El Tribunal Supremo ha confirmado la pena de seis meses de
prisión que impuso un tribunal militar a un controlador
aéreo que, en agosto de 2007 y alegando que había acabado su
turno, abandonó su puesto de trabajo pese a que un
helicóptero que partió de Melilla, que todavía estaba en
vuelo y le faltaba una hora para aterrizar en la base de El
Copero (Sevilla). Dado el riesgo generado y el carácter de
la orden emanada de su superior, el alto tribunal concluye
que “la gravedad de la desobediencia” fue “indiscutible”. El
alto tribunal desestima así el recurso presentado por el
controlador aéreo contra la sentencia dictada en enero de
2010 por el Tribunal Militar Territorial Segundo, con sede
en Sevilla, que le consideró autor de un delito de
desobediencia a órdenes relativas a servicio de armas,
previsto en el artículo 102 del Código Penal Militar. Los
hechos se remontan al 6 de agosto de 2007 cuando el
condenado, H.M., comunicó por teléfono, a las 14.20 horas,
al Oficial de Vuelo que procedía a finalizar el servicio y a
cerrar la torre de control. Sin embargo, el subordinado
respondió que existía una orden escrita que establecía que
“en caso de existir un solo controlador, como era el caso,
el servicio sólo se prestaba durante las horas de
actividad”, con independencia de que una aeronave estuviera
en vuelo o no. El capitán le obligó mantenerse en el puesto
hasta que se informara.
dicha orden pero cuando llamó minutos después a la torre de
control se encontró con “la sorpresa” de que el brigada ya
la había abandonado. Diez minutos después, el acusado se
puso en contacto con su capitán, al que comunicó que “se
había cambiado de ropa y que se marchaba”. Pese a que su
jefe le reiteró el mandato y le informó de que la orden a la
que hacía referencia no estaba ratificada, el controlador
consideró que sí estaba en vigor y se marchó. Según el
relato de hechos probados, el tribunal militar subrayó que
el helicóptero aterrizó sin novedad en la base de El Copero,
si bien “el nivel de riesgo” por la ausencia de controlador
fue “mayor de lo habitual”. Y precisó que el controlador
aéreo llevaba aproximadamente diez días seguidos trabajando
debido a los turnos de permisos de verano del resto de
compañeros. Pero ello no le ha servido para evitar la
condena de seis años de cárcel.
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