Regreso a casa en coche.
Los límites de velocidad de la autopista C-31 han
desaparecido.
Antes habían señalizado el largo recorrido desde la salida
de Barcelona hasta la de Montgat (13.50 kms) en distintas
velocidades, desde los 60 hasta los 80 km/h, siendo una
medida tomada por el antiguo tripartito (PSC, ICV, ERC) que
gobernaba la Comunidad Autónoma de Catalunya a través de la
Generalitat.
Las alegaciones que presentaron, cuando implantaron esas
medidas, eran la de reducir los riesgos de accidentes y la
contaminación.
Ya escribí un artículo sobre ello, afirmando que eran
medidas de ninguna manera compensatorias por cuanto esa
autopista es la que menos accidentes graves ha tenido desde
su apertura y, por otro lado, ir a menor velocidad sólo
servía para que se acumularan los gases a lo largo del
recorrido.
Con el nuevo gobierno de CiU en la Generalitat, y cumpliendo
su promesa, han vuelto los límites de velocidad adecuados,
120 km/h.
Pero ahora…, nuestro gozo en un pozo. El Gobierno estatal ha
decidido reducir la velocidad a 110 km/h en todo el
territorio del país, alegando que así gastaremos menos
petróleo.
La culpa la tiene el tirano de Gadafi ¿no?
Creo que los científicos matemáticos del país deberían
realizar unos cálculos muy exactos para ver lo que realmente
consume un coche.
Yo creo, con una ecuación sencilla: + velocidad + consumo –
tiempo = - velocidad – consumo + tiempo consumiendo.
O en garabatos imaginarios: +(v)+(c)-(t) = -(v)-(c)+(t)
O mejor dicho: corremos a 120/h y gastamos 8 litros en una
hora es, más o menos, igual a correr a 60 km/h, gastamos 6,6
litros pero tardamos dos horas que redundan en el consumo de
combustible lo que se transforma en poco más de 9,2 litros.
Hagan cuentas.
Sin contar, desde luego, en que la contaminación, que es la
misma, se expande más en ese tiempo largo.
Hice la prueba de fuego. Un viaje a Madrid a 120 km/h.
Consumí lo mismo al regreso a Barcelona corriendo a 90 km/h,
aunque llegué tarde para presenciar el partido de fútbol.
Bueno, no se devanen los sesos. Como estamos en vísperas de
Carnaval bien vale que disfracemos las ecuaciones.
El Gobierno dice que nos ahorraremos un pastón… ¿seguro? ¿no
repercutirán en nosotros los gastos derivados de cambiar las
señales y los plafones de todas las carreteras con rango de
autovía para arriba? Si encima suben los precios del
combustible… ¿Dónde ahorramos?
Si dicen que gastarán 250.000 euros en pegatinas con la
nueva velocidad… seguro que recuperarán con creces esa
cantidad gracias a las multas que recaudarán con esas
medidas.
Como siempre: paga el ciudadano.
A los que nos mandan, que no le toquen los huevos.
Por cierto que nos estamos acercando a los EE.UU en materia
de recaudación de impuestos. Hagan cuentas, excepto los
profesionales evasivos. Estos saben lo que hacen y suele ser
gente que siempre está arriba.
Tan arriba como los efectos mediáticos de una operación de
tumor mamario. ¿Por qué no hacemos esa campaña mediática de
todas y cada una de nuestras ciudadanas que han pasado por
ese calvario?... claro, estas no se presentan a elecciones
ni las votan.
Muy oportuna la triunfal entrada en un hospital, y posterior
salida, con elecciones cercanas. La vena maternalista y/o
paternalista de los madrileños suele ablandarse con esas
escenas.
Una mujer de bandera, aunque a mí no me guste como política,
es la vasca que pasó por el mismo episodio y decidió
retirarse. Eso es ser mujer valiente.
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