De vivir José Luis Chaves,
tan avispado como era él, le habría dicho a su hijo lo
siguiente: Iván, hijo, los tontos ni son buenos ni
agradecidos. Así que hazme un favor: procura no perder el
tiempo en cuestiones políticas y ponte a trabajar cuanto
antes en algo que sea productivo. Ya que nunca has hecho
nada práctico en tu vida.
Verdad grande: cualquiera puede equivocarse; sólo los
insensatos perseveran en el error. Creo que es sentencia que
le adjudican a Cicerón. Y que yo la aprovecho para
aplicársela a un muchacho, llamado ICH, que es capaz de
vivir desnortado porque decidió un día que su destino
consistía en lamerle el orto a Aróstegui mientras él
tuviera un hálito de vida.
Me desagrada sobremanera, créanme, tener que escribir de
manera tan desabrida sobre un muchacho cuyo padre me caía la
mar de bien. A pesar de los pesares. Y los pesares son la
parte oscura de los políticos. Y que uno, si no le tocan
muchos los dídimos, prefiere seguir silenciando.
Iván, muchacho, a mí me importa un bledo y parte del otro
que tú vivas entregado en cuerpo y alma a convencer a los
ceutíes de que Aróstegui es un Kennedy redivivo. Y,
menos aún, que te muestres a cada paso como un personaje que
tiene sobrados conocimientos para hacer de Ceuta un emporio.
Y es así, muchacho Iván, porque yo entiendo que tú tienes
todo el derecho del mundo a soñar. Ya que tu juventud te
permite que puedas seguir perdiendo el tiempo. Tal vez
confiado en que en algún momento conseguirás un empleo de
mucho provecho y poco trabajo. Más o menos cuando Aróstegui,
si acaso consigue meter la cabeza en el Ayuntamiento como
concejal, pacte la firma de cualquier asunto a cambio de que
tú recibas la canonjía correspondiente.
Ahora bien, mientras tanto, ente presuntuoso e ineficaz,
procura mentir lo menos posible. Para evitar que uno te
pueda zurrar la badana sin contemplaciones. De no ser así,
no me cabe la menor duda de que habré de llamarte tonto con
balcón a la calle. Expresión que me he permitido tomarle
prestada al maestro Burgos. En fin, que de oca a oca
y tiro porque me toca.
Y me toca sacar a colación a otro tonto: éste, sin duda
alguna, con muchos más méritos logrados que Iván; el
muchacho que nunca la ha doblado. Me estoy refiriendo a
Francisco Javier López. Quien parece que es un tonto que
lleva muchos años viviendo asustado. Por lo que su susto es
ya crónico. Aunque está muy bien remunerado. Así que pasea
su jindama diariamente por la calle de una ciudad en la que
se aburre porque no sabe hacer nada. Sí, perdón, sabe que
cada martes tiene una cita para meterse con el presidente de
la Asociación Deportiva Ceuta.
FJL sabe también de fútbol. Y, dada mi ascendencia sobre el
presidente, le voy a proponer para que sea el próximo
director técnico de la Asociación Deportiva Ceuta. Aunque
habrá de demostrarnos que, ante cualquier contrariedad, no
se nos va a ir de varilla. Porque lo malo del miedo no es el
miedo en sí, no; lo malo del miedo es que los miedosos
acaban oliendo. Y Francisco Javier López ya ha olido
bastante como para haberse ganado con creces el derecho a
pasar por la prueba del polígrafo antes de ofrecerle el
cargo. No vaya a ser que nuestro hombre firme un buen
contrato y luego se dé de baja por ser propenso a rilarse.
Nadie es perfecto.
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