Decían nuestros tatarabuelos : “No se le puede poner una
vela a Dios y otra al diablo”. Y decimos hoy en plan entre
populachero y peyorativo “Ese tiene dos caras, como las
lentejas”. El resultado es el mismo: un elogio a la
coherencia, a la rectitud y a seguir, a machamartillo, los
principios y los ideales que caracterizan a nuestra escala
de valores. Que será mejor o peor, errada o verdadera,
criticable o digna de elogio, buena para unos y fatal para
otros, pero, sea lo que sea, es la nuestra, es nuestra
opción intelectual, humana y espiritual y somos fieles a
ella porque así lo hemos decidido, es nuestra elección. Y el
máximo exponente de la libertad individual es, precisamente,
ser libres para elegir, ser libres para acertar y también
para equivocarnos y ser libres para optar o no optar. Pero,
si se opta, hay que dar la talla, vestirse cada mañana por
los pies, tener las tripas de amianto ante las
descalificaciones y estar preparados para recibirlo todo: lo
malo y lo bueno.
Y esta reflexión viene a cuento, no como respuesta a
nuestros detractores, porque no es que pasemos “tres
pueblos” de lo que opinen, sino que pasamos “tres pueblos y
una Comunidad Autónoma”, porque, el que “ellos” nos premien
con sus abominaciones, es señal inequívoca de que no estamos
equivocados. Lo horroroso sería que les gustáramos,
entonces, apaga y vámonos. No es una respuesta, sino una
aseveración y una disertación y aunque esto no es el ágora
de Sócrates nos encanta disertar y más aún elucubrar
aseveraciones, ya que resulta más ameno.
La acusación de ser un “panfleto” siempre se puede rebatir
con todo tipo de rimas y versos entre groseros y coloquiales
y que finalizan irremediablemente con el verbo “meto”, eso
mismo, lo que están pensando, pero en más retorcido e
imaginativo amen de infinitamente más procaz y barriobajero.
Dejamos las rimas y letrillas erótico-festivas al ingenio
mental de cada lector y alegamos, tan certeramente como nos
es característico, que una cosa es seguir una línea
editorial y de valores concreta y otra es el “seguidismo”.
Seguir una línea es un elogio a la coherencia, el
“seguidismo” es baboso ¿Qué como de baboso? Pues diríamos
que “tan” baboso como la lectura, por parte del poeta local,
del soneto dedicado a la Ilustrísima Señora del Gobernador
Civil, en la clausura de los Juegos Florales de Albacete año
1960. Y les aseguramos que esos alardes poéticos, premiados
con “la flor natural” eran el summun de la babosería y el
poeta local agraciado con el premio de mil pesetas y la flor
natural, solía no tener sangre en las venas, sino genuinas
babas. Eso sí, rimando por José María Pemán, que era el
colmo de lo políticamente correcto en aquellos tiempos.
¡Nos negamos! ¡No vamos a recitar por Pemán para demostrar
nuestras simpatías ideológicas! ¿Cómo pueden decir que “esa”
es una postura soberbia y altiva a la par que estúpida y que
cuando hay que estar, se está y cuando hay que poner la
testiculina se pone? ¿Qué no tenemos testiculina? ¡Rimamos
por Pemán y por el primo del lucero del alba si se tercia! A
ver…
“En las urnas yo os espero
Sigma 2 tira hacia arriba
No hay en el Universo entero
Un pico con más salero
Que el que se gasta Juan Vivas”.
¿Qué dicen? ¿A que resulta “muy” emotivo? ¿Cómo se les ha
quedado el cuerpo? ¿Han constatado el sentimiento? Pues eso
no es nada, es tan solo la letrilla que dice “la coherencia
es prima de la competencia y se lleva a matar con la
indecencia”.
Aquí no se funciona bajo el dictamen del “Síndrome de
Estocolmo” y no aspiramos ni a “conformar” ni a “apaciguar”
a nadie. Ni tampoco aspiramos a que “nos perdonen”
premiándonos con su ramplona fraseología que es una especie
de “parque temático de los tópicos”. Porque, todo aquello
que vocalizan los que nos tildan de “panfletarios” presenta
la rara cualidad de que ya lo hemos escuchado con
anterioridad y en multitud de ocasiones.
Pasamos de apariencias, preferimos “ser” a “aparentar ser”.
En nuestro caso y desde la libertad, elegimos libremente ser
consecuentes con nuestras creencias y a eso se llama,
curiosamente, coherencia.
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