Siempre se ha dicho que, el auténtico nivel de un pueblo, se
palpa con una vista a los hospitales, los hospitales
psiquiátricos, las cárceles, las comisarías y los juzgados.
Si esas instalaciones son correctas, por cumplir los
parámetros europeos, están bien conservadas y presentan los
requisitos de idoneidad, se puede determinar que “esa”
sociedad funciona.
Lo aconsejan los grandes viajeros : si se quiere conocer la
realidad de un país, hay que visitar los manicomios, los
calabozos de las comisarías y las cárceles, porque ahí está
la auténtica chicha del invento.
Y todo ello referido a las reivindicaciones de los
funcionarios de Justicia ceutíes y a la dinámica de gastar
dinero en parchear las instalaciones e ir saliendo del paso
como buenamente se pueda. Una política que podemos
considerar casi común a lo largo de la geografía nacional.
Puedo poner ejemplos como el de Málaga, donde se han tardado
cincuenta años en construir una auténtica Ciudad de la
Justicia, normalita, con fallos de diseño (no hay sala de
espera para los familiares en el Juzgado de Guardia y la
gente se tiene que quedar en la calle sentada en las
escaleras). El mismo caso en Valencia, aunque en este caso,
el macroproyecto fue firmado por un buenísimo arquitecto y
el sitio es de dulce, con la cúpula de cristal para que
entre la bendición de Dios y parterres con naranjos en el
interior.
De hecho, en los afortunados lugares donde han conseguido
palacios de Justicia modernos, ya pueden darse con un canto
en los dientes porque, los problemas de hacinamiento,
goteras y precariedad que se presentan en los Juzgados de
esta ciudad, no son en absoluto una excepción. Si nos
alargamos a los celebérrimos Juzgados de Plaza de Castilla
en Madrid, que son un mastodonte de hormigón, los despachos
no pueden estar más sobrecargados. ¡Y no digamos las
estrecheces de la Audiencia Nacional! Allí lo único amplio y
en condiciones son los despachos de los jueces.
¿Y la Audiencia Provincial de Sevilla? Escalinatas
imponentes, grandes salas, pero, justo al lado, en el otro
edificio, entrando a la derecha hay un vestíbulo (o al menos
lo había hace un par de meses) lleno de muebles viejos
apilados y el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria al que se
accede por un pasillo angosto, es siniestro. Allí también
parchean. Como en todas partes. Menos en las ciudades
afortunadas a quienes toca “el gordo” de las novísimas
Ciudades de la Justicia. Y Ceuta debería ser una de ellas,
que se estire el Ministerio y se luzca, porque tanto Ceuta
como Melilla tienen inherente el compromiso de ser
“escaparates UE”, la feria de muestras de las bondades de
Occidente y están moralmente obligadas a “mantener el tipo”.
De nada sirve tener a tipos magníficos como los Magistrados
de la Audiencia y a jueces excelentes (los fiscales no son
excelentes porque están dedicados a molestar a los abogados
de las defensas e impedir que se luzcan), de nada sirve
tener a un funcionariado currante capaz de trabajar en
condiciones menos que regulares y en dependencias que
parecen de Bosnia, si no se les ofrecen unas
infraestructuras dignas para desempeñar sus funciones. Por
parte del Ministerio de Justicia es una ofensa y una falta
de respeto para con la ciudadanía y para con los
profesionales. Porque los juzgados, como las cárceles, las
comisarías y los hospitales son lugares a los que se acude
siempre con problemas y lo mínimo es conseguir que, el
ciudadano, no vea aumentada su preocupación y su angustia
teniendo que permanecer en lugares que rozan el
tercermundismo.
Y los trabajadores de estas áreas “calientes” y
extremadamente delicadas no pueden aumentar la congoja
consustancial a los sueldos miserables que perciben, al
hecho de trabajar en lugares dignos de aparecer en los
primeros capítulos de la serie “Cuéntame”. Vistas desde el
exterior y con ojos nuevos, los Juzgados ceutíes aparecen
como absolutamente calamitosos. Y es indignante. Porque las
abolengosas “Ciudades de la Justicia” que empiezan a
salpicar nuestra geografía se ubican en lugares donde, sin
duda eran necesarias, pero no “tan” necesarias como en la
puerta de Europa que es Ceuta. ¿Inversión multimillonaria?
Siempre. Pero se amortiza con el uso. ¿Qué el Ministerio no
tiene dinero? Pues que lo busque o pida un crédito al banco.
Y si el banco no se lo quiere dar que el ZP haga como su
admirado Hugo Chavez que coge el pitiklín y le dice al del
banco que si no da créditos se lo expropia.
Cualquier cosa con tal de conseguir para Ceuta una ciudad de
la Justicia en condiciones (y si puede ser con cúpula de
cristal, como la de Valencia y con parterres con naranjos)¿O
es que no somos una Autonomía? ¿O es que no se nos considera
como a los valencianos? ¿O es que tenemos que ser zambos y
vivir en el Congo para que los socialistas nos den los
dineros?.
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