En la vida hay veces, que uno tiene que poner pie en pared
para rebelarse y que no lo cataloguen con el apelativo de
“tonto”. Esta misma cara es la que se me quedó cuando el
pasado día 24 de Febrero de 2011, compré como es habitual en
mí los diarios “El Faro” y el “El Pueblo” llevándome una
gran sorpresa aderezada con una alta dosis de indignación.
Pude comprobar cómo ambos diarios incluían con todo lujo de
detalles suplementos sobre “La Manzana del Revellín”. He de
puntualizar que a todos los ciudadanos de Ceuta nos llena de
satisfacción poder contar con un complejo destinado a
actividades culturales, por lo tanto dicha inauguración es
una gran noticia. Todo ello deja de ser una gran noticia, al
menos para mí, cuando compruebo con inusitado asombro y
perplejidad que en los citados suplementos aparecen
anunciadas y enumeradas las diferentes empresas ceutíes y no
ceutíes que han participado en la construcción de dicha
obra. A mi edad la vista, gracias a Dios, aún la conservo en
plenas facultades y no pude apreciar el nombre de mi
empresa.
Les pondré en antecedentes y les explicaré que mi empresa,
la que tanto sacrificio me cuesta, la que con tanto
esfuerzo, en estos tiempos que corren, intento mantener a
flote y la que me despoja de tanto tiempo irrecuperable para
estar con mi querida familia, esa misma empresa sí que
trabajó en la Manzana del Revellín desde Julio del 2005
hasta Mayo de 2008, con todos sus días y más de una vez con
todas sus noches y por lo tanto fue parte en esta
consecución que estos días han podido disfrutar los ceutíes.
A dicha obra, cuando fui subcontratado por Corsán-Corviam,
le dediqué casi el total de los recursos humanos con los que
contaba la empresa llegando a renunciar y a ralentizar otras
obras y reformas paralelas dedicando el mayor de los
esfuerzos empresariales para cumplir plazos y objetivos,
llegando a convertirse en objetivo preferente para la
empresa gracias al sacrificio y esfuerzo de muchos
trabajadores de la misma. En aras a ese esfuerzo, dedicación
y sobre todo por las muchísimas horas en las que mi familia
notó mi ausencia, no puedo obviar este hecho. El descuido es
perdonable, el error también, pero la maldad disfrazada con
el traje de la omisión voluntaria es imperdonable. En el
decálogo de las personas de bien, no tiene que ausentarse la
frase “ que de bien nacido es ser agradecido..” y a Corsán-Corviam
(quizá recomendada, aconsejada y empujada por algún
iluminado institucional) que tan buenas y magníficas obras
realiza y ejecuta, le falta ejecutar la mejor de las obras:
la de ser agradecidos con el esfuerzo, con la dedicación y
sobre todo con el compromiso de los demás, aún a fuerza de
pagar “obligatoriamente” los 300 euros del valor del anuncio
como han hecho las demás empresas. Mi padre, del que heredé
mi humilde empresa, me enseñó que en este mundo de la
construcción me encontraría a personas que cuando te dan la
mano, en ello intrínsecamente, va el compromiso de ser
agradecidos. Sea como fuere, mi participación, el
compromiso, la dedicación y el esfuerzo en esta obra, estará
siempre reflejado en el mejor de los suplementos, ese que
está situado en mi memoria y en mi recuerdo……….
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