Desde que la Transición fue Transición la relación entre
políticos y medios de comunicación ha sido una especie de
fluctuación amor-odio con periodos de “entente cordiale” o
de declarado enfrentamiento. Y los enfrentamientos entre
políticos y medios de comunicación suelen ser auténticamente
feroces.
Siempre recuerdo el derrumbe del felipismo precedido de una
traca de cohetes propiciada por Pedro J. y El Mundo, cuando
el escándalo del GAL. Han sido muchos años contemplando las
maniobras y tejemanejes político-periodísticos, cada cual
arrimando el ascua a su sardina. Me refiero a nivel
nacional, con el todopoderoso Polanco y su grupo por un lado
y Pedrojota, Recoletos y sus mariachis por otro. Eran
gigantes de la información aliados con grupos políticos,
como siempre ha sido y será, aliados o arrejuntados,
utilizándose mutuamente. Se comentaba en medio tono de broma
que, los socialistas, en su época, se desayunaban con la
opinión dictada por un tipo llamado Prados en El País. Ese
Prados era bastante sabio, dictaba directrices, diseñaba
estrategias, asesoraba de manera indirecta y le hacían caso.
Por nuestra parte Pedrojota destapó el GAL, luego tuvo en
portada al orondo Jesús Gil durante un largo periodo de
tiempo, erigiéndose en justiciero para ofrecerle a Aznar la
cabeza del gordo que ganaba todas las elecciones . Ahora
están con el Faisán que, curiosamente y en fechas, coincide
con el movidón de la Operación Malaya y como estábamos tan
entretenidos juzgando a los malos malayos en los programas
del corazón, se “nos pasó” el chivatazo policial a ETA que
hoy, por fin, se está juzgando. Y se está juzgando porque
“interesa” y porque el montaje de la Malaya es tan evidente
que aburre hasta a los borregos y ya no es noticia. Aunque
sí es noticia el juicio de la Pantoja y juzgarla
paralelamente en “Sálvame de Luxe”, a ver si con eso se
calma el Faisán y el público se entretiene con los gimotéos
de la tonadillera y los pantalones de cuello vuelto de
Julián Muñoz.
Gazpachuelo de intereses, gigantes de la información
enfrentados, el Gobierno trajinando por una parte y el
futurible e inminente nuevo Gobierno de España por otra,
cada cual con sus palmeros y sus mariachis.
Lo que no es de recibo es que se trate de calcar en
Villaconejo la política de “pitiklines”, levantando el
auricular desde su despacho de la redacción y tratando de
condicionar con mayor o menor sutileza, la voluntad de los
representantes del pueblo. Si eso lo hace Pedrojota el
electo se podría echar a temblar y correr a Génova a
chivarse; si es del grupo de Polanco idem y correndija a
Ferraz. Pero la coneja tiene más bien pocas influencias como
para manipular con velados amedrantamientos. Y la jugada de
usar los “pitiklines” en plan casi coactivo y tratar de
conseguir “seguidismos” por parte de los políticos, puede
acabar mal para el del “pitiklín”. Y si el político se deja
influenciar y achantar por temor a ser pregonado o
vilipendiado en un futuro, es que, ese político, es un necio
y un mamarracho carente de redaños para poner a cada cual en
su lugar.
Hasta para ser condicionado hay que tener cierta clase. Que
condicione y acojone, supuestamente, un gigante de la
información tiene una cierta lógica, es normal recelar del
muy poderoso y además con eso contendientes se presume una
“categoría”. Pero ser condicionado o coaccionado por quienes
no hablan, sino echan bellotas, debe ser muy humillante para
el político “pitikleneado” o bien, el nivel del político es
tan bajuno como el de que echa las bellotas y entonces, es
normal.
Políticos y periodistas. El poder de unos y otros existe.
Pero no es lo mismo que se ponga al aparato mi amigo del
alma, el melillense Antonio Rubio, super crack subdirector
de El Mundo que sabe latín, que se ponga una coneja que
tiene menos poder y maneja menos influencias que las muñecas
Chochonas que se rifan en las ferias de pueblo. El que te
“pitiklinee” alguien importante da prestigio, el que te
intente condicionar la coneja es una auténtica humillación y
el que cae en la tentación de dejarse condicionar, en el
fondo y en la forma, puede que no sea más que otro Chochón .
Y eso no es serio, eso es un cutrerío y da una imagen fatal.
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