Poco a poco, el Gran Teatro Auditorio de La Manzana del
Revellín va tomando sus sinuosas y definitivas formas
interiores. Ayer estaba ya colocada la práctica totalidad de
las 630 butacas de que consta el aforo, a falta tan sólo de
una pequeña parte en el anfiteatro. Además, se ha rematado
el foso móvil y la carpintería que conforma el suelo de la
sala.
El Gran teatro Auditorio de La Manzana va tomando su forma
definitiva: prácticamente todas las butacas que constituyen
el aforo, para 630 espectadores, están ya colocadas. Ayer
tan sólo restaba por instalar una pequeña parte de las
localidades del anfiteatro. En el resto, se procede también
a colocar la numeración y las letras de las filas a las que
corresponde cada una de las butacas, elementos que quedan
ocultos bajo el asiento cuando este se abate para ocuparlo.
Las butacas, de un amarillo mostaza, contrastan vivamente
con los blancos grisáceos -de matiz azulado- de las paredes,
con formas onduladas. El diseño de estos elementos, que al
contrario de las paredes, son rectilíneos, corresponde a un
arquitecto navarro, Francisco Mangado.
Por su parte, el suelo del Auditorio está en su totalidad
confeccionado a base de madera, tanto en el patio de butacas
como en la zona de anfiteatro y en los palcos, incluidas las
escaleras que dan acceso a estos últimos.
Los operarios, que trabajan noche y día en los acabados de
la sala con el objetivo de que esté lista para el concierto
sinfónico con el que el próximo día 24 se inaugurará, han
rematado asimismo el foso móvil con que cuenta el Auditorio.
De forma paralela se trabaja en las instalaciones eléctricas
y en las pruebas del material relacionado con las
telecomunicaciones y los sistemas de reproducción de audio y
vídeo, pues el Auditorio cuanta en este aspecto también con
las más modernas tecnologías.
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