No es extraño que, en las
inmediaciones de alguna de las salidas de los barcos hacia
la península, aparezcan “los nervios” al llegar al control
de embarque, primero donde está la Guardia Civil y, más
tarde, donde se encuentra la Policía Nacional. Vistos
ciertos hechos uno puede llegar a comprenderlo.
Y digo esto, porque el pasado miércoles, cuando yo iba a
embarcar en el ferry de las once y media de la noche me
encontré con que un guardia civil tenía un talante, lo tuvo,
conmigo un tanto especial, por el hecho de que yo llevaba
subido el cristal de mi ventanilla y según él no había
atendido a una indicación suya.
No dudo de que el guardia civil, veterano él, tuviera razón,
si es que había hecho tal indicación, pero yo en aquel mismo
instante no creo que estuviera para fijarme mucho en ese
tipo de circunstancias, puesto que diez minutos antes me
acababan de notificar la muerte de la esposa de mi único
hermano.
Afortunadamente el veterano guardia civil debió darse cuenta
de que algo había fallado, de que nada anormal había hecho
yo y la cosa no pasó de ahí, porque de una primera actitud
de intransigencia pasó a las formas normales de un agente
que está de servicio, como cuando los demás estamos en
nuestro trabajo. Yo así lo valoro.
Y digo que hay razones, a veces, para “perder los nervios”
si estás esperando “algo” que puede ser comprometido y más
comprometido, aun, si en ese tinglado está “uno de tus
colegas”, también defensor o cuidador del orden, aunque sea
de otro cuerpo.
Aquí eso de café para todos, no es la vez primera que se
reparte y en la noche del sábado al domingo, una de las
redes de pase de marroquíes fue “pillada” en “su trabajo”,
con lo que unos cuantos, dicen que doce personas, han sido
detenidas.
Hasta aquí todo normal, pero lo que ya no es tan normal es
que en la red esa de “supuestos traficantes” de personas
esté un agente del orden, un policía nacional.
Esto huele mal y huele mal porque el policía, digno él donde
los haya, debía conocer el terreno mejor que nadie, del
cómo, donde y cuando era la mejor forma para que “el
negocio” fuera hacia delante.
La operación, según parece, se realizó en el Puerto, pero
dentro del barco que tenía la salida a las once y media de
la noche.
Un viaje, o una rotación, ésta que se presta a todo, aunque
sólo sea por la oscuridad o la nocturnidad.
Lo malo del caso para “los pájaros” que habrán ido a la
jaula, es que las investigaciones, en este caso, parece que
iban muy por delante de los propios hechos y venían
fraguándose, desde hace más de medio año.
Lo más chocante y peligroso es que se apunta a que el
policía nacional era la pieza clave, por ser uno de los
“nudos” de todo el entramado al dejar pasar los vehículos en
los que pasaban “los pasadores” con los marroquíes.
¿Qué había por detrás?. Lo que hubiera sólo él y sus
cómplices lo sabrán, de momento, pero, por un tiempo, a esta
red se le ha roto la malla principal al haberse cerrado
demasiado, más de lo que esperaban, el “filtro” por el que
intentaban colar algunos más de los muchos indocumentados o
entrados clandestinamente y, una vez en la península, se
quedan a su ventura.
Lo siento por el policía nacional, pero es que en todos los
cocidos puede haber un garbanzo negro.
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