Cada vez estoy más convencido de
que esa idea de que el deporte es el lazo de unión y recta
convivencia, entre las gentes, es un puro mito.
Y no hace falta más que echar un vistazo, en cualquier mes
del año, mientras hay competiciones, para darte cuenta de
que ahí cada uno va a lo suyo, y que, con tal de ganar,
valen los métodos que se hayan utilizado.
Eso sucede en el deporte profesional, en el amateur, en
partidos de solteros contra casados y en cualquier tipo de
competición. Pero lo lamentable es que las marrullerías, las
algaradas y todo tipo de problemas se den incluso en
categorías de cadetes. Eso no debiera entrar en el guión, ni
siquiera en el de los malos modos.
Esto es lamentable, es vergonzoso y define, por sí solo, a
esos “chiquillos” y a quienes les orientan. Hay que cortar
de raíz esto y si los chavales en cuestión, en vez de hacer
deporte, se quieren quedar jugando con “la play”, lo peor
será para ellos.
Hace un par de días me llamaba un amigo, desde Madrid, no
era el mejor momento para mí, cuando recibí esa llamada,
pero presté atención por el asunto.
Me decía mi amigo:” estoy viendo en Tele Madrid que unos
chavales de la categoría de cadetes han agredido a un
árbitro en Ceuta”.
La sorpresa era grande y más, cuando recorriendo emisoras de
radio y canales de televisión, veo en subtítulos en Marca
Televisión que hacen alusión a esto, Antena 3 TV, también,
dio la noticia como algo importante, en Canal Sur, que
cargaron, creo que con razón, sobre este hecho y algún otro
sucedido anteriormente ... y así un largo etc.
Es la forma de vender el nombre de Ceuta, por parte de
ciertos clubes y da vergüenza, o la da más, todavía, cuando
estos dos chavales, “auténticos chicos del deporte”,
pertenecen a un equipo que, en tiempos pasados, se han
jactado de ser verdaderos promotores del deporte y de la
educación, el equipo de San Agustín.
Uno que, en tiempos no muy lejanos, tuvo ciertas simpatías y
todo tipo de respeto por la forma de hacer deporte en San
Agustín, no pudo por menos de pensar en el Padre Casimiro,
un auténtico señor, o en mi buen amigo Manolo Herrera, que
era un educador nato.
Ahora, parece que es otra cosa y un escándalo de este tipo
no entra en los parámetros de lo que debe ser el deporte y
muy especialmente en un centro que, en tiempos, albergaba
“la crema y nata” de los chavales, pero que ahora, a la
vista está, más de un “macarrilla” suelto, también, parece
que viste ese uniforme deportivo.
No sé como van a actuar los comités, a la hora de sancionar,
pero espero y deseo que no se dejen llevar por la historia y
el nombre, porque si eso lo hacen otros chavales de esa
misma categoría, pero de ciertas barriadas, ya tendríamos
sanciones ejemplares, a la vista, por lo que lo único que
debemos pedir es equilibrio, respecto a otros. Y no conozco
a los chavales, no sé sus nombres, no voy a dar, ni
siquiera, sus iniciales, por lo que queda claro que nada
tengo a favor de ellos, ni en contra, como tales chavales,
pero sí me molestaría que no se midiera con el mismo rasero
que si hubieran sido de otra parte.
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