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OPINIÓN - DOMINGO, 27 DE FEBRERO DE 2011

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Un cáncer asesino
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Es lo más débil que me sale en estos momentos, pocos días después de escribir sobre el brote, ojalá que cogido a tiempo, de esta enfermedad, en la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid.

Lo que pensaba entonces y lo que deseaba, lo pienso y lo deseo ahora, para con Esperanza Aguirre, porque ya es bastante con esa maldición, convertida en enfermedad, que tienen que estar soportando, día y noche, muchas personas.

Y ese día, ya decía yo que, conocía, por tener en mi propia familia un caso, lo que eso significa, para lo que “las esperanzas” de solución, entonces, eran mínimas, y ahora ya inexistentes.

Yo había escrito esa columna, el martes por la tarde, para que saliera el jueves. Entonces, el martes, podíamos estar pensando, dentro de mi familia, que podría llegar el milagro, era lo único que, como creyentes, nos quedaba.

El tiempo ese de espera para el milagro fue muy corto, porque el miércoles a las nueve y media de la noche, la esposa de mi único hermano fallecía, tras unos 15 meses de padecimientos, de pasar semanas y semanas en hospitales, de soportar docenas de sesiones de “quimio” y de “radio”, y de ver, desde el cero al infinito, todos los estratos que uno quiera, pasando de un buen optimismo a la decepción y ..., así una vez y otra, sin parar.

No me gusta, creo que es la primera vez que lo hago, escribir de mi entorno, pero si, con motivo del cáncer de Esperanza Aguirre, saqué a colación una experiencia y un problema propio, haría muy mal no haber abordado esto, como lo estoy abordando ahora, por haberse producido el fallecimiento, a las pocas horas de yo escribir sobre esta circunstancia.

Y esto que, afortunadamente, en muchas ocasiones, se soluciona, en todas las que, por desgracia, terminan fatalmente, que son la mayor parte, no hay que achacarlo a los médicos de nuestras tierras que están trabajando al máximo con lo que la Ciencia ha puesto, hasta hoy, en sus manos.

Y tampoco hay que achacar estos elevados números, procentualmente hablando, de los que fallecen, frente a los que se salvan, a las instalaciones hospitalarias.

Todo es mejorable, es cierto, pero las instalaciones, los centros hospitalarios que nosotros hemos tenido que visitar, ahora, en repetidas ocasiones, tanto en Salamanca, como en Ávila o en Madrid los podemos considerar de “primera división”. Así como suena, aunque no haya habido la salvación que deseábamos.

Es posible que ninguna de todas ellas tenga, en esta materia, la fama de ciertos centros de EEUU o de algunos otros países pero, de principio a fin, dan la talla y cumplen a la perfección, especialmente en cuanto a profesionalidad y saber el terreno que pisan. El final ..., ya lo hemos dicho, la Ciencia llega a donde llega.

Ahora, aquí y en todo el mundo, el reto, especialmente para esta enfermedad, que lleva muchas décadas sin poder ser atajada, de verdad, está en que la Ciencia llegue hasta el final, y aunque en épocas de crisis, más vale dar un paso seguro en esto que estar ocupados en todo tipo de armamentos, cuanto más sofisticadas mejor.

Odio las armas y mucho más la enfermedad del cáncer, ese “bichito” de forma de diablo al que diría, “maldito eres, maldita sea la madre que te parió”. No hubiera podido reprimirme y dejar oculta esta expresión. Es lo que pienso.
 

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