La ONG Cepaim se encargó ayer del traslado de seis
residentes del Centro de Estancia Temporal para Inmigrantes
hasta Murcia, donde entrarán a formar parte de los programas
de integración social que gestiona dicha entidad. Entre los
extranjeros que se despidieron de la ciudad autónoma,
viajaron mujeres con menores en situación de vulnerabilidad.
La dirección del Centro de Estancia Temporal para
Inmigrantes (CETI) llevó a cabo, durante la jornada de ayer,
una salida programada de seis residentes que serán
trasladados a un centro de acogida de la península, tal y
como estipula la Ley de Extranjería cuando los inmigrantes
se encuentran en una situación de alta vulnerabilidad y la
Secretaría de Estado e Inmigración da luz verde a la partida
del extranjero.
Nigeria, Sudán, Camerún, Somalia o la República Democrática
del Congo son algunas de las nacionalidades de estos
inmigrantes que abandonaron ayer las instalaciones del
Jaral, aunque no han sido ni serán los únicos en dejar el
recinto ya que desde el propio centro confirmaron la salida.
Concretamente, el grupo que ayer se despedía de su limbo
jurídico en Ceuta para partir hacia Murcia, donde la ONG
Cepaim se encargará de gestionar su integración social, o
sólo de inmigrantes individuales sino de una familia con
menores su cargo. “Estamos en contacto con Madrid para que
estas salidas continúen puesto que tenemos residentes que
cumplen los requisitos necesarios para que salgan a la
península con destino a centros de acogida cuyo cometido es
la integración social”, explicó Carlos Bengoechea, director
del CETI.
Es un equipo multidisciplinar compuesto por psicólogos,
médicos, juristas, trabajadores y educadores sociales, entre
otros, el que valora el perfil que presenta el inmigrante
susceptible de abandonar el centro, teniendo en cuenta
varios factores como el que lleve más de tres años en el
CETI, “que puede provocar un perjuicio para la salud
mental”, que se trate de núcleos familiares con menores a su
cargo, “porque no se considera el mejor lugar para la
evolución de un niño”, o la precariedad o vulnerabilidad en
la llegada del propio inmigrante, “lo que supone un
perjuicio social, físico y psíquico”, valoró el director del
Centro de Estancia Temporal para Inmigrantes.
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