No podía ser de otra manera, primero desde la propia
interesada, Carolina Pérez y, al mismo tiempo, desde el
Gobierno de la Ciudad de Ceuta, Gobierno, no lo olvidemos,
del PP.
Carolina Pérez ha dimitido, posiblemente, antes de que nadie
la hubiera forzado a ello. Aquí, cuando menos, ha habido
dignidad, después de un error, una equivocación o una falta
de tacto, en su actuación en el Senado.
La tribuna era muy importante y saber medir las palabras lo
era mucho más, especialmente, cuando desde todos los
ángulos, se iban a analizar dichas palabras con acentos y
con todo tipo de perspectivas.
Ni que decir tiene que la exposición no debió ser la más
afortunada, pero de ahí a que la oposición se rasgue las
vestiduras, como si hubiera cometido un crimen, va un
abismo.
Y es que ya va siendo hora de apartar ciertas posturas de
victimismo, cuando nos interesa, especialmente cuando se va
en busca del voto fácil. Problemas de integración, problemas
de paro, problemas de formación y de cultura, están ahí,
pero nadie tiene la solución definitiva y única a la hora de
enfocar tales problemas, por lo que no venga nadie tratando
de actuar en plan salvador, en vísperas de una elecciones.
Por todo esto, tras su “resbalón”, Carolina Pérez ha hecho
lo mejor que podía hacer, dimitir y, además, dimitir con
rapidez. Su actitud de ayer le honra.
Claro está que una dimisión la presentan las personas que
tienen dignidad y saben cuando no han estado a la altura de
las circunstancias, cosa que ella ha sabido asumir, pero
todavía estamos esperando que otros parlanchines, como es el
caso de Aróstegui sean capaces de presentar su dimisión o
pedir disculpas de aquellas acusaciones, de hace muy pocos
días, sobre el PP, al que tildó y a todos sus seguidores de
racistas. Ese término usado tan demagógicamente y que la
mayor parte de quienes tanto lo utilizan no saben lo que
significa.
Porque es éste, el término que más usan quienes no tienen
argumentos en otros terrenos y en Ceuta es una palabra que
se viene utilizando más de la cuenta, incluso por quienes,
más tarde, sobre ese mismo terreno, son capaces de hacer la
cuadratura del círculo, pero al revés.
Detrás y delante de un mostrador, aquí en Ceuta, he oído mil
veces, hace treinta años y hace tres días, utilizar esos
términos que Carolina Pérez, tal vez aturdida, se dejó
deslizar en el Senado, y mientras ella ha sabido rectificar,
dimitiendo, otros siguen aún paseando su dignidad sin haber
cambiado ni una sola coma de lo que vienen manteniendo,
desde tiempos pasados.
Sé que la actuación y las palabras de Carolina Pérez va a
haber quien las va a querer usar con ruindad pero, desde mi
punto de vista, quien actúe por esos derroteros no es
merecedor de sentarse en un cargo elegido por el público,
elegido, especialmente, por sus convecinos. Que nadie
utilice una desacertada actuación pública para abrir una
brecha en la sociedad, y menos para comenzar una campaña
electoral, porque sería entrar en el “todo vale” y eso, a la
larga, no iba a beneficiar a nadie.
La rápida reacción desde el Gobierno de la Ciudad y la
fulgurante dimisión, si es que no cese, dan más fiabilidad a
las partes, tanto a la ya ex -concejala, como al grupo al
que pertenece, el PP, para poder seguir confiando en él.
A partir de ahora, otra persona, con la misma entrega que
Carolina Pérez, ocupará su escaño, con el deseo de que
salgan las cosas de la mejor manera posible para Ceuta y
para sus habitantes.
|