Los cantos de sirena” existen, lo encontramos en las grandes
obras de la mitología clásica, ya saben, la típica escena de
navegantes escuchando voces cautivadoras que entonan
melodías maravillosas para hechizar a los marineros,
atraerles hacia las rocas y que naufraguen con todo el
equipo.
¿Y existen las sirenas?. En la mitología de la antigua
Grecia proliferaban, bellísimas, con largas melenas rubias,
idénticas a la Sirenita del cuento infantil. Luego, la
realidad es más prosaica en cuanto a la apariencia física de
esos extraños especimenes marinos. En Nápoles, cuando la II
Guerra Mundial tenían un ejemplar en un acuario, era el
orgullo de la ciudad pese a que no pasaba de ser una especie
de engendro con cola de pescado, la parte superior amorfa y
las aletas excesivamente desarrolladas con apariencia de
muñones. Pero los napolitanos, que son tremendamente
fantasiosos, andaban privados de emoción con su “sirena”.
Hasta que llegó el bando aliado, los americanos liberaron la
ciudad italiana y en un banquete oficial el General al mando
ofreció como “delicatessen” un guiso de sirenita en plan
plato principal, una manera bastante calamitosa de tratar a
un presunto ser mitológico. Pero con todo y con eso suerte
tuvo el pez-humano de que no se lo dieran de merienda a los
gatos.
No obstante preferimos pensar que existen las voces líricas
ofertando placeres innombrables en paraísos marinos, porque
esa creencia mítica forma parte de nuestra memoria genética.
Así que si retrotraemos el mundo de la leyenda a la
actualidad resulta imperativo pensar, de forma inevitable,
en la posición de Musa Rahal. En su valiente renuncia a
cargos y prebendas por mantenerse fiel a sus ideas y al
impacto que esta posición ha causado en el que ha sido hasta
estos mismos momentos, su electorado.
La opinión generalizada es que, la política ceutí no puede
ni debe renunciar a personas que demuestran ser capaces de
dimitir antes que perpetrar dos traiciones: a sí mismo y a
los votantes del partido que contribuyó a crear y a
conservar. La integridad y la entereza demostradas y
demostrables siempre tienen resultados políticos. Lo quiera
o no el interesado. Por mucho que desee quedar al margen de
cualquier actividad pública, es sencillo: no se lo van a
permitir. Ni Musa Rahal se lo puede permitir, porque eso sí
que sería una auténtica bofetada sin mano a aquellos que
siguen sus postulados, comparten sus ideas y se muestran
dispuestos a seguirle.
Si la UDCE consiguió un contingente de votantes y mantenerse
en él, fue a fuerza de demostrar una serie de capacidades y
de no defraudar las expectativas de sus seguidores. Pero la
operatividad no era 1º Mohamed Alí 2º Mohamed Alí y 3º Más
de lo mismo. Sino que la labor era conjunta, resultado de
los esfuerzos de un equipo humano en el que Musa Rahal
siempre contó, aportó y trabajó. El liderazgo personalista
unigénito es peligroso porque desaparece la cabeza y todo se
desmorona. La ventaja de aquel partido que fue y ya no es
era la labor compartida, la lealtad entre sus miembros y el
esfuerzo común. Nadie era imprescindible y al mismo tiempo
todos lo eran, hasta que UDCE dejó de “ser y estar” y
comenzó la desbandada, la desbandada que no las deserciones.
Desertar es “huir” y aunque el bochinche ideológico y el
batiburrillo de ideas que conforma la actual Coalición
Caballas provoca un rechazo generalizado, los que se van no
es por dejación, sino porque han comprendido que, la
formación actual, nada tiene que ver con lo que fue. ¿Se ha
vendido la UDCE por un plato de lentejas? No. Por un canto
de sirena que es aún más irreal y más increíblemente
absurdo.
Pero los cánticos son como todo: depende de donde provengan.
Porque no es lo mismo escuchar un canturreo desde el Fondo
Monetario Internacional que el melodioso chillido de la
muchacha vocalista del conjunto que actúa en el bar
“Scándalo” el más acreditado puticlub de Málaga. En su
momento Aróstegui se convirtió en barítono y Mohamed Alí
quedó subyugado. Pero las voces angelicales que le están
llegando o llegarán al carismático demócrata liberal Musa no
van a ser graznidos de cuervos enmascarados por corcheas y
semicorcheas ejecutadas por un pianista clásico, sino voces
auténticas con ofrecimientos concretos y plausibles
tendentes a rescatar para la vida pública a un hombre al que
la ciudad no puede ni debe renunciar, por su valía, porque
este Musa, le pongan donde le pongan, se adhiera a quien se
adhiera, vale.
Y es un tipo honesto, a la vista está. Y lo seguirá siendo y
encima parece impermeable a los cánticos y sabe distinguir
entre un canto real y un graznido de cuervos.
Dicen en “todas” las esferas que lo esencial para Ceuta es
recuperar a este político íntegro, sea como sea, al frente
de su propia formación, porque arrastra consigo las
lealtades inquebrantables de los votantes que presentan como
principal característica hacer gala de rectitud. Puede que
añadido a otro partido que sea similar en valores y
principios. O incluso rescatando mediante el lógico congreso
democrático, los restos de la UDCE y compitiendo con Mohamed
Alí en las urnas, cada cual encabezando su lista y su
propuesta: Alí con el sindicalista Aróstegui y Musa Rahal
con su propio equipo. Hoy por hoy, en unas primarias de UDCE,
Rahal arrasaría.
Los cantos se multiplican para Musa Rahal, Mohamed Alí
siguió fielmente la leyenda mitológica, hizo caso a la
llamada y se estrelló, en el caso de Rahal no hay sirenas,
sino gente buena, curiosamente de todos los signos y de
todos los grupos, quienes le tratan de encandilar de la
mejor manera para que su talento y sus cualidades no se
desperdicien.
¿Y quien tiene ahora que mover ficha?. Es el turno de Musa
Rahal. ¿Y con qué canto se quedará Musa?. Probablemente con
el de la Sirenita, que es un canto de esperanza, como todo
canto infantil.
Mohamed Alí todavía esta a tiempo de agudizar el oido.
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