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OPINIÓN - MARTES, 22 DE FEBRERO DE 2011

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

El 23 F de hace treinta años
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Para más del 50% de los que vivimos hoy, aquello ya es pura prehistoria, para el resto, especialmente para los de mi generación, fueron unas horas de gran tensión y de una desilusión especial, por cuanto todos los esfuerzos de miles y miles de personas, que habían arriesgado, incluso, su propia libertad, se iba esfumando, por momentos.

Los tiempos, entre bastidores, estaban muy revueltos, especialmente porque la casta política que miraba, como siempre, para unos objetivos distintos a los que marcaba la realidad, iba buscando su lugar, iba tratando de situarse y no se daba cuenta de que, quienes realmente tenían el poder, los militares, no miraban, precisamente, en aquella misma dirección.

Meses atrás había habido más de un aviso, la propia dimisión de Suárez y alguna de sus crípticas frases daban la impresión de que no se podía “jugar”, como los más torpes del país, aunque listos para sus intereses, los políticos, querían estar jugando con algo que, entonces, era sagrado, aunque ahora esté devaluado: la unidad y el mantenimiento de unos valores inamovibles.

El 23 F de 1981 pasará a la historia como un instante comprometido, como un punto de partida, que nos ha llevado a nuestro mundo de hoy, pero que nos pudo haber hecho retroceder a mediados de siglo.

Estos días, volvemos a ver ciertas imágenes que aterraron a todo el país, pero esas imágenes, no lo olvidemos, fueron, tan sólo, la punta del iceberg de todo lo que se cocía en muchos cuarteles.

Tejero, su tricornio y su pistola, no eran más que la imagen del descontento, de la insatisfacción por lo que venía sucediendo, desde hacía muchos meses. Pero Tejero, el iluminado de turno, no estaba solo y no era la principal cabeza de aquel desatino.

Lo que ocurrió es que fue el más intransigente, fue el que menos tranquilidad tuvo y el que quiso “hacer la guerra por su cuenta”. Al final, afortunadamente, su impaciencia le perdió y el “golpe” terminó en una “simple intentona”. Mejor fue así.

Pero fue un serio aviso y un aviso al que más de uno le prestó toda su atención para no seguir jugando, en adelante, con juguetes peligrosos, especialmente con los valores tradicionales e intocables, en aquel momento.

Después de aquello, para muchos había sido una carnavalada más de nuestra historia, cada uno buscó su camino, pero un camino muy distinto al que venía buscando en aquellos meses.

Después de aquello, tras unas horas de tanques en las calles, especialmente en Valencia, los que tenían que estar en los cuarteles se volvieron a su sitio y unos cuantos fueron los que pagaron por su “traición” a lo más sagrado de la patria.

Hoy, a treinta años vista, uno no puede por menos de recordar aquellas horas angustiosas del secuestro de todos nuestros legítimos representantes y de unas horas en las que, “interiormente”, los subsecretarios “se constituyeron en Gobierno”.

De aquello se salió, Núñez Feijoo creo que era el que estaba votando cuando entró Tejero en el Palacio de la Carrera de San Jerónimo, y ha pasado a nuestra historia como el hombre que dejó su voto a medias por haberse interrumpido una sesión que era legal.

Hoy, en Ceuta, en mi pueblo o en la propia Carrera de San Jerónimo, más de uno dirá, sobre las seis de la tarde:” el esfuerzo corrió peligro, pero no se perdió todo”.
 

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