Llegué a la ciudad cuando
Ricardo Muñoz principiaba a ser su alcalde. Pronto entré
a formar parte de la tertulia perteneciente al ‘Rincón del
Muralla’. Y allí las fuerzas vivas de la tierra
acostumbraban a opinar sobre cuanto sucedía de interés.
En ese rincón, tenido por centro de reunión de las personas
más destacadas de Ceuta, se hablaba de todo. Y un día, así
como quien no quiere la cosa, alguien sacó a relucir que
había un muchacho que mimetizaba al Che Guevara en la
presencia, aunque le era imposible hacerlo con la voz.
Porque la voz del imitador era más bien desagradable.
Nuevo en la plaza, opté por limitarme a escuchar atentamente
todo lo que comentaban las personas con más conocimientos.
Hasta que, pasados unos meses, decidí indagar sobre quién
era el individuo que se disfrazaba de revolucionario y
encima se atrevía a decir que Ceuta y Melilla eran plazas
ocupadas. Y me dijeron que era un tal Aróstegui.
A Ricardo Muñoz le sucedió Francisco Fraiz, y en el
partido socialista militaba Aróstegui. Poco tiempo después,
el Partido Socialista Obrero Español se convirtió en la casa
de tócame Roque. Porque el admirador del Che Guevara estaba
convencido de que España necesitaba ser sometida a una
revolución tipo a la que había sufrido la Cuba de Fidel
Castro.
El partido Socialista Obrero Español, por causa de Aróstegui,
se rompió en dos partes. Situación que motivó el nacimiento
del PSPC. Lo cual propició que Aurelio Puya fuera
alcalde. Así que Aróstegui, con gran amargura, continuó
siendo un cero a la izquierda.
Aróstegui, en aquellos años, se percató de que ir disfrazado
de Che Guevara no le reportaba ningún beneficio. Y decidió
que lo mejor era hacerse notar en el gobierno presidido por
Fructuoso Miaja. Gobierno que le permitió hacer y
deshacer a su antojo. De manera que siendo concejal de
Economía y Hacienda tuvo la oportunidad de mostrarse como un
desastre en todos los aspectos.
Aróstegui vivió la mejor etapa de su vida como concejal y
asesor de empresas que necesitaban de sus consejos para
evitar que inversores foráneos pudieran afincarse en esta
ciudad. Y disfrutó de poder suficiente en el Ayuntamiento.
Por qué Juan Vivas no nos dice de una vez si es
verdad que en una reunión con los sindicatos el secretario
general de CCOO se jactó de haber colocado a muchas personas
en el Ayuntamiento por medio de simples faxes.
Aróstegui es un perdedor nato. Y director de un colegio que
tiene fama de ser el menos recomendado de esta ciudad. Hasta
el punto de que hay alumnos que lo tienen catalogado como
alguien del que podían mofarse a cada paso.
Aróstegui debería saber que hubo un tiempo en que él era
parte importante a la hora de entregar viviendas de
protección oficial. Y que no pocas personas sabemos de qué
manera se hacían ciertas entregas. Por lo que no entiendo a
qué viene que cada jueves trate de desacreditar a personas
que no le bailan el agua porque entienden que es un desastre
como político.
Y, lo peor del caso, es que ha conseguido ganarse la
voluntad del líder de la UDCE. Y, por tanto, ha conseguido
que este partido se esté deslizando por la ladera de los
despropósitos. A los ciudadanos no les cae bien Aróstegui. Y
éste no quiere reconocerlo.
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