Pero más para dentro que para
fuera de ese umbral. Parece mentira, como si fuera algo
irreal, pero la realidad está ahí, y eso quien mejor lo
conoce es Cáritas, Cruz Roja y quienes colaboran con estas
ONGs.
Particularmente, recuerdo de mi niñez lo que significaba
Cáritas en la vida de los desheredados, y han pasado los
años, más de medio siglo, y para Cáritas no ha habido
descanso, hoy sigue sin tenerlo.
En la década de los años 50 del pasado siglo, aquí en
España, tenía razón de ser. Hacía más de una década del
final de la Guerra Civil, las ayudas en forma de dólares, no
habían llegado, la emigración a Europa iba a comenzar, pero
no había comenzado aún, y lo que sí llegaba, desde Estados
Unidos, no sé si también desde otras partes, era un queso
amarillento que sabía a gloria, una mantequilla que servía
para paliar la necesidad y una leche en polvo americana, con
la que miles de niños desayunaban en las escuelas. Para
muchos cientos de ellos era el único desayuno.
Ahí estaba Cáritas, distribuyendo aquello, regularmente,
cada dos semanas o cada mes y, aunque parezca mentira, con
aquello que hoy nos parece poco, se paliaban las primeras
necesidades de muchas familias. Si alguien piensa que era
poco, le podemos decir a ése que menos era nada y que ese
vaso de leche a las once de la mañana que niños o menos
niños recibían en la escuela, cubría aquella necesidad que
no habían podido cubrir en su casa. Era mejor que fuera día
de escuela que fin de semana, porque en la escuela se podía
desayunar.
Hoy estamos en otro momento, de más lujo, en apariencia, de
más tarjetas del Corte Inglés, de más automóviles bonitos,
aunque se estén pagando, con dificultad, con letras, pero
por detrás de todo eso hay quienes siguen teniendo tantas
necesidades, como tenían muchas personas en aquellos pasado
años 50 del siglo XX.
Cáritas lo sabe mejor que nadie y Cáritas sabe que en Ceuta,
hoy, en la ciudad donde todo está bien, donde todo es
progreso y donde al alumbrado brillante y especial de la
Navidad le seguirá otro, también, muy bonito cubierto de
máscaras, digo que Cáritas sabe que es posible que esas
máscaras de las luces no dejen ver los barrios o rincones
oscuros, en los que la pobreza sigue existiendo.
Con Cáritas y con Cruz Roja no se puede actuar con tacañería
y que cuando cualquiera de estas ONGs llame, especialmente,
a las puertas de organismos oficiales, no se les puede dar
un portazo.
Hace pocos días se anunciaba que de aquí a muy pocas
semanas, otra vez, Ceuta celebrará su conocida “mejilloná”,
algo atractivo y divertido para aquellos que no necesitan
que nadie les pague la tapa o el pincho de la cerveza, en la
mañana del domingo. No sé cuanto le costará a la “casa
madre” esa mejilloná, pero estoy seguro de que con lo que le
cueste ese “ratito” de pasarlo bien, tanto Cruz Roja, como
Cáritas harían la “multiplicación de los panes y los peces”,
con eso podrían dar de comer, y bien, varios días más, a
muchas personas que , a diario, recurren a la simple
caridad.
Veo que Cáritas ayudó a más de 800 familias el pasado año y
que éste, de seguir el ritmo actual, ayudará a muchos más.
Igualmente veo que Cruz Roja dio 5000 kilos de comida más a
las seis entidades que reparten los lotes.
Con unas perspectivas así, lo que está claro es que en
Ceuta, también, está creciendo la cifra de nuevos pobres. Y
no debemos equivocarnos, pero hoy da vergüenza decir que uno
es pobre, eso cuando la pobreza está creciendo más de lo que
muestran las simples apariencias.
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