El furibundo ataque recibido ayer
desde la sede de la coalición Caballas, que lidera Juan Luis
Aróstegui, tendrá su segunda parte en sede judicial. El
ideólogo impenitente, ahora de esta asociación política a la
que se agarra como clavo ardiendo para alcanzar un deseado
escaño en la Asamblea, deberá demostrar lo afirmado
públicamente.
Tendrá que traer las pruebas pertinentes que indiquen el
supuesto pago del PP a este medio al que denominó ‘panfleto’
atentando contra la dignidad de la empresa editora y de sus
trabajadores a los que también descalificó llamándoles
“mercenarios”. Hasta aquí las bromas.
Este medio no recibe subvenciones como pregona de modo
mendaz Aróstegui. Pretende que a fuerza de repetirlo alguien
piense que es verdad.
EL PUEBLO recibe, como todos los medios de comunicación de
la ciudad, las órdenes de publicitar servicios de marcado
carácter institucional. Los recibe este diario, y también,
en mayor cantidad, el otro periódico de la ciudad, del que
Aróstegui se erige en célebre colaborador y defensor.
Igualmente las emisoras de radio (Cadena Ser, Onda Cero,
Cope), así como las dos emisoras de Televisión. Ingresos que
ayudan a que los ceutíes dispongan de suficiente
información, más allá de las líneas editoriales de cada
empresa de comunicación. Es decir, aunque le parezca extraño
a Aróstegui, los ceutíes favorecen -a través del Gobierno de
la Ciudad Autónoma- el libre ejercicio de la información
para que los ciudadanos reciban la que en libertad elijan.
Ya es hora de que se ponga freno a quien ha abanderado, como
última estrategia y recurso, las tesis de la confrontación
civil y ha puesto en jaque la paz social de una ciudad que
convive con cuatro culturas, por el intento desesperado de
sumar un puñado de votos.
Ceuta no puede permitirse la presencia de apóstoles de la
destrucción.
La política de Caballas en su conjunto, la política de Alí
-por permitirlo- y de Aróstegui, ha pasado ya la frontera de
la demagogia política para acercarse más a la política de la
confrontación entre los ceutíes. Es tremendamente
irresponsable y peligroso incendiar con argumentos como los
empleados en una espiral iniciada por las desafortunadas
palabras de la ya ex consejera de Asuntos Sociales, Carolina
Pérez, porque nunca se sabe a dónde va a llevar. De momento,
las amenazas recibidas por la dimisionaria han provocado un
operativo especial de protección.
Esta situación a la que se ha llegado viene precedida de los
‘avisos’ de ‘reyerta social’ reiterados por Aróstegui ayer
mismo, al tiempo que intentaba sin conseguirlo, desmarcarse
de la acción de algún descerebrado. Más allá de la
responsabilidad de quien se supone aspira a ser un servidor
de los ceutíes, ha seguido azuzando con su dialéctica
agresiva y mitinera castrista a la sociedad en el último
encuentro con los medios celebrado ayer.
La responsabilidad, de la que ha hecho gala este medio a lo
largo de su historia -incluso en la funesta etapa GIL-
indica que no debemos estar dispuestos a que se rompa la
convivencia. Y si hay consecuencias, los responsables ya
están señalados.
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