El pasado jueves asistimos a la
segunda inauguración del nuevo Auditorio ¿del Revellín o de
la Manzana? y nuestra impresión no pudo ser positiva, como
hubiera querido ser nuestro deseo, dadas las distintas
facetas artísticas que pudimos apreciar en su construcción.
Y que conste que no nos referimos mas que al Auditorio ya
que, como todo el personal que asistió al evento, no pudimos
acceder al conjunto arquitectónico (¿) por lo que únicamente
nos referiremos a lo que es el teatro-auditorio en sí.
La edificación se nos presenta como de arte cubista, es
decir, sin una sola concesión al arte propiamente dicho
tanto en sus accesos como en la fachada del conjunto
monumental y en el interior, dándonos la impresión de que se
ha construido con una versión muy personal de lo que tenía
que haberse llevado a cabo para que se hubiera conseguido,
aun con tintes de modernidad, una mejor y mas vistosa
construcción tanto del anfiteatro como del patio de butacas,
todas ellas, dicho sea de paso, de diseño muy corriente,
también de estilo cubista y construidas con materiales nada
nobles (ausencia de madera o barnices).
Faltan en todo el conjunto cortinas que le den el aspecto
regio del que disponen esta clase de salas destinada a
conciertos, recitales, representaciones teatrales, etc. así
como se denota la falta de lámparas. Todo en ello es, como
consecuencia de la técnica empleada en su construcción, de
líneas rectas (cubos) y algunas curvas como por ejemplo las
dos especies de claraboyas situadas en la parte central del
techo que, dicho sea de paso, tampoco contiene adorno alguno
a base de molduras que hubieran servido para reforzar la
obra de arquitectura, explicado todo ello, claro está, por
el método artístico empleado pasa la construcción, aparte de
lo reducido de su aforo (621 butacas) en comparación, con lo
que fue el antiguo teatro Cervantes (1.100) lo que se nos
antoja de verdadero rompecabezas para albergar a la ingente
afición existente en nuestra ciudad para asistir, por
ejemplo, a celebración del concurso de grupos con motivo de
las Fiestas de Carnaval. Por lo que respecta a su
iluminación, a través de los dos inmensos lucernarios
redondos citados ubicados en el techo y las dos torres de
cajas escénicas instaladas en cada uno de los laterales del
escenario, la hemos considerado muy aceptable, así como la
instalación de sonido que, a la vista de lo apreciado
durante el concierto llevado a cabo, se nos antoja de
excelente comportamiento acústico. Desconocemos los demás
servicios que contiene el conjunto de edificaciones que
comprenden el complejo del Auditorio, por lo que, como es
natural, no nos hemos permitido hacer comentarios sobre los
mismos. No queremos con ello menospreciar, ni tenemos
ninguna autoridad para ello, la ingente obra de su autor
Álvaro Siza, reconocida mundialmente como el Premio Pritzker,
sus catorce nombramientos de Doctor Honoris causa por
distintas universidades y mas de cincuenta premios
internaciones y medallas de oro, pero si expresar nuestra
modesta opinión de la impresión que hemos sacado, dado el
coste de mismo cercano de los 8.200 millones de las antiguas
pesetas, del Auditorio de Ceuta recientemente estrenado.
Mención aparte merece la actuación de la Orquesta
Filarmónica de Frankfurt con sus 86 profesores y la
magistral dirección de Inma Shara, que nos obsequiaron con
un verdadero concierto de música clásica, premiado con una
larga ovación de todo el publico asistente puesto en pié
durante varios minutos, del preludio de la Verbena de la
Paloma del maestro Gerónimo Giménez, “adornando”, su última
interpretación, con un tañer de castañuelas incluido (que
nos recordó la interpretación que hacía de la misma la
artista Lucero Tena en nuestros tiempos de estudiante en el
paraninfo de la Escuela Politécnica de Tetuán –Marruecos-),
Dicho sea de paso, no nos pareció tampoco muy adecuado el
anuncio, durante todo el concierto, de un reloj que figuraba
en la pantalla trasera del escenario.
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