Los carnavales están a la vuelta
de la esquina, y todos los aficionados a los mismos nos
preparamos para darle la bienvenida como sólo ellos se
merecen. Fiesta divertida y alegre donde las comparsas y
chirigotas entonan sus coplillas cargadas de críticas hacia
todos aquellos o todo aquello que, a su juicio, está mal
hecho.
Esperemos que no se saquen las
cosas de contexto, y las coplillas vayan a quienes vayan
dirigidas sepan aceptarla, como lo que son, una crítica de
humor, donde todos podemos ser criticados por alguna de
nuestras actuaciones.
Lógicamente aquellos que por haber
nacido en otra tierra, no entiendan el humor de los
carnavales les resulte difícil de entender esas críticas, no
acepten las mismas y hagan una montaña de un simple grano de
arena.
Cosa que ha sucedió para desgracia
de nuestros carnavales, dando al traste con comparsas y
chirigotas que ante esta situación han decidido
abandonarlos, dejando a todos los ceutíes, amantes de los
mismos, con el deseo de volverlos a ver sobre un escenario
cantando sus coplillas. Cosa que, al parecer, no volverá a
suceder.
Desde hace años, los carnavales
gaditanos famosos en el mundo entero, han ido perdiendo
caché debido a ciertas injerencias políticas que no les
permitía cantar ciertas coplillas que pudiese criticar a
determinados partidos. Como decía el Guerra, no Alfonso sino
el otro, “Hay gente pá to”
Politizar los carnavales o dejarse
llevar, los mismos, por la publicidad que le puedan ofrecer
es, sinceramente, acabar con lo que son y deben ser los
carnavales.
Y los que así no lo entiendan que
no vayan a verlos y que no se preocupen, ni poco ni mucho,
de lo que puedan decir las letrillas de las comparsas y
chirigotas.
O se hacen así y los carnavales,
incluido los nuestros irán muriendo sin que nadie le
encuentre el remedio para mantenerlos vivos. Porque unos
carnavales, donde las lerillas de las comparsas y chirigotas
carezcan de critica alguna, dejan de ser unos carnavales,
para convertirse en un concurso de cante sin mayor interés
que el buen hacer de los que componen las comarcas y
chirigotas. Para entendernos y dejarlo claro, los carnavales
se convertirían en un OT a celebrar cada año, dándole los
premios a los mejores cantantes de cada grupo.
El carnaval, se diga lo que se
diga, está en la calle y nunca en el concurso de comparsas y
chirigotas a celebrar en un teatro. Eso es, simple y
llanamente, un concurso en el que participan unos pocos. La
calle es el auténtico carnaval, donde participa todo el
pueblo con sus disfraces. Algo que parece que después de un
periodo de decadencia está volviendo a resurgir en nuestras
calles.
Algunos personajillos del tres al
cuarto, no les hacen falta ponerse careta alguna ni nuevo
disfraz, siempre van con la misma careta y el mismo disfraz
aunque con el paso del tiempo, ambas cosas se hayan
deteriorado tanto que han dejado ver su cara real. Esa cara
que se ocultaba tras la careta y que, al fin de cuenta, no
hay diferencia alguna entre la cara de la careta y la cara
real. Se hubiese ahorrado un dineral, al no comprar la
careta y ponerse, simplemente, una gomita.
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