Para que así salpique a todo el
que pase cerca. Es la forma de hacer política del demagogo
Aróstegui, en época de no elecciones, pero cuando todos los
grupos que pretender competir en unos comicios, van buscando
sus estrategias para, cuando menos, dejarse ver.
Pero éste es tal la obsesión que tiene por manchar y
salpicar a todo el que se le acerque, que el
sindicalista-político, más aquello que esto, incluso echa un
pulso a los propios trabajadores de un medio, de momento a
los de uno, llamándoles mercenarios, cuando las
informaciones y las opiniones de ese medio no le gustan.
El pasado jueves dio la nota de verdad, en una rueda de
prensa, en algo así como presentar la coalición CABALLAS, y
dio la nota, con la cara avinagrada y descompuesta, cuando
una redactora de El Pueblo de Ceuta tuvo el tino de dar en
la diana de sus incongruencias e insultos hacia todos
aquellos, o una gran parte, que habían votado al PP.
Su cara avinagrada, lo repito, mostraba su talante, ante lo
que se le presenta en unas elecciones, en las que volverá a
estar, casi de espectador, en cuanto a resultados, porque ya
me dirán hasta donde puede llegar Ceuta con un personaje
como Aróstegui de concejal en el Ayuntamiento.
Ha elegido mal momento Aróstegui, para sacar a relucir su
talante hacia un medio de comunicación, y ha dejado a su
grupo, a quienes forman parte de Caballas, a los pies de
toda la caballería, cuando se han dado cuenta de que de él
no se va a poder fiar nadie, ni los propios aliados, si es
que sigue por ese camino, el único que sabe seguir, con el
insulto a los que no comulgan con sus ideas.
Uno que lleva aquí ya muchos años, media vida,
prácticamente, sabe lo que pueden dar, en esta tierra,
personajes como el sindicalista-político, Aróstegui, uno de
esos iluminados cuyo único afán está en llegar a la Asamblea
para, desde allí, con sus proclamas, romper lo que es la
marcha normal de la ciudad.
Intencionadamente, he dicho en varias ocasiones
sindicalista-político, lo de sindicalista porque desde CCOO,
un sindicato de clase de reconocida valía, es capaz de con
sus demagogias tener a muchas personas en movimiento, aunque
de sobra sabía él que no iban a conseguir más que molestar,
día tras día, a todos los comerciantes de la zona del
centro.
Con todo, eso alguien podría considerarlo como una
reivindicación de los trabajadores y apoyados por el
sindicato, pero además de no haber logrado ahí nada, ahora
se despacha con otros que están trabajando, sacando a la luz
pública, entre otras cosas, su incompetencia y su “apoyo”
hacia esos trabajadores es considerarlos como unos
mercenarios. Un golpe bajo del sindicato de Aróstegui a
quienes, estaban trabajando, no al dueño del medio, al
empresario. Una inconsecuencia más de Aróstegui.
Y a nadie extraña cualquiera de esas inconsecuencias
adoptadas por el sindicalista-político, lo suyo es hablar,
mal, pero hablar, y si con sus manifestaciones salpica el
barro a siete mejor que si es a uno solo, él logra así sus
objetivos, los suyos, con el cuento de una fábula más, pero,
afortunadamente, nadie se cree ya nada de lo que dice.
Porque, ahora, vaya chaparrón para Caballas, en el momento
en el que pretenden, como los demás grupos, hacer valer lo
“bueno” que tenga el grupo. Se ha vuelto a equivocar, volvió
a errar, ha elegido mal momento para el insulto y quien más
lo va a pagar será el grupo que confió en él, y eso que
sabían como era.
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