El martes pasado, en una
conversación de mediodía, alguien sacó a relucir el nombre
de Mustafa Mizzian, e inmediatamente caí en la cuenta
de que se me había pasado la fecha de lo suyo sin
mencionarle. Así que he decidido transcribir literalmente la
columna que le dediqué horas antes de conocer su
fallecimiento.
“Todos los días me acuerdo de él. Y todos los días suelo
preguntar por él a sus más íntimos. De Mustafa Mizzian debo
decir que jamás, ni siquiera cuando yo no estaba de acuerdo
con su modo de actuar y lo hacía público, se permitió un mal
gesto contra mí ni, mucho menos, me mostró su desaprobación.
En cuanto me toca hablar de MM, fundador del Partido
Demócrata y Social de Ceuta, no puedo por menos que
acordarme de aquella noche de junio de 1999 en la que el GIL
arrasaba en las urnas y parecía que caminaba con paso firme
hacia la conquista de una mayoría que le permitiera gobernar
sin que nadie le tosiera.
En la sede del Partido Popular, entonces en Real 90, a
medida que avanzaba la noche e iban llegando las actas de
las mesas electorales, cundía el pesimismo. La derrota de
los populares se estaba produciendo y desde ese preciso
momento empezaron a desatarse las iras contra Jesús
Fortes. Quien permanecía en la Delegación del Gobierno.
Aquella noche de junio, en el patio del edificio que
albergaba la sede de los populares, a mí me tocó oír
opiniones contrarias a un JF que hasta entonces había sido
adorado por los mismos que ante la más que segura derrota no
dudaban ya de sacarle la piel a tiras. Pero no crean que
quienes despellejaban a JF eran militantes populares de
decir amén a todo, sino cargos destacados que empezaban a
darse cuenta de que se les estaba acabando el chollo de
mandar. No todos, claro está, que los había fieles al jefe
en momentos donde los votantes del GIL atronaban las calles
con sus gritos de entusiasmo y sus cánticos de victoria.
Pero esa noche, a mí se me ocurrió decirle a alguien, cuyo
nombre debo silenciar, que dejara el pesimismo a un lado
porque los votantes del PDSC no habían dicho la última
palabra. Y acerté. Una vez más mi intuición me había puesto
en el buen camino. De ahí que una hora más tarde, sentí una
enorme alegría al percibir con toda claridad, desde el patio
del edificio de Real 90, la explosión de júbilo expresada
por los componentes de una caravana de coches, todos
seguidores de MM, porque habían obtenido tres escaños. Los
que, junto a los dos obtenidos por los socialistas, darían a
Jesús Fortes la oportunidad de seguir siendo presidente de
la Ciudad.
Mustafa Mizzian, Mohamed Chaib y Hakim Abdeselam,
tres políticos de religión musulmana, tuvieron la
oportunidad, a partir de esa noche de junio de 1999, de
aceptar mucho dinero por parte de quienes querían asegurarse
el poder omnímodo de la ciudad; es decir, el GIL. Pero los
tres decidieron ayudar a Ceuta, por encima de todo,
poniéndose al servicio del PP.
Y los tres pagaron muy caro su comportamiento. Los dos
primeros fueron enjuiciados y ambos se resintieron
físicamente. ¿Casualidad…? Vaya usted a saber”.
Esta columna fue escrita horas antes de tener yo
conocimiento de la muerte de Mustafa Mizzian. Con quien
tantas veces compartí charla y al que aprecié lo suficiente
como para recordarle cuando se ha cumplido ya un año de lo
suyo.
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