Hola Ceuta.
Tiempo hace que me he considerado desaparecido,
voluntariamente, de los medios de comunicación.
Una serie de achaques me ha hecho recorrer el viacrucis
antes de tiempo. Achaques de jubilado se entiende.
Escribiendo de jubilados… ¿Qué os parece la jubilación a los
67?
Supongamos que un hombre sufre un infarto de miocardio, su
señora lo descubre en el suelo y tras el susto llama al 112.
Llegada la ambulancia con los dos enfermeros, se da el
problema de bajar al enfermo e introducirlo en la misma,
acostado sobre la pertinente camilla portátil.
¿Qué cual es el problema?, pues resulta que el del ataque
cardíaco vive en el ático de un edificio de 8 pisos, los dos
enfermeros sobrepasan los 66 años de edad y tras subir las
escaleras porque el ascensor no funciona, acaban
despatarrados sobre el rellano realizando esfuerzos
sobrehumanos para recuperar el aliento.
Ya recuperados, se ven en el dilema de hacer descender la
camilla, portando un hombre de complexión robusta, por las
largas escaleras para llevarlo a la ambulancia.
Merced a la colaboración de algunos vecinos jóvenes, que
están en el paro, consiguen bajar al enfermo e introducirlo
en la ambulancia.
Ya en la ambulancia, el enfermo despierta de su coma
transitorio y ve que el conductor de la ambulancia es un
anciano de 67 años al que le faltan pocos días para
jubilarse.
Naturalmente, el conductor no quiere que le vean como un
anciano achacoso y no se pone las gafas por lo que, debido a
la pérdida de vista por la edad, no se da cuenta de que un
autocar cargado de niños escolares se le cruza en ese
instante delante.
El topetazo es de los que entran en los anales de la
historia de sucesos.
El conductor del autocar es otro anciano de 67 años, que se
jubilaría al día siguiente si no fuera porque falleció en el
acto al chocar la ambulancia con su bus.
En los alrededores del accidente existen sendas obras, de
construcción de viviendas, cuyos obreros bajan. como pueden,
para ayudar a rescatar a los niños accidentados. No
consiguen hacerlo porque resulta que son ancianos de 65, 66
y 67 años, con sus achaques y bastones, a los que no le
quedan fuerzas para nada más tras acarrear ladrillos y sacos
de cemento…
Resuelto el problema de los niños, merced a la llegada de
policías, bastante mayores, y jóvenes “nini” que andaban por
los alrededores mirando el cielo, se consiguió rescatar a
todos los niños con pequeños rasguños sin consideración de
lesiones.
Llegada una nueva ambulancia, al único que tuvieron que
llevar al hospital era al del infarto. El conductor de la
ambulancia accidentada salió ileso de milagro. Las otras
ambulancias se retiraron al no tener heridos, menos un coche
forense que se llevó al conductor del autobús.
Llegados al hospital y tras registrar el enfermo, la
enfermera, que era una señora de 67 años recién cumplidos y
que era el último día de su trabajo, confundió las fichas y
entregó al cirujano la de otro hombre que tenía úlcera
estomacal.
El cirujano, médico de 66 años, comenzó a rajarle el
estómago al enfermo de infarto de miocardio con tan mala
fortuna que su dentadura postiza cayera en la herida
abierta…
Resulta que el hombre del infarto es un parado de larga
duración, de 35 años, que acudía cada día al INEM para ver
si encontraba trabajo.
En las oficinas del INEM todos los empleados no bajan de los
65 y el presidente del Gobierno es un patriarca de 86 años…
Entretanto, la población juvenil y no tan juvenil suelen
levantarse a las 12 del mediodía, mendigar por las calles un
trozo de pan y soltar pestes sobre el Estado gerontológico
en que les toca vivir.
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