A Carolina Pérez no “la han cesado” sino que ha dimitido, en
un ejemplo de coherencia , para no dar pábulo a las
abominaciones de los catastrofistas y cortar de raíz las
previsibles elucubraciones de los tergiversadores. Sí, en
efecto, desafortunadamente para quienes querían
probablemente seguir “rizando el rizo” del victimismo y de
la ofensa como medio de captación de futuros votos, se han
encontrado, de la noche a la mañana, con una dimisión. ¿Y
ahora qué?. ¿Va a continuar hablando Mohamed Alí de que
estamos “al borde de la fractura social”?
Y lo que es más trascendental desde el prisma político ¿Sabe
Mohamed Alí “con exactitud” lo que significa “fractura
social”? Opino que no. Porque si, lo que vaticinaba eran
enfrentamientos entre colectivos ciudadanos, el tema es
gravísimo. En Ceuta nadie quiere, ni fracturas ni
enfrentamientos y menos aún que alguno o algunos inciten a
fracturas o enfrentamientos porque, de ser eso así, que no
lo es, esa incitación tendría una lectura penal muy
determinada en las leyes. Las manifestaciones de Carolina
Pérez relativas a un número determinado de ciudadanos en
riesgo de exclusión, han abierto la caja de Pandora, para
volverla a cerrar en unas pocas horas.
Las “exigencias” de Mohamed Alí en cuanto al “cese” se han
convertido en humo desde el instante mismo de la dimisión de
la consejera de Asuntos Sociales. Alí ha echado un pulso al
Gobierno que representa a la inmensa mayoría de los ceutíes
y lo ha perdido. Y de manera nada heroica, por cierto. No ha
habido ocasión para “heroicidades”, ni tampoco para
interminables ruedas de prensa en tono mitinero, nada se ha
podido “reivindicar” desde dignidades heridas por supuestas
infamias y falsedades absolutas teñidas del fantasma de la
xenofobia .No hay por lo tanto riesgo de “fractura social”.
Ni lo ha habido nunca en Ceuta. Ni lo habrá jamás a no ser
que, terceras personas, incendien los ánimos, hagan apología
del enfrentamiento o de la violencia y sean ellos,
personalmente y desde su exclusiva responsabilidad, quienes
desencadenen, por motivos espúreos y con torcidas
intenciones de beneficiarse, unos sentimientos de hostilidad
entre las comunidades, incitando a ello. Y azuzando una
cristianofobia que, en determinados países, ya se ha saldado
con víctimas mortales. Peligroso terreno. Extremadamente
movedizo.
La paz social en momentos de grave crisis económica como el
que vivimos, es un logro meritorio. Hasta ahora mismo, el
Gobierno de la Nación ha ido sorteando los durísimos
recortes que vienen aconsejando y casi imponiendo desde la
Unión Europea, precisamente para evitar riesgos de “fractura
social”, no de la mano del fantasma del racismo, sino de la
mano de la recesión económica más absoluta. Y en este
delicado equilibrio, donde se trata denodadamente de que,
los problemas económicos no supongan el recorte de ayudas
sociales ni repercutan en los sectores más débiles, no puede
permitirse el que se aluda, ni tan siquiera tangencialmente
a “fracturas envenenadas”. No es admisible y no se va a
admitir.
¿”Exigencias de cese de Carolina Pérez? No. Una dignísima
dimisión y la manifestación sincera de que, la ex
-consejera, jamás tuvo intención de ofender a nadie. Eso es
dignidad.
Indigno es que, el “alter ego” de Mohamed Alí, Aróstegui,
insultara públicamente a veintidós mil ceutíes votantes del
PP de quienes dijo que, diez mil eran unos fanáticos y doce
mil unos racistas, afirmaciones claramente calumniosas y
abiertamente difamatorias y, obviando la indignación
ciudadana por la ofensa, no dimitiera.
Ni el airado Mohamed Alí, rápido en “exigencias de cese” le
cesó automáticamente , disolviendo cualquier coalición con
alguien capaz de difamar a veintidós mil ceutíes. Esa es la
ética del Mohamed Alí. Y en esa ocasión, con veintidós mil
agraviados y con razón, ni se interesó por esos ciudadanos,
ni les defendió, ni se solidarizó con ellos, ni les sintió
como “propios”, ni se desmarcó de las acusaciones, ni habló,
por supuesto, de “fractura social” cuando, esos ceutíes
podrían haber arremetido con dureza, o tal vez ya lo hayan
hecho y no se encuentre el tema cursado, contra una
Coalición cuyo factotum, Aróstegui, hablando en nombre
propio y en el de su socio que es Mohamed Alí que suscribe
lo que dice el primero, les calumnió de forma tan feroz. Ni
ceses ni dignas dimisiones.
Y Mohamed Alí viene a impartir lecciones de moralina y a
tratar de abrir la caja de los truenos. Cuando no hay
truenos, ni fracturas, ni enfrentamientos, ni hostilidades,
ni bandos rivales. El pueblo de Ceuta no tiene tiempo para
perder el tiempo. Mohamed Alí sí parece tenerlo y además le
sobra. Por eso echa pulsos. Y encima los pierde.
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