Lo que me faltaba!. Esta realidad
me excede y por si no fuera suficiente con que, desde El
Diario del Conejo, un tipo se dedique a llamarme “importada”
y “mercenaria”, ayer me desayuné con la luctuosa y anti
-ecológica noticia de que van a matar a parte de los
jabalíes de Benzú.
¿Y por qué van a matar a los pobres bichos? ¿Es que han
mordido o pateado a alguien? ¿No son parte del patrimonio
ecológico local en cuanto a exponentes de nuestra fauna
autóctona? ¿Suponen tal vez un gasto pecuniario para la
ciudad porque hay que librar partidas dinerarias para
tenerles bien alimentados, vacunados y en condiciones, como
hacen los gibraltareños con sus feísimos monos?. Pues no,
nada de eso. Además los jabalíes ceutíes no son ladrones,
como los monos de Gibraltar, que han llegado a entrar en las
casas de las zonas altas del peñón para saquear los
frigoríficos y están a la que salta a ver si les pueden
robar a los turistas los bolsos y las carteras. Que esta
analista sepa, nunca, jamás, un jabalí de Benzú ha cometido
un delito contra la propiedad, ni un simple hurto de la
merienda de un paseante, al revés, son honrados cochinos que
a nadie perjudican, están en su tierra y en sus montes,
porque tienen derecho a ello, son honestos y nada amigos de
lo ajeno y si se les quiere fotografiar se dejan y no piden
propina, como esos monos mugrientos a los que hay que
contentar con caramelos liados para que se estén quietos y
no te tiren de los pelos.
De hecho, si empiezan a asesinar con alevosía a los jabalíes
yo me tendré que plantear si estoy o no estoy cómoda en un
lugar donde se extermina a las criaturas del buen Dios, es
decir, que los jabalicidios van a conseguir lo que no ha
conseguido el botarate del conejo que me acusa de
“mercenaria” cuando la cuidadora de mi anciano esposo, que
está malito, cobra más cantidad mensual, de la que yo
percibo como rácana gratificación por mis servicios
literarios y periodísticos. Bueno, en realidad todo aquel
que trabaja por cuenta ajena está a sueldo y puede
considerarse “mercenario” y todo el que viene de otro lugar
“importado”. Y el eslogan de Ceuta, atendiendo a esta
política de rechazo al “extraño” sería un cartel en la
Estación Marítima en plan “Eres “forastero” y aquí no te
quiero. Que dice Chaves que aquí tu no cabes” ¡Como para
atraer al turismo!.
Y menos aún si se corre la voz de que se mata a la fauna
autóctona, a criaturitas de Dios que, si sobran, se pueden
exportar a otras regiones de España para repoblar. Lo
contrario hiere la sensibilidad ecológica que niega el
derecho a matar a cualquier ser vivo. Se puede matar a un
animal si es peligroso y te quiere comer. O para comer,
aunque el animal no esté muy de acuerdo. Eso dicen y señalan
nuestras creencias y reitera San Francisco de Asís y
requereiteran mis hermanísimas del alma Eva de Hoces, de
estirpe guerrera medieval y María Rosa Jimeno de Roca, de
bravío ADN murciano, ambas ecologistas y aunadas en la
oferta de que me vaya a trabajar a Marbella limpiando
portales en plan “mercenaria” que ganaré más que en una
tierra que no es capaz de promocionar “lo suyo” y
rentabilizarlo en condiciones.
¿Qué hay muchos jabalíes? Mejor. Se hace una “Ruta del
jabalí” y se toma prestados a los lindos jabatos, para
llevarlos a la granja-escuela para que los niños jueguen con
ellos, porque son como perritos y sirven de mascotas,
exactamente igual que los ultrachic cerditos vietnamitas que
tan de moda están y que el personal pasea por los paseos
marítimos de la Costa del Sol con las camisetitas de la
selección española y su correa. Es más, como el Peñón tiene
publicitados a sus feísimos monos ladrones, en pegatinas,
ceniceros, jarritas y postales, en Ceuta podrían potenciar
el turistéo rentabilizando a los encantadores jabatos y a
sus mamás. ¿O acaso han olvidado que uno de los héroes más
señeros de nuestras lecturas infantiles era, precisamente
“El Jabato”?.
Pues sí. Igualito que el toro de Osborne que ya han colocado
nuestros hermanos melillenses para fardar y que les aplaudan
dos : España y la UE , soplándonos la idea, como nos
soplarán la virgulilla sobre la e del nombre de la ciudad en
plan e de España con eñe. Eso, igualito que el toro, el
jabalí es emblema hispano, pertenece a nuestra memoria
genética, comparte nuestro carácter “echáo p´alante” y
ancestralmente es más celtíbero que la tatarabuela que nos
parió.
No me conformo. Hay que dirigirse de inmediato a la Fiscalía
de Medioambiente , ya ven, en la Península denuncian ante la
Fiscalía hasta la tala de un árbol y aquí el Fiscal no
planta los huevos y dice que no, que no se mata a ningún
cochino, que vengan los del Seprona con las jaulas y se los
lleven para Cazorla o para Almería, que como mucho, si algún
lugareño anda esmayáo y se quiere comer a un jabalí ya se
vería, pero por la cara no, que los Verdes y los Ecologistas
son muy folloneros y capaces son de llamar al Greenpeace y
amotinar a los bichos para que maquinen una sentada ante el
Ayuntamiento y llamen a la prensa.
En la Península la cosa va de otra manera. Mi hijo encontró
en la terraza a un mirlo con un ala rota, llamó a la
patrulla de Medioambiente y acudieron veloces, rescataron al
pájaro y al niño le dieron un pequeño diploma de “Amigo de
los animales”. Aquí no, aquí hace un par de días mataron a
un jabalí medanito, de cuarenta kilos y encima van y lo
cuentan, como si tuviera mucho mérito matar a un ser vivo.
La sensibilidad ecológica imperante entre la gente
civilizada conlleva un rechazo visceral a matar animales si
no es para comer, o porque es una fiera que te quiere
merendar. O un mono que te tira de los pelos y forcejea para
arrebatarte la cámara de fotos, bueno, en ese caso ni así,
porque llega la policía gibraltareña y te mete en la cárcel
que se llama “el castillo” por meterle una colleja al
mono-patrimonio ecológico.
No quiero que maten a los jabatillos, ni a sus madres, ni a
las palomas que picotean y se dan baños en la fuente de la
Plaza de España, ni a las gaviotas que se zambullen en las
nubes del levante, ni a los gorriones que demuestran que la
ciudad no está contaminada, porque huyen de los lugares
contaminados, no quiero que maten ni a los conejos, por muy
resabiados que estén. Y si aquí se está en ese plan yo me
largo a fregar a Marbella.
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