En estos casos, esa es la negativa y
paupérrima representación de instituciones públicas, a las
cuales contribuimos con nuestro dinero.
Algunas veces, tocar o hipotetizar sobre ciertos aspectos de
la vida, es hacer referencia directa a las relaciones de
poder, que terminan mudando ante determinadas
circunstancias. Es ahí cuando puede surgir el llamado abuso
de poder y lo que de él se deriva, y entre esas derivaciones
se podría encuadrar al acoso.
Lamentablemente, la asistencia a un Centro, un lugar donde
una persona, se entiende, va a formarse como tal, a adquirir
e incorporar conocimientos, a instruirse para poder avanzar
y progresar en su vida personal y laboral, esto, en muchas
ocasiones termina por transformarse en una tortura, para
determinados alumnos. El acoso escolar por parte de
determinados profesores hacia los alumnos es un evidente
desequilibrio de poder, pues la equiparación, que no se
podría sostener, entre alumno-profesor, no es posible,
habida cuenta que el poder es todo uno y es el docente quien
decide en última instancia.
La forma más común de acosar a un alumno, es la agresión
mediante la palabra, la humillación, el desprecio y el trato
desigual, bien en solitario alumno-profesor o ante los
demás. Si se intenta interpretar el sistema educativo,
determinados, docentes abusan de su situación de poder, por
una u otra razón que sólo ellos mismos conocen, y se centran
sobre determinados alumnos su “diana”, su “blanco”, y esos
alumnos, con estos frustrados docentes, sufren diversas y
variadas consecuencias, y entre ellas podríamos situar la
calificación de no apto en exámenes, sin causa visible, y
otras situaciones semejantes o paralelas. Pero en todo este
entramado, tiene mucho que ver la identidad del docente
acosador, que suele ser una alguien que transporta sus
problemas cotidianos, sus frustraciones, sus miserias
personales, hacia determinados alumnos, los cuales, obvio,
tendrían que recibir de esos docentes, instrucción y
formación. Esos acosadores, pueden ser personas con rasgos
narcisistas, que se autoconvencen de que están en posesión
de la razón en ese hostigamiento, y llegan a concebir que su
comportamiento es justo; son personas enfermizas que suelen
tener sentimientos de inferioridad y fracaso, incapaces de
afrontar su falta de capacidad, y para desviar la atención
sobre sus limitaciones arremeten contra otros; suelen
motivarse por algún tipo de temor, como puede ser el miedo a
ser dejados en ridículo por aquellos, u otros casos
similares. Lo habitual y más normal es que pueda tratarse de
personas con escasa o básica formación y preparación previa,
paro tampoco siempre es así, para tan árdua y enorme
responsabilidad, como es ser formador y educador de futuras
generaciones.
Lo peor, es que la víctima puede ser cualquiera, pero pueden
centrarse, con más facilidad en personas frágiles y
retraídas, como pudiera ser el caso del alumno en cuestión,
reflejado al principio de este escrito. El problema surge
cuando el docente acosador pone el ojo sobre él, por la
razón que sea, por temor a ser ridiculizada, por sus límites
en la enseñanza, y no tener la capacidad necesaria para
saber transmitir formacion a los alumnos.
Estos acosos suelen quedar impunes y contar con determinada
complicidad tácita. Estos acosos de docentes a alumnos, que
suelen tener sin cuidado a los primeros, puede llegar a
acarrear graves consecuencias para quien los sufre, y
pudiera derivar, entre otras cosas, en trastornos de
aprendizaje, rechazo a esa educación formal; pero eso poco
les importa a los que son culpables por su actuación, esos
prototipos de frustrados docentes. Es una agresión gratuita,
sin costes.
Con independencia de la forma en que se reviste, la mayoría
de los agresores o bullies (bullying), actúan movidos por un
abuso de poder y deseo de intimar y dominar, que es un rasgo
específico de estas relaciones.
El docente tiene encomendada la tarea de facilitar los
procesos de aprendizaje de conocimientos y actitudes, que
favorezca el acceso a la vida adulta, a otros estudios, al
mundo laboral. Y en el caso concreto referido al tutor,
debería ser alguien con capacidad de escucha en el espacio
educativo, con ética y valores y que es capaz de ayudar, de
servir a sus alumnos, dando ejemplo a éstos con su forma de
actuar, ayudando a la persona que más lo necesita, conocer
las diversas etapas del desarrollo humano, consciente,
orientador, con aceptación, observador, autorreflexivo, nada
más lejos de esto en el caso presente y con una carencia de
magisterio inconcebible.
Un buen tutor y educador, es el docente con empatía,
capacidad de escucha, que desprende confianza, con ética,
valores y que es capaz de servir a los alumnos. Un buen
tutor y educador, debe buscar en el alumno que aprenda a
conocerse a si mismo, valore sus cualidades, adquiera una
visión global de su entorno, aprenda a vivir en sociedad,
lograr un manejo de sus emociones y reacciones, aprender a
tolerar la frustracion. Pero sobre todo el tutor y educador,
debe ser, ante todo una persona que de ejemplo a sus alumnos
con su forma de actuar. Presumiblemente, de todo esto se ha
carecido en el caso presente contra J.D.M.R.
En este hecho, a J.D.M.R., se le ha dispensado un trato
humillante, vejatorio, impropio de unos docentes, que, en
ocasiones, empañan dicho nombre con estos comportamientos
regresivos e incoherentes, desde cualquier punto de vista
educativo básico. El docente es alguien muy distinto.
Y lo que ha ocurrido, lo ha sido, con, presunto, tácito,
silencioso y complicidad de otorgamiento de algunos otros
educadores y de unos responsables docentes y
administrativos, sin paliativos.
El Sr. Director del centro, a pesar de haber dirigido al
mismo escrito recibido en el Centro en fecha 4-10-2010, ha
olvidado la consideración que debe, la educación básica que
debería de dispensar a quien se dirige a él, como
responsable de un centro público, pero esa desconsideración,
aun está mas agravada si cupiere, y se traslada a la persona
que se entiende representa a un Ministerio de Educación, en
escrito dirigido al mismo en fecha 10-9-2010, por su forma
de no inacción, resguardándose y amparado en el,
incomprensible, absurdo y trasnochado, silencio
administrativo, salvavidas al que se aferran, para muchos
casos, y amparados por una ley incomprensiblemente caduca,
en ese sentido.
Es coherente y comprensible, la actuación de determinados
ciudadanos de esta u otras ciudades, cuando optan por el
silencio, por la no respuesta ante determinados ataques, en
todos los ámbitos, porque pendería sobre ellos una espada de
Dámocles. Ataques silenciosos, en ocasiones furibundos, que
intentan evitar por la tácita revancha que siempre conlleva
albergada, en una u otra forma, lo que proporciona márgen
para que se prodiguen estos hostiles comportamientos.
Esta denuncia pública pretende hacer una llamada de atención
a este tipo de incoherentes, inapropiados e injustos abusos,
mas común de lo que uno puede llegar a imaginar, que los
ciudadanos no opten por el silencio, que denuncien aunque
sea de forma anónima, pero que denuncien las situaciones de
injusticia tan frecuentas en esta llamada democracia, si es
que se pretende intentar cambiar las cosas en su estado
actual y pasivo. Le sobraban razones a aquel filósofo inglés
cuando le preguntaban por el significado de la democracia y
respondía: …..la democracia es ”dices lo que quieres y haces
lo que te dicen”.
Este padre no espera ninguna reacción oficialista ni docente
favorable, en tal caso, intuye, solo lo harían para
defenderse de una actuación que podrían presuponer
equitativa o insertarse la máscara ante una acusación
pública, como la presente.
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