Jefe, perdone que le interrumpa,
ya se que mi colaboración con usted se debe única y
exclusivamente al dominical, donde le doy la mejores
exclusivas que nadie se puede imaginar pero, en verdad, con
la llegada de los carnavales, me encantaría hacerle una
pregunta.
Perdonado, enano, pero como tu bien dices te permitiré que
me hagas una sola pregunta relacionada, según tus propias
palabras, con los carnavales. Así que dispara, enano.
La pregunta que le quiero hacer, no es una pregunta que me
haya surgido en estos carnavales que están al llegar, como
quien dice a la vuelta de la esquina, sino desde hace muchos
años, desde que usted se largó de presentarlos.
Mira, enano, tengo el tiempo justo para terminar de escribir
el artículo. Así que me hace la pregunta o como se dice en
las bodas, o callas para siempre.
Vale, jefe, Zamora no se ganó en una hora. Ahí va la
pregunta, aunque conociéndole igual me sale por la vía de
Tarifa, para contestármela sin decirme nada. Vale, vale, le
hago la pregunta. ¿Qué siente usted cuándo están cerca los
carnavales y, usted, no estará presentado los mismos?. ¿No
siente como un gusanillo en su interior?
Te voy a contestar a la pregunta sin irme por la vía de
Tarifa. Y quiero que con esta contestación que te voy a dar,
quede todo claro para siempre, y nadie me vuelva a preguntar
más sobre el asunto.
Por principio te tengo que decir que abandoné los carnavales
porque así lo decidió el más nefasto de los concejales que
ha tenido jamás Festejos. O sea que no me fui, me echaron
los que mandaban en aquellos momentos en el Ayuntamiento.
Y lo hicieron sin saber que me hacían un gran favor, pues ya
había decidido no presentar más carnavales y mucho menos
mientras en el Ayuntamiento de Ceuta, gobernasen los que
estaban gobernando. Nunca me gustó colaborar con inútiles. A
las prueba me remito como cayeron los carnavales, bajo el
mandato de aquellos gobernantes.
Creo que te habrás quedado claro las razones que me llevaron
a no presentar más los carnavales. Ahora vamos a la segunda
parte, en la creo y confío que te quedará igualmente claro
la pregunta del gusanillo.
Yo no miento nunca, porque no se mentir, cosa qué no se muy
bien si será una virtud o un defecto. Para mi, personalmente
y en persona una virtud de la que me siento orgulloso. No
siento cuando se acercan los carnavales, absolutamente, nada
de nada, Me quedo igual que en estos momentos.
Yo tuve mi época, esa época pasó, trate de hacerlo lo mejor
que sabía, y siempre le estaré agradecido a todos los
compañeros que compartieron conmigo escenario. Fue una época
muy bonita, pero aguas pasadas no mueven molino.
Insisto no me produce ningún gusanillo el no estar en el
“madero” presentado los carnavales. Mira, enano, ni voy a
verlos, me quedo en casa, en el sofá y desde ese magnifico
lugar los contemplo como un espectáculo más de los que me
gustan. Hoy, soy un simple espectador. ¿Queda claro?
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