El de policía militar es un empleo solo para machos. Las
perras hembras no son aceptadas porque el celo y el embarazo
complicarían el desarrollo del trabajo. Dentro del ‘Plan de
Instrucción y Adiestramiento’ de las unidades de la
Comandancia General de Ceuta, trabajan Hooby, Mancs, Kaxer o
Trotsky. Son cuatro de los diez perros que forman la unidad.
Siete de ellos se dedican a interceptar drogas, dos a
detectar explosivos, y uno a controlar la seguridad. Dos de
ellos, además, han participado en misiones en El Líbano. En
su mayoría pertenecen a las razas pastor alemán o pastor
belga malinua, aunque, en principio, para perro policía
valdría cualquier raza.
“El entrenamiento de un perro suele iniciarse cuando tiene
un año y medio, que es cuando está en su mayor potencial”,
explica el cabo José María Barea, segundo jefe del Primer
pelotón de la sección militar, e instructor de
adiestramiento de perros. “Lo normal es que se jubilen a los
diez años, cuando pierden facultades, aunque depende del
perro”, continúa.
Tanto el can como su guía lo primero que realizan es una
formación específica, durante cinco meses, en la ‘Escuela de
guía y adiestramiento de perros’ de Madrid. “Durante ese
proceso, es fundamental que el perro y el guía se
compenetren. Por ejemplo, una persona muy activa no puede
trabajar con un perro muy pasivo”, puntualiza Barea.
Pasada esa fase, el perro se entrena dos o tres horas al día
junto a su dueño. Hachís, dinamita... Nada se resiste a su
buen olfato. Ayer, EL PUEBLO fue testigo de uno de sus
entrenamientos en el acuartelamiento ‘Pardo de Santayana’,
sede del Batallón del cuartel general. El primer ejercicio
consistió en un simulacro en el que se recreó la situación
de un hombre que coloca un artefacto explosivo en un coche:
el perro detecta que alguien merodea por las instalaciones y
lo persigue para alertar a su guía. El perro está entrenado
para no atacar, a no ser que se sienta en peligro. Por eso,
cuando encuentra al individuo, avisa a ladridos a su guía.
Solo cuando el sospechoso intenta escapar, y bajo mandato de
su guía, el perro ataca.
En los siguientes ejercicios, el animal es capaz, primero de
encontrar drogas en una mochila; segundo, de situar unos
explosivos. Tras merodear por diferentes espacios, el can
detecta el punto exacto en el que están las sustancias
prohibidas y se sienta al lado para avisar a su guía.
Resuelven las situaciones en un tiempo récord. “Por algo
tenemos los mejores perros de España”, puntualiza Barea.
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