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sociedad - MIÉRCOLES, 23 DE FEBRERO DE 2011


alumnos recibiendo clases. gardeu.

  REPORTAJE / COMUNIDAD ISRAELITA
 

La lengua de los niños judíos

Los estudiantes de entre tres y catorce años de la población judía residente en Ceuta reciben lecciones de su lengua materna, así como de religión y leyes, cada tarde en la Sinagoga
 

CEUTA
Patricia Gardeu

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Shalom. Hola. Barukh haba. Bienvenido. Rav todot. Muchas gracias. Si la transliteración del hebreo al castellano es ya complicada, aún más lo es, para un hispanohablante, aprender hebreo con su caligrafía original y leyendo, como hacen los judíos, de derecha a izquierda. Sin embargo, Mena, Igal o Daniel, a pesar de llevar toda su vida en España, se desenvuelven en hebreo con agilidad y soltura. Son algunos de los niños de la comunidad judía residentes en Ceuta que acuden por las tardes a la sinagoga para recibir clases de su lengua materna.

El 20 de febrero de 1984, coincidiendo con la víspera del ‘Día Internacional de la lengua materna’, que se celebró ayer, el escritor húngaro Sándor Márai, exiliado en California, dejó anotado en su diario: “El problema crítico de todas las emigraciones es en qué medida asimila el desplazado el idioma de la comunidad que lo acoge, en detrimento de su lengua materna. (...) Cuando uno escribe en una lengua extranjera puede expresar ideas, pero ‘escribir’, es decir, crear, solo puede hacerlo en su idioma materno. Todo esto no era un secreto para mí cuando hace treinta y seis años me marché de Hungría: llegase adonde llegase, sería escritor húngaro.”

Fomentar el respeto y la convivencia entre las diferentes culturas es uno de los objetivos de dedicar un día a la defensa de las lenguas maternas. No perder las raíces, de las que, según Márai, nace no solo la necesidad de expresión, sino también la capacidad de creación. Además de ser la lengua, como explicaba el lingüista Ferdinand de Saussure, uno de los mayores vínculos de pertenencia al grupo.

La Ciudad se reafirmaba ayer, durante los actos del ‘Día Internacional de las lenguas maternas’, en su compromiso de proteger las diferentes lenguas, una necesidad que se hace aún más patente en una ciudad como Ceuta, en la que conviven una gran cantidad de personas que tienen el hebreo, el hindí, el árabe o el castellano como su lengua materna.

Hebreo desde niños

En la comunidad judía de Ceuta, que integran unas 700 personas, están muy pendientes de que los niños israelitas aprendan desde pequeños la lengua en la que está escrita la Torá. Por este motivo, se imparten, cada tarde, clases de hebreo, a diferentes niveles, a todos los niños y niñas, de entre tres y catorce años, de su comunidad. Las clases están separadas según sexo, en un aula se imparten las clases a las niñas, y en otra, a los niños.

Los profesores son dos, un matrimonio judío llegado desde latinoamérica para impartir, de forma voluntaria, las clases de hebreo en la comunidad israelita. “A través de la red internacional de judíos nos ofrecieron venirnos a Ceuta”, explica el profesor. “Queremos ayudar a difundir nuestra lengua”, agrega. Él imparte las clases a los chicos, y ella, a las chicas.

Mena, Igal y Daniel tienen nueve años y llevan desde muy pequeñitos acudiendo a clases dos veces por semana. “El hebreo es como cualquier lengua, que se aprende mejor si se empieza a estudiar antes; estos niños son muy buenos alumnos porque empezaron desde muy pequeños”, explica su profesor. “Es necesario que aprendan hebreo porque es la lengua de sus rezos y de su libro sagrado”, añade.

En la clase contigua reciben clase Galit y Esther, dos adolescentes de catorce y doce años respectivamente. A Galit le gusta leer y acaba de terminarse la novela romántica El cuaderno de Noah, del escritor norteamericano Nicholas Sparks, en una traducción al hebreo. Le ha encantado y, aunque asegura que le resulta más fácil leer en castellano, no pierde la ocasión de leer todos los libros en hebreo que caen en su mano. A Esther, sin embargo, le cuesta más.

Las chicas explican que, a veces, los compañeros del instituto de otras religiones no entienden que ellas tengan que ir a clase de hebreo, e incluso alguno se mete con ellas, pero que, a pesar de eso, están encantadas con aprender hebreo y quisieran “poder hablarlo mucho mejor”.

Rashí fue uno de los más célebres comentaristas de la Biblia y el Talmud, un erudito y legislador en materia de ley judía, además de un experto en lengua hebrea. Con libros que tratan sobre él, los niños se inician en la lengua hebrea. La Torá con Rashí (La parashá de la semana contada a los niños) es uno de los libros con los que estos jóvenes aprenden, ya que, según explica su profesor, “además de la lengua, les introduce en la religión”.

Otros libros que utilizan en clase son El midrash dice (El libro de Shemot. Éxodo) o Oneg Shabat. Las clases se inician con un repaso de lo aprendido otros días, después leen los libros didácticos y el maestro les va enseñando las historias que narra la Torá. Además de la lengua hebrea, los niños y las niñas de la comunidad israelita aprenden las leyes judías, las reglas en la alimentación, los rezos, los niveles de ortodoxia o las ofrendas que realiza su comunidad.
 

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