Primero fuimos “fanáticos” y “racistas”, el clima se
enrareció, comparecieron desde el Gobierno y condenaron los
insultos. Luego se nos tachó de “ignorantes” y ahora somos
“arrastrados”.
La última abominación contra votantes y simpatizantes
populares parece haber pasado desapercibida para el aparato
del Partido Popular. Comprendo que la política de “A
palabras necias, oídos sordos” puede ser prudente para
evitar entrar en polémicas, pero hay ocasiones en las que
polemizar, viene a conformarse en imperativo moral y ético.
Máxime cuando los ataques son claramente inmotivados y no
obedecen más que a posturas personales de hostilidad
declarada contra todo lo que significan Vivas, su Partido,
su Gobierno, sus afiliados y sus votantes. Todos cogen rasca
y a todos alcanza tanto la rociada de fulminaciones
furibundas como las expresiones despectivas. Ceuta es sin
lugar a dudas la única ciudad de España donde determinada
oposición y determinado medio de comunicación parecen hacer
“alarde” de la aversión declarada que sienten hacia la
mayoría absoluta de la población y sus representantes
electos.
Comprendo igualmente que, la catadura de los detractores
haga que más de uno pregone aquello de que “No ofende quien
quiere, sino quien puede” y se limiten a ignorar los
desvaríos de estos profesionales en declarar hostilidades en
plan dinamiteros. Pero no es una postura correcta, porque
muchos ciudadanos ignoran la razón por la que son vejados,
sin comerlo ni beberlo y sin que nadie de la cara con una
actitud rotunda no diré de “repulsa, rechazo y condena”
porque suena a coletilla luctuosa de momentos trágicos, sino
con una actitud firme de respuesta dirigida a defender a
quienes son acusados, entre otras lindezas de “arrastrarse”
porque esa es una calificación muy vil y muy mezquina.
Los Gabinetes de Prensa de los Partidos suelen actuar en
estas coyunturas específicas y contar con buenas plumas,
perdón, con enérgicos y vigorosos dedos para teclear
argumentos rebatiendo las infamias, repeliendo las ofensivas
de los quintacolumnistas y defendiendo la honorabilidad de
todo un electorado injustamente ofendido, por el que hay que
dar la cara, no diré “de buena manera” sino de cualesquiera
de las maneras posibles.
No obstante, recogemos el guante del desafío y garantizamos
que vamos a ser y estar, con la amable y educada
contundencia que nos caracteriza, en todas y cada una de las
ocasiones en las que se ataquen o se ofendan nuestras ideas,
nuestros, valores, nuestros principios y a aquellos ceutíes
con los que formamos un “todo” sin diferencias, porque
estamos guiados por un propósito común y vamos en busca de
la consecución de idéntico fin.
Lo curioso es que, precisamente en estos momentos, con el PP
barriendo en las encuestas nacionales y presentando una
imagen acrisolada de operatividad y de capacidad, cuando
todo el pueblo español clama por el cambio, existen una
unidad de acción y un deseo ciudadano vivo y pujante de
regeneración a todos los niveles. Y precisamente en estos
momentos previos al cambio, la vida política no se encuentra
en fase de “incendio” sino que esta nueva transición, pese a
estar jalonada por los normales rifirrafes dialécticos desde
los escaños, se está desarrollando de una manera pausada. Se
critica lo normal, se comenta que, los que Gobiernan en
Madrid ya no ejercen sus funciones sino que se limitan a
improvisar leyes para vengarse de los españoles y
molestarles al máximo, pero todo presidido por una cierta
“entente cordiale” sin hacer mucha sangre.
Menos en Ceuta, donde hay que “dar la nota”, permitir que
ridiculicen a los futuros ganadores y a los suyos, que les
insulten y que les flagelen. Pésima imagen la falta de
contundencia a la hora de advertir el “por ahí no”.
Si se permite que nos llamen “arrastrados” por auténtico
pasotismo, está mal. Si es por un espíritu medroso, está
fatal. Y si es por pura displicencia, ignorando altivamente
las cargas de profundidad contra los votantes, eso es algo
que no hay quien lo entienda y desconcierta al electorado.
Cierto es que, genéticamente, el pueblo ceutí adolece de
flema británica, por la simple razón de que no somos
ingleses y la flema meridional es muy distinta y está muy
distante a la de los súbditos de Su Graciosa Majestad. No
somos flemáticos, pero si pragmáticos y cuando aquí se vota
a un representante se supone que lleva debajo de la chaqueta
una “camisa blindada” para sacar pecho por sus votantes y
para dar la cara por ellos, nunca para tener que aventurar
la pregunta de ¿Y quien da la cara por los “arrastrados”
votantes del PP?.
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