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OPINIÓN - VIERNES, 11 DE FEBRERO DE 2011

 
OPINIÓN / ANALISIS POLITICO

Caballas rizó el rizo del victimismo

Por Nuria de Madariaga


Decepcionante la rueda de prensa llevada a cabo ayer por Caballas, algún vestigio de novedades cuando inició la comparecencia Mohamed Alí, falsas esperanzas porque, la monótona intervención del segundo de a bordo de Caballas, se vio inmediatamente opacada por la incontinencia verbal del factotum Aróstegui, émulo del conejito de las pilas Duracell, que duran y duran… “Aquello” se hizo más largo que una misa gregoriana, pero el acto en sí, adolecía del mínimo positivismo y en absoluto de espiritualidad.

Era más bien una especie de disentería de fulminaciones y de vaderretros donde se pasaba de forma anárquica de las consabidas invocaciones y ordalías contra Carolina Pérez, a tratar de “demonizar”al Presidente Vivas en particular y a todos los votantes del Partido Popular en general, agitando el macabro espectro del “racismo”. ¿Se puede ser más burdamente oportunista? Lógico que, la dimisión de Carolina Pérez haya supuesto un duro varapalo para las aspiraciones de Caballas, encantados de poder presentar algo “similar” a un programa político en las próximas elecciones municipales, enjaretando toda su propuesta en torno al “racismo”, pero la dimisión de la ex consejera defraudó las aspiraciones de Mohamed Alí y de Aróstegui- Duracell, de ahí que estén dispuestos a “apretar” un poco más y de seguir echándole un pulso al electorado del PP y a sus representantes.

Las aspiraciones de la coalición ya no se ciñen a las “exigencias de cese” de Carolina Pérez, sino que quieren que abandone el escaño y por si abandona el escaño, quieren que sea expulsada del Partido Popular y no sabemos si, en su momento, desearán también que destierren de Ceuta a esta señora y que la echen de España. Por pedir que no quede y por decir tonterías que no se les añore, porque lo cierto es que, los de Caballas, son como son y tienen un cierto componente folklórico, un no sé qué de estulticia mantenida en el espacio y en el tiempo, rozando la metafísica. Resultan, de puro predecibles, algo irreales.

Mohamed Alí con sus abominaciones contra el Presidente Vivas a quien exige que realice un acto “solemne” para condenar las palabras de la ex consejera. De hecho, lo de “solemne” lo repitió varias veces, porque si Vivas da un comunicado sobre el tema, eso no vale porque no es “solemne”. Normal y lógico que, el segundo de a bordo de Caballas pida y pida, con la esperanza de que no se lo den y entonces tiene razones para “la confrontación”. ¿Qué quiere solemnidad? No hay problemas, sabemos de buena tinta que, el Presidente va a montar una parafernalia similar a la de la clausura del Año Santo Compostelano, con policía municipal a caballo, ujieres en traje de gran gala, un cura para lanzar misereres, la banda municipal y el concurso inigualable de algún poeta local para que recite “algo” alusivo y conmovedor. Y también la intervención estelar del ballet de “Las cuatro culturas”. Me entienden, algo “con empaque” solemne desde el punto de vista protocolario y con los requisitos inigualables de los actos públicos de contrición, todo el montaje por tal de conseguir el “egoteabsolvo” de Mohamed Alí y dejarle bien ante su escaso electorado. Porque seguirá siendo escaso, haga lo que haga, ningún hispanoárabe va a permitir que le manipulen ni le instrumentalicen intoxicándoles con el “todos racistas”.

Y digo hispanoárabe, como se dice en EEUU afroamericano, porque el uso y abuso del apelativo “musulmán” por Mohamed Alí me lleva a considerar que no es exactamente correcto identificar a un colectivo por sus creencias, mejor hispanoárabe, lingüísticamente es más adecuado y se acerca al entrañable hispanoamericano, resulta más elegante y no se alude a creencias, todas ellas dignísimas y respetables, como todo aquello que pertenece al plano íntimo del ciudadano.

Pero el número dos de Caballas, con su mantra de “racismo, superracismo, ultrarracismo” pergeñada para rascar el voto del descontento y de la intoxicación previa, cada día se asemeja más al celebérrimo “bombero pirómano” primero agita y luego tranquiliza. La ex consejera tiene que abandonar el escaño y el PP (por ahora) y Vivas hacer el “macromontaje solemne” y el Senado de la Nación “borrar las actas donde aparece la intervención de la ex consejera” ¡El susto que le va a entrar al Senado cuando le obliguen a “borrar” el acta! Y no solo eso, sino que hay que despedir a todos los de Asuntos Sociales que realizaron las estadísticas de desempleo, ayudas sociales y demás en Ceuta, porque son..

¿Qué son? ¡Pues racistas!. Lógico que me interesara en vivo y en directo acerca de que si, consideraban las estadísticas totalmente falsarias, él, Mohamed Alí, destacaría a un equipo de peritos para realizar las estadísticas de forma auténtica y adecuada. Pues no, Alí no quiere “nuevas” estadísticas ¿Y por qué? ¡Por racistas!. Eso sí, tanto Alí como Aróstegui “condenan” las amenazas contra Carolina Pérez.

Por eso, porque son muy cumplidos, quieren la condena “solemne” del Presidente Vivas a quien acusan de “esconderse bajo la mesa”. ¿A que resulta algo extraño? Puede que Vivas se escondiera bajo la mesa para echarse un cigarro y que no le pillara la secretaria, o estuviera buscando una moneda caída. Y cuando no se encuentra en el despacho oficial ¿Dónde se esconderá el Presidente más valorado de España? Ya sé, lleva una mesa de camping cuando va por la calle y de cuando en cuando se esconde debajo, luego la pliega, el escolta carga con ella y un poco más adelante la despliega y se mete debajo, se ve que le debe tener querencia, de hecho, las encuestas de Sigma 2 las examina siempre agazapado bajo la mesa y sentado en un cojín para alivio de sus posaderas peperas.
 


¡Que aburrimiento de Caballas!

¡Que aburrimiento de Caballas! Y lo digo pidiendo perdón por mi falta de caridad, Mohamed Alí es el victimismo en estado puro. Estado puro que se recicla en catatónico cuando le pasa la palabra al factotum Aróstegui para alguna “aclaración” y el de las pilas Duracell rompe a hablar y ya no se calla nunca, todo rematadamente demagógico, previsible, esperado, tedioso, como si se estuviera entrenando para un concurso de sacamuelas, una especie de “record Guiness” de hablar sin respirar y sin decir estrictamente “nada” novedoso. Habla y habla ¿Qué ha dicho? Pues que todos son racistas. Sigue con su bola ¿Qué dice ahora? Pues sigue con el rollo del racismo. No para. Un segundo de pausa ¡albricias! No, decepción, ha sido para coger aire porque se iba a asfixiar la criatura¿Algo nuevo? No, seguimos siendo racistas. Parlotea, debe decir algo que considera conmovedor, porque pone voz y gesto de estar conmovido, los asistentes a la convocatoria bostezamos con disimulo y aguantamos, porque no le queremos ofender y Aróstegui es un señor que ya tiene una edad y le ha dado por ahí. ¿Y ahora qué? Pues nada, las futuras generaciones pagarán el ser racistas. Aróstegui se crece y se ofusca, porque pone cara de ofuscado, nos preocupamos un poco porque puede salirle un nódulo en las cuerdas vocales. Unos periodistas comentan por lo bajini que “Otra vez se ha comido al pobre Alí”. Y el coaligado sigue con su verborrea imparable, una especie de “aserejé” del racismo y con idéntico ritmo.

Hasta que llega el turno de preguntas. Y le preguntamos. ¡Horror y pavor! Se enfurece, eso es porque considera que le hemos “quitado” la palabra ¿Qué se la hemos quitado? ¡Mentira! La palabra se la llevó a su casa, junto al victimismo y la estulticia, la llevaba en el bolsillo de la chaqueta y cuando llegó a su casa la puso sobre el aparador de la salita y le puso su poquito de zanahoria cortada, también hay que darle de comer al conejito de Duracell.
 

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