Hablemos de símbolos patrios, idiosincrásicos y españoles
con eñe. ¿Acaso nos identificamos con un ikebana? Pues no.
Porque el ikebana es arte decorativo floral japonés y, si
acaso, para que nos definiera tendríamos que montarlo con un
par de claveles y un polvorón en relieve sobre la figura en
negro recortada sobre rojo y gualda de un toro de Osborne.
Con los toros sí nos identificamos y no caeré en la broma de
mal gusto de decir que unos más que otros. Pero, de lo que
se trata es de reafirmar las raíces, exaltar en la
descafeinada Europa, nuestros arquetipos ancestrales y
reafirmar nuestra innegociable españolidad. ¿Y existe algo
más inequívocamente hispano que la eñe? Y conformando un
todo con la consonante, la virgulilla identificativa. Les
digo que, los próximos años, serán los de la exaltación de
la virgulilla a nivel marketing, como altiva respuesta a
tentativas de desmembramientos a fuerza de nacionalismos,
separatismos, independentismos y demás hierbajos
parasitarios. Es una especie de legitimación del
posicionamiento autóctono. Sin relativismos, dejaciones ni
renuncias pretendidamente apaciguadoras.
Si somos españoles lo somos con eñe y ese extremo hay que
reivindicarlo hasta sus últimos extremos y consecuencias.
¿Qué les parece? ¿A que me he lucido con la exposición? Pues
eso no es nada, de hecho si me encontrara más incentivada
abusaría aún más de la riqueza idiomática del español con
eñe. Pero, como los incentivos son escasos y el compromiso
abundante, me pongo límites y fronteras. Porque los límites
tienen que existir y las fronteras también y los perímetros
de seguridad en las urbanizaciones privadas y el “reservado
el derecho de admisión” en los clubes con socios y en las
peñas gastronómicas. Así como la separación por sexos en los
servicios públicos, por ahora, porque, después de la ley
antitabaco con su pachanguéo de dimes y diretes, “estos de
ahora” van a enredar con el consumo de alcohol y luego van a
aplicar las leyes antidiscriminación a las toilettes ¿Qué es
eso de identificar por sexos poniéndole a la dama una
faldita y al caballero unos calzones? Claramente ilegal.
Vale, que sigan, que luego llegaremos los peperos con las
rebajas y todo esto se va a dar la vuelta como un calcetín.
Pero, mientras los gobernantes no saben ya que medida
impopular pergueñar, para que ”no nos demos cuenta” de que
la canciller Ángela Merkel ha venido a España con eñe a
ponernos firmes, a corregir nuestros deberes y a ofrecernos
la limosna de dar trabajo a nuestros cerebros más
brillantes, porque le da lástima ver como lo está pasando lo
mejor de nuestra juventud, nosotros, el pueblo llano y
soberano que madruga, bien para ir a trabajar, bien para
hacer cola en el INEM, nosotros seguimos con lo que nos
queda : reivindicarnos. Y salvar la honra. Esa palabra
hermosa que ha presidido nuestra Historia, desde la
civilización de los atlantes a las rutas del románico, desde
el Camino hasta los templarios, desde los tercios de Flandes
a Cuba y que viva la madre que nos parió. Siempre con eñe.
Opino que, el más honesto homenaje que podemos brindar a esa
Historia gloriosa (disculpen ¿se puede decir gloriosa o
puede herir susceptibilidades? Vale, pues si las hiere que
se jodan) el mejor reconocimiento es jalear nuestra
sempiterna virgulilla y asociarla automáticamente, no tan
solo a la racial eñe, sino a todas las E del nombre de
nuestras ciudades, porque son E de España con eñe y eso es
tan nuestro como el rosario de la aurora, el jamón de
bellota, la fabada (la gente fina la toma siguiendo las
normas del feng shui) el canto de la saeta y la poesía con
la métrica de Federico.
¿Qué murmuran injuriándome, con lo que demuestran que
carecen de empatía? ¿Qué la exaltación de la eñe y de la
virgulilla enfurecerá a “estos de ahora”?Claro, porque no se
les ha ocurrido a ellos sino a nosotros ¿Qué los catalanes
rabiarán? Más van a rabiar cuando les llenemos Cataluña con
eñe de toros de Osborne y de corridas a las cinco en los
cosos de allí y toreando José Tomás que ya estará repuesto.
¡No les quedan cuentas que echar a los nacionalistas! pero,
de entrada, sería un detalle elegante comenzar a realzar la
“e” de Ceuta con la virgulilla y exigir a los fabricantes de
ordenadores que, en los teclados aparezca suelta y como
signo nuestra aérea seña de identidad patria. Pero mientras
tanto pido para Ceuta la virgulilla en la “e” de España con
eñe. Y, de verdad, es por convicción, que no por provocar.
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