La cubierta de escayola del Auditorio vuela sobre el patio
de butacas de un lado a otro con una superficie aproximada
de 900 metros cuadrados. Diseñada para su función acústica
permite, además, que una persona camine sobre ella con
seguridad. La ejecución de la obra, pionera en España, ha
corrido a cargo de la empresa portuguesa GONDEX LDA.
Cuando el público asista por primera vez al concierto
inaugural del Auditorio el próximo día 24, podrá disfrutar
de una arquitectura única y singular en todo su entorno
mientras camina hasta su localidad en el patio de butacas.
Una vez acomodado en su asiento debe saber que si mira al
techo la cubierta de escayola que vuela sobre su cabeza es
tan sólida que está preparada para que varias personas
puedan caminar sobre ella con absoluta seguridad ante una
necesidad de mantenimiento o reparación. En opinión de
Francisco González, gerente de la empresa GONDEX LDA.,
autora del montaje, su resistencia es tal que permite
trabajar sobre ella a seis personas por metro cuadrado. La
empresa, con sede en Viana de Castelo (Portugal), también ha
revestido de paneles de escayola los laterales del
anfiteatro. Laterales que se alejan de la línea recta para
modularse como pequeñas olas verticales por las paredes del
anfiteatro.
Para lograr el diseño acústico necesario y unir su alta
capacidad de resistencia ha sido necesario trabajar con
precisión sobre una estructura metálica base que aguanta el
tejado del auditorio. Una vez colocadas unas pasarelas o
pasillos metálicos que cruzan toda la cubierta, los
empleados de GONDEX han colocado una doble estructura
tubular de hierro galvanizado que ha permitido colgar sobre
varillas de acero las placas de escayola necesarias.
Por si fuera poco, toda la estructura está a su vez fijada a
través de pequeños tacos de goma (‘silin blos’), capaces de
absorber pequeñas vibraciones de toda la cubierta.
A la seguridad mecánica se une, también, el factor de
seguridad contra incendios. Todo el techo está recorrido por
pequeños tubos de plástico en los que se alojan pequeños
sensores que transmitirían de manera urgente al sistema de
alarma los primeros indicios de fuegos puntuales que se
diesen sobre cualquier punto de la cubierta.
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