Sin lugar a dudas, el cáncer
representa el anticipo de la partida de muy poca salud,
especialmente, si desde el primer día no te metes en la
cabeza que de ahí puedes salir.
Es una palabra maldita, que lleva tras sí, esa maldición,
todavía mayor, y un riesgo de muerte, de un % demasiado
grande.
Es la palabra que no quiero oír, y mucho menos si va
encaminada a alguien que quiero. Es la palabra, que desde
hace 15 meses, en mi familia, se está pronunciando y se está
viviendo, casi sin respiración.
Por eso, ahora mismo, cuando me acabo de enterar de que la
presidenta de la Comunidad de Madrid, ella misma, tras una
inauguración, ha dicho que le han detectado un cáncer y que
va a operarse, en el mismo instante de oír esto me he
dicho:”Otra buena persona más víctima de esta puta
maldición”. Es lo que pienso y es lo que seguiré pensando
hasta que de una vez, por todas, no vea, dudo que por mi
edad pueda llegar a conocerlo, que el cáncer, esté donde
esté es vencible.
Esperanza Aguirre es fuerte, es, yo diría, que indomable y
muy de frente tiene que haberle llegado para que no sea
capaz de sobre ponerse a ese mal. Pero es un cáncer.
¿Y ahora qué?. Es lo que se van a preguntar muchos de sus
votantes. Ahora nada, ella se presentará, ojalá que con el
alta médica y dará un ejemplo, uno más, de lo que es vivir
en medio de las dificultades, algunas casi insalvables, como
lo ha venido dando, desde hace años, en la propia Comunidad
de Madrid.
Que va a ser duro para ella, eso que no lo dude nadie. Que
va a ser duro para su equipo, eso está más que claro, pero
que con el cáncer, con el cáncer operado, o con lo que
tenga, va a dejarse la piel por demostrar, una vez más, su
dignidad y su valía, eso lo tienen bien asumido todos los
que viven en la Comunidad de Madrid, incluso los que no son
sus votantes.
Recuerdo el famoso día del accidente del helicóptero, en una
de sus visitas a un pueblo de Madrid, y como nada más salir
ella del helicóptero accidentado, no se preocupaba de ella,
sino que lo primero que hizo fue preguntar por el cámara que
viajaba, también, en ese mismo medio.
Más de uno se preguntará ¿Cómo puede uno estar en
condiciones de dar un discurso preelectoralista, con buen
ánimo y temple, si te acaban de decir que tienes un cáncer?.
A mí, desde luego, me costaría trabajo, me sería imposible
estar ahí con calma, ella, sin embargo, no parecía tener
nada y sólo tras la inauguración de ese tramo de carretera y
una vez que había cumplido con toda la oficialidad, luego
ya, en esa intimidad que da el cara a cara con los
periodistas que van con el político de turno, en repetidas
ocasiones, es cuando dijo que “ese cáncer va a retirar, por
unos días, a la propia Esperanza Aguirre, de todas sus
labores en la Comunidad”.
Y como una bomba cayó entre todos los más allegados a ella
que, hasta ese momento, no sabían nada.
Ella pidió que le deseen suerte para su recuperación. Desde
aquí ¡¡Mejor fuera!!, esa suerte se la deseamos, porque hoy
más que nunca, bien sabemos lo que es un maldito cáncer, yo
lo estoy viviendo de lejos, pero pendiente del teléfono, día
y noche. Lo que me afecta a mí, de alguien de mi familia,
hoy, parece no tener solución alguna, lo de Esperanza
Aguirre tiene que tenerla. Personas como ella hacen falta en
cargos públicos.
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