Viernes 4, barco rápido de las 14,30,mi primer fin de semana
de vacaciones en veintiún días ceutíes. Pero les digo que,
si lo sé, no vacaciono. Porque el trayecto fue una auténtica
experiencia, en primer lugar aquello parecía el desembarco
de Normandía de tantos militares que iban, yo creo que iban
“todos”, amen de tropecientos paisanos, un grupo de
jubiladas y tres chavales con sus bicicletas.
Comenzó a entrar gente en el buque, yo conseguí asiento,
pero seguían entrando, todo completo pero nunca acababan de
entrar, hasta que se armó una especie de manifestación en el
vestíbulo, porque la cafetería iba repleta, los asientos
ocupados, mochilas, maletas, bultos, bolsas, sacos, carritos
de niños y bicicletas. Agobiante. Recordaba, sin dejar volar
demasiado la imaginación, a esas películas donde se ven los
atiborrados barcos chinos o filipinos, donde el pasaje va
hasta colgado de las barandillas y entonces naufraga y se
ahogan todos.¿Como podía caber tanto personal en el barco?.
Se lo comenté a un señor que iba a mi lado “Oiga, esto es
overbooking ¿no? Y si hay algún problema ¿De donde sacan los
chalecos salvavidas los que van de pie porque no hay
plazas?” El hombre se encogió de hombros, consciente de que,
en caso de tragedia, son muy pocos quienes tienen la
templanza de ponerse el chaleco, atárselo y utilizar
cívicamente las salidas de emergencia. Pero aquello me
pareció calamitoso y los que estaban de pie con sus maletas
se quejaban, entonces la azafata dejó subir a aquel tropel a
la zona superior donde parecían quedar algunas plazas
libres. ¿Era o no era overbooking? Porque seguían habiendo
pasajeros de pie y acodados en la barra del bar y en las
banquetas de las mesas. Eso no era un barco, eso era el
camarote de los hermanos Marx.
Para mí que demasiado personal para los sistemas de
ventilación, porque empezó a hacer un calor de mil demonios
y el aire estaba sobrecargado.¡ Y luego dicen de los bares
con apartados para fumadores! Nefasta travesía, las fuerzas
vivas alborotando, jubilosas porque se iban de vacaciones,
el buque en plan “bamboleo”, los de las bicicletas por medio
y mucha contaminación acústica, es decir, que todos hablaban
a gritos y entre eso y la contaminación del aire
sobrecargado hacía la experiencia algo agobiante.¡Como para
atraer a los tours operators! Problemático en verdad.
El trayecto memorable por lo inhóspito y la llegada al
puerto peor, porque se formó un tapón de jóvenes en la
puerta y con el consiguiente cuello de botella y colas
interminables por los fríos y feos pasillos hasta la aduana
y colas eternas en el control por escaner ¡Que experiencia!
Comprendo que es evitable para los abolengosos que utilicen
el helicóptero pero, como los precios son prohibitivos, el
pueblo llano y la soldadesca de permiso tenemos que
llegarnos al barco, apiñarnos malamente, rogarle a Santa
Bárbara bendita, que en el cielo estás escrita, con papel y
agua bendita... Que la travesía discurra sin sobresaltos
porque, en caso de problemas íbamos a salir peor parados que
los del Titanic y encima sin película, porque el Titanic era
muy elegante y viajaba gente muy romántica mientras que los
de allí, entre los bultos y los equipajes apilados éramos
más de película de Almodovar que de clásico del cine amoroso
cantado por Celine Dion, nuestra banda sonora, como mucho,
podían componerla “Los Chichos” o “Los Chunguitos”. Pero, a
la postre, lo que me gustaría saber es, si el tema es
siempre así o si había overbooking, si es siempre así es un
horror y si era overbooking, más horror todavía.
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